domingo, 28 de mayo de 2017

Militares y el fantasma de Zamora

Hasta cuándo!
Militares y el fantasma de Zamora
@pabloaure
De seguir las cosas por el camino que van, pareciera que en algún momento el fantasma de Ezequiel Zamora ciertamente recorrerá tierras venezolanas. Me refiero al surgimiento de algunos movimientos secesionistas que traten de impulsar la independencia de determinadas regiones. Ya hemos visto algunas aproximaciones sobre lo que digo. Los gochos ya lo han insinuado. Los barinenses también hicieron algo similar.
Esperemos no llegar a esos episodios, pues serían escenarios para más derramamiento de sangre.
Así de crudo, como lo leen, pueden ponerse las cosas en el país. Hasta ahora no hay guerra. Lo que hemos visto es una matazón a mansalva por parte de militares y colectivos que acribillan a ciudadanos, a lo sumo armados con escudos de latón, una máscara para protegerse de los gases lacrimógenos y una piedra manifestando su descontento. Eso sí, lo que también hemos notado en esos venezolanos es gran valentía y dignidad, que a sabiendas de que tienen en frente a un ejército de milicianos y militares, insisten en batallar por la libertad.
¿Legítima defensa?
No hace falta ser un gran visionario para imaginarse lo que puede ocurrir más adelante. Por los momentos no hay guerra en Venezuela, aunque tengamos más muertes que las que se producen en aquellos países donde existen guerras declaradas. Es una perogrullada suponer que los que hoy solo se defienden, buscarán otros métodos que les garanticen mayor eficacia en su accionar. Reflexionarán sobre principios elementales de supervivencia, que desde hace muchísimos años están tipificados en las leyes penales. Por ejemplo, la legitima defensa. En Venezuela la fuerza pública que reprime las manifestaciones lo hace agrediendo ilegítimamente a los manifestantes quienes ejercen un derecho contemplado en el artículo 68 constitucional. Ello no constituye ninguna provocación que justifique la represión del agresor (GN, colectivos u otro órgano represor). Siendo así, pudieran encontrar los ciudadanos descontentos con el régimen algún medio que pueda impedir o repeler las salvajes y brutales represiones protagonizadas por efectivos militares. Esto que acabo de narrar recoge grosso modo los supuestos del derecho que tenemos todos de defendernos ante una agresión ilegitima.
Esto no es una apología del delito. Es el resultado de lecturas de lo que ha ocurrido en otras partes. Pero también del conocimiento que hemos adquirido en el campo del Derecho. Desde luego me preocupa que en ese supuesto -ojalá negado- se ocasionaría una escalada de enfrentamientos entre manifestantes, hasta ahora desarmados, pero que en algún momento pudiera transformarse esa realidad.
Insisto con los militares
Siempre invoco la sensatez que tiene que haber en un grueso número de efectivos de la Fuerza Armada Nacional. Deben leer la historia. Tienen que revisar lo que establecen las leyes internacionales que castigan a los opresores, a esos que asesinan y/o encarcelan abusando del poder. El Estatuto de Roma debe ser su libro de cabecera. Léanlo, revisen cuáles hechos constituyen delitos de lesa humanidad y observen también que ese instrumento, que es derecho positivo en nuestro país, contempla la imprescriptibilidad de esos delitos. Lo que quiere decir que aunque pase el tiempo y estén llenos de canas y arrugas, podrán ser perseguidos y condenados por la Corte Penal Internacional. Eso es en cuanto a los delitos que hoy cometen y que quizá algunos puedan pensar que están a buen resguardo por la complicidad que existe en los Tribunales venezolanos. Supongamos que eso pudiera ser así. Que hoy se sientan guapos y apoyados porque están amparados por los jueces del horror. En ese particular, me permito decirles que eso no será por siempre, porque, tengan la seguridad, Venezuela cambiará. Ahora bien, mientras exista este régimen, la condena que sufrirán será la del confinamiento en Venezuela (no podrán salir del país porque les pondrán los ganchos) y quién sabe si en algún momento a alguna potencia se le ocurra extraditarlos manus militari, por “órdenes superiores”. Noriega, el de Panamá, puede contarles mejor la historia que él ha vivido, lo guapo que fue, y cómo terminó.
Señores militares, permítanme que sea tan mordaz con ustedes, pero así les incomode a muchos lectores, y por supuesto a determinado sector de la institución castrense, tengo que advertirles que la FAN nos pertenecen a todos los venezolanos. Por esa razón me siento en el deber y con el derecho de exigirles que cumplan con la Constitución Artículo 328. “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política,… en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna…”
Integrantes de la Fuerza Armada Nacional están a tiempo de recapacitar. Sé que ya muchos lo están haciendo, pero no encuentran qué hacer. Se sentirán traidores, si no obedecen. En ningún momento les pediría que dieran un golpe de Estado. Eso sí sería delito. Vean y mediten sobre lo que están haciendo. Quizá sin saberlo están siendo coautores por la comisión de ese grave delito. Porque están coadyuvando a mantener esta ruptura del hilo constitucional. Los invito a leer cuál es el significado de golpe de Estado para que lo entiendan.
Finalmente me despido recomendándoles también que lean la historia sobre la suerte que han corrido los ejércitos profesionales y los oficiales de carrera en las revoluciones. No tienen prolongada vida de bonanza. Los oficiales de carrera, a la larga, también les son incomodos a los regímenes revolucionarios. Remóntense a la Unión Soviética, a la China de Mao Tse-tung o, sin ir tan lejos, a los militares cubanos. Si prefieren no enfocar tan lejos pueden ver lo que en la actualidad está ocurriendo con los suboficiales que en algunos casos tienen más poder de mando que los oficiales o, también, con los milicianos que inconstitucionalmente se han alistado en la FAN.
Lo que aquí le escribo a los militares lo hago inspirado no en mi condición de opositor a este régimen oprobioso (que lo soy) sino con estricto apego a mis sentimientos patrióticos, y preocupado por lo que puede pasar en el país si nuestra Fuerza Armada Nacional continúa cohonestando, por acción u omisión, los desafueros impuestos en las recetas cubanas y de las bandas delincuenciales como las FARC.

Pablo Aure          

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