Las siete facultades que conforman nuestra alma
máter, tienen el mismo nivel de importancia para el desarrollo del país, cada
una en el área que imparte preparando a los futuros profesionales.
Ayer circuló por las redes sociales una posición de
nuestro vicerrector académico en la que explicaba, desde su óptica,
algunas decisiones que lo motivaron a votar en el Consejo Universitario de determinada
manera. Eso tenemos que respetarlo. Es su manera de pensar. Pues cada
autoridad, cada consejero y cada miembro de la comunidad ucista tiene el sagrado
derecho a disentir de la mayoría.
En el caso específico al cual me referiré, es a los
concursos realizados para regularizar situaciones de palmaria injusticia en
contra de profesores que tenían 10 años o más, al servicio de la Universidad de
Carabobo, pero con una particularidad que los ponía en minusvalía. Ellos (los
profesores contratados) podían seguir siendo contratados pero no lograban
ingresar al personal ordinario, porque el baremo castigaba la antigüedad y la
experiencia al servicio de la Universidad. Más años de graduado, menos
posibilidad de ingreso. La razón en muchos casos fue el atraso de la
institución en sacar a concurso en determinadas asignaturas. Otras, simple y
llanamente razones biológicas (la edad del docente).
¿Qué hicimos desde el Consejo Universitario?, me
permito hablar en primera persona, se planteó el caso, que es necesario aclarar
que no era una problemática solo de la Facultad de Ciencias de la Educación,
sino de todas las facultades, en algunas más presencia de
contratados que en otras, pero en las mismas condiciones. El Consejo
Universitario nombró una Comisión para estudiar la situación planteada, la cual
fue integrada por los decanos José Corado (FCS) y José Marcano (FACYT) el
consejero Carlos Cochiarela y la consultoría jurídica. Esa Comisión, para mi
honra, estuvo coordinada por mi persona como secretario UC. Muchas reuniones. Estudiamos
pormenorizadamente cada caso, consideramos situaciones similares en otras
universidades, nos entrevistamos con expertos, sostuvimos reuniones en la OPSU
para el asunto de los recursos. No hubo improvisación, todo fue concebido en el
marco de la academia.
Nos encontramos particularidades que algunos con
profesores que aún seguían siendo contratados le habían dado clases a profesores
ya jubilados. O sea, una completa injusticia. Algunas opiniones muy
desaguisadas eran: ¿tú te has dado cuenta que si se aprueban esos concursos
especiales el gasto (carga presupuestaria) que representa para la UC será
cuantioso? (Algo parecido, pero haciendo abstracción del caso de marras, era lo
que ocurría con los obreros quienes no gozaban del beneficio de sobrevivientes.
Obrero que fallecía, sus familiares no recibían pensión alguna. Hoy sus
familiares están a la par de los profesores y empleados, esa fue una propuesta
que llevé al CU y fue aprobada por unanimidad)
Volviendo al concurso de los docentes contratados,
nuestra respuesta, desde luego no se hacía esperar. Muchos de los que se
rasgaban las vestiduras oponiéndose a
los concursos especiales, ergo al ingreso de los profesores contratados argumentaban
que eso atentaría contra la academia. ¡Vaya baladí ese argumento! Me explico
con una pregunta: ¿Servían o, eran útiles para dar clases como contratados por años,
pero imposible que ingresaran al personal ordinario de la UC por antiacadémicos?
Todavía no logro entender esa irracional manera de argumentar. Creo, si mal no
recuerdo, que en la Facultad de Ciencias de la Salud nos encontramos con una
docente con 32 años al servicio de la UC (contratada) pero se le imposibilitaba
su ingreso a la categoría de ordinaria, a ella, como a muchos otros se les
honró su condición.
Cierto, en Educación hubo muchos, era la facultad
donde existía mayor deuda moral, laboral y académica. Lamentablemente, algunos
ya han fallecidos.
La Comisión encargada para el ingreso de los
docentes contratados estudió cada caso, fueron largas jornadas de discusión
acudimos a explicar nuestras ideas en las distintas facultades, nada fue improvisado.
Hoy después de siete años, no entiendo el por qué
se pretende cuestionar aquella justa decisión que contó casi por el voto
unánime de los consejeros ante el Consejo Universitario, en la cual hubo muy
pocas excepciones (no recuerdo quienes aparte del vicerrector académico se
opusieron).
Que se entienda muy bien, los docentes ingresaron
por concursos, no fue un plumazo que los incluyó en la nómina ordinaria, solo
que se le consideró los años al servicio de la institución.
Siento que en la Universidad de Carabobo hay
decisiones que lejos de tomarse respondiendo a la justicia son tomadas
atendiendo a intereses políticos. Un profesor ordinario es un voto, los
contratados en ese aspecto son considerados inexistentes que pudieron haberle
dado clases a las autoridades pero jamás podrían haber votado por ellas.
No pienso en el voto de nadie, pienso en nuestra
razón de ser. Somos gerentes que
representamos un colectivo, esto quiere decir, que no debemos actuar en
representación de grupos sino de acuerdo a nuestra conciencia y a nuestros
estudios.
Desde el Consejo Universitario de la Universidad de
Carabobo hemos logrado varios avances, que en mi condición de secretario
de la institución, en cualquier momento los expondré. No tengo ninguna duda que
desde el punto de vista personal hemos cometidos muchos errores, pero nuestras
intenciones no han sido otras distintas a la de lograr la estabilidad
institucional y sobre todo la paz en estos tiempos de dificultades nacionales.
Otro sí:
Alcé con las dos manos en el Consejo Universitario
la propuesta del ex decano de la Facultad de Ciencias de la Educación,
profesor Luis Torres, cuando al momento de renunciar a su cargo, propuso el
nombre de Brigida Ginoid Sánchez de Franco para que el ilustre CU la nombrara
decana. Hoy a varios años de aquella sesión desarrollada durante una mañana
difícil, con intentos de saboteo, y que me enfrenté a quienes intentaron evitar
tal nombramiento, puedo decir con la frente en alto que no me arrepiento de
haber aprobado la designación de la Dra. Ginoid de Franco para que ocupara ese
cargo, el cual ha ejercido con rectitud y honestidad.
Apretado abrazo.
Prof. Pablo Aure
Secretario UC