viernes, 29 de mayo de 2020

Qué va a pasar con el TIAR?

martes, 26 de mayo de 2020

Voto salvado del Prof. Pablo Aure ante la negativa del CU de la virtualidad en la UC

Voto Salvado Prof. Pablo Aure. Secretario de la Universidad de Carabobo.
Estimados colegas miembros del Consejo Universitario, en esta oportunidad lamento disentir de la mayoría de mis colegas consejeros, por las siguientes razones:
Salvo mi voto porque estoy convencido de que aún podemos avanzar más en relación a salvaguardar a la Universidad y defender el País. La alternativa del acompañamiento académico de carácter formativo es la oportunidad de mantener nuestras puertas abiertas y posibilitar en cierta medida la permanencia de los estudiantes en nuestras Facultades aunque sea en la distancia, y la celebro porque es una voz que nos habla de posibilidades en medio de este estado de conmoción en el que todos vivimos.  La presencia del docente que atiende al alumno en un foro, en un correo y en un Chat, es la garantía de que, Dios mediante, mantendremos hasta la vuelta a la presencialidad, a nuestra población estudiantil abrazada al sueño irrenunciable de aprender y transformarse.
Sin embargo, es nuestra obligación garantizar la prosecución  de los estudios, la promoción al semestre o año siguiente, así como siempre ha sido nuestro compromiso garantizar el egreso de nuestros estudiantes, lo cual cumplimos, con gran esfuerzo, en solemne Acto Académico, por lo menos dos veces al año en las carreras semestrales y una en las anuales, y todo esto, persistencia y egreso,  queda fuera de la resolución cuando en el exhorto a las Facultades se señala lo siguiente: 
“En tal sentido, se exhorta a las facultades a realizar un acompañamiento académico de carácter formativo en estas circunstancias que permitan posteriormente reprogramar y ajustar hasta retomar la normalidad logrando así la continuidad de la prosecución de los estudios universitarios”. (Subrayado mío)
Retomar a la normalidad lo veo en el futuro lejano (eso es lo que han dicho los especialistas) y de esta manera,  la prosecución de los estudios universitarios queda atada a la incertidumbre del regreso a las aulas y a la presencialidad, donde finalmente el carácter sumativo de las evaluaciones, permita entonces a los muchachos que resistieron, la promoción al semestre o el año siguiente. Es preocupante, porque la actividad académica bajo esta propuesta dependería del regreso de la “normalidad”, por cierto, normalidad inexistente en nuestra Universidad de Carabobo, mucho antes de la pandemia. Ya nuestros trabajadores y con razón no podían asistir al campus en el horario normal ni tampoco todos los días. El salario no le alcanzaba ni le alcanza ni siquiera para el transporte, cuando aparece un transporte, que ya también escaseaba. En fin, la Universidad y el País se había tornado irregular e invivible antes de la pandemia, y si a eso le sumamos que de acuerdo a los entendidos en el asunto epidemiológico y virológico la actividad educativa sería la última en reincorporarse a sus labores “normales” me refiero a la presencialidad. Esto quiere decir que la propuesta objeto de mi voto salvado, condenaría al estudiante a una parálisis mayor a la que impone la naturaleza, pues no estaríamos ofreciendo algo distinto a lo que “natura nos ha dado”. Siento que hay cátedras o asignaturas que pudieran garantizar la prosecución.  Desde luego que habrá otras que la presencia del bachiller y del docente son indispensables, pero eso lo debiera decidir cada Consejo de Facultad.     
Mi visión de lo que debemos acometer en este momento contempla, no sólo el acompañamiento formativo, el cual supone la realización de las evaluaciones de carácter diagnóstico y formativo, sino que también incluye el diseño y aplicación de estrategias de evaluación sumativa que le brinden a los estudiantes la oportunidad poner en evidencia que han alcanzado las competencias estipuladas en cada unidad curricular o los aprendizajes requeridos para ser promovido al nivel siguiente de formación.
Sé, porque me consta, de la existencia en nuestra Universidad de Carabobo de infinidad de profesores  que poseen no solo las competencias para la planificación y la administración microcurricular a distancia, sino que también son competentes en el campo de la evaluación en ambientes virtuales, y que estoy seguro, tienen la posibilidad de emitir sus correspondientes juicios como expertos en sus áreas de conocimiento, en relación con el cumplimiento por parte de los estudiantes, de los aprendizajes esperados. Y sé también, que más profesores aún pudiesen aprender en el corto plazo a manejar las herramientas necesarias para aplicar las evaluaciones sumativas en esta modalidad a distancia, garantizando así uno de nuestros objetivos fundamentales que es no solo garantizar el ingreso y la permanencia, sino por sobre todo la prosecución y el egreso de cada uno de los estudiantes en las carreras que están cursando. Entiéndase todo esto, al amparo y resguardo de la calidad educativa que debe primar en cada caso.
Ciertamente, las características de cada asignatura o unidad curricular, más aún la categorización de cada una de las mismas; es la voz más importante al momento de tomar decisiones en torno a qué contenidos o saberes conceptuales, procedimentales y actitudinales pueden ser administrados y evaluados en la modalidad virtual, y también es cierto que debemos sumar a esto las competencias comunicativas que cada docente y cada estudiante posea para llevar adelante estos tres procesos, esto es diseñar el aprendizaje, administrarlo y evaluarlo, pero no podemos olvidar que ya hemos transitado este camino desde el año pasado con el decreto de emergencia académica lo cual redundó en  ajustes curriculares que permitieron la virtualización de saberes y posterior evaluación de manera virtual.
Es menester insistir que para nadie es un secreto que académicamente, en las asignaturas meramente teóricas es totalmente factible que el estudiante presente evidencias a través de la virtualidad que le permitan no solo poner de manifiesto el avance en su proceso de aprendizaje en evaluaciones formativas, sino que en múltiples cátedras hemos aceptado  cómo válidas las evidencias de aprendizaje y en consecuencia les asignamos calificación a los trabajos, videos, portafolios, intervenciones en foros y chats que nuestros estudiantes han realizado.
Con respecto a las asignaturas  teórico-prácticas, el acompañamiento en el componente teórico, bien puede ser evaluado de manera sumativa también, y así ir avalando los progresos de los estudiantes y dar testimonio de que han alcanzado las competencias o que han evidenciado el logro de los aprendizajes y la consecución de los objetivos de cada asignatura o unidad curricular.
Salvo mi voto porque  me inclino hacia el horizonte de mantener abierta la posibilidad de prosecución y egreso de los  estudiantes, y para ello es necesario incluir  la evaluación sumativa a los planes de acompañamiento académico de cada Facultad.
Debemos reinventarnos, debemos aprender todos, todo lo que sea necesario para frenar no solo al Covid-19, sino que, en los casos que sea posible, debemos agruparnos alrededor de las acciones académicas  necesarias  que nos permitan evitar el represamiento y desilusión de los estudiantes, así como  garantizar la prosecución y el egreso de nuestros bachilleres convertidos en profesionales. 
Propongo igualmente indagar en la experiencia de universidades autónomas hermanas, hablar con nuestros pares académicos para emprender luchas en conjunto para lograr no solamente una justa remuneración sino impulsar un cambio de modelo económico y político existente en el país. Es alarmante el estado casi de indigencia en que se encuentra nuestros compañeros de trabajo, quizá muchos no poseen computadoras, por ellos también tenemos que luchar activamente y no esperar que pase la pandemia. Hago este paréntesis porque algunas de las críticas de la virtualidad ha sido la baja (insignificante) remuneración. No obstante, me consta que algunos profesores si tienen computadoras y aunque el sistema de luz e internet fallen podrán encontrar momentos para llevar a cabo este proceso cibernético. Desde luego que es chocante, esta expresión, pero no podemos quedarnos atados a las dificultades, a las deficiencias es nuestros deber utilizar lo que en un momento dado podemos considerar fortaleza. La respuesta para los estudiantes que no posean las herramientas necesarias, garantizarles cursos intensivos presenciales  al cesar la pandemia del Coronavirus.   
Por otra parte, es importante conocer de cerca lo que han hecho en las universidades privadas, en relación a cómo han llevado adelante su traslado a la modalidad a distancia, toda vez que ellos han migrado a la virtualidad no solo los espacios para el aprendizaje sino también  los espacios para la evaluación sumativa que lo acredite para la respectiva promoción. Convencido estoy, que ningún estudiante en una universidad privada pagaría un semestre si no se le garantizase la posibilidad de demostrar que aprendió y proseguir a la asignatura, el semestre o el año siguiente.
Salvo mi voto porque creo que si no consideremos las evaluaciones sumativas y la consecuente aprobación, al menos de las asignaturas teóricas, nos ponemos delante de la terrible posibilidad de sufrir un represamiento innecesario y la deserción estudiantil más grande que veamos, desde la Reapertura de nuestra Universidad de Carabobo.
Quedan de esta manera plasmadas mis razones para salvar mi voto, en Valencia a los 26 días del mes de mayo de 2020.
Prof. Pablo Aure