¡Calle! el
final de esta dictadura
@pabloaure
Pronosticar cuánto tiempo le queda a Maduro en Miraflores no
es nada sencillo. Estoy convencido de que ni él mismo lo sabe. Tampoco tengo
ninguna duda de que dentro de las filas del oficialismo (civiles y militares)
quieren que se vaya pronto, aunque no encuentran la manera. Desde luego,
también tiene sus defensores, los enchufados, que procurarán mantenerlo en el
poder el mayor tiempo posible, añorando llegar al 2019, para seguir
garantizándose la impunidad en sus fechorías.
A todas estas, del lado opositor, simpatizante o no de la MUD,
no hemos logrado descubrir, o mejor dicho, implementar, el método adecuado para
acabar con esta locura y abrir las puertas de la transición. No creo que sea
porque no se desee, sino por otra razón muy humana: el miedo. Así como lo leen,
hemos tenido miedo a muchas cosas, una de ellas es “al qué dirán”, evitar que
nos vean como anti demócratas etiquetándonos con el consabido remoquete de
golpistas, y por eso nos hemos enfrascamos en vías que sabemos de antemano
serán ineficaces para desalojar a la mafia que nos desgobierna. Salir de
bandidos será imposible mediante procesos convencionales. Que se entienda bien,
cuando son los malandros quienes están en el poder, es cuesta arriba someterlos
a través del voto mientras no tengamos instituciones que hagan respetar la
decisión popular. No solamente en el momento electoral, sino para la
convocatoria de las elecciones y dejar que los ciudadanos se expresen. Eso es
lo que está pasando.
Pasar la página
En política para los demócratas siempre es bueno pasar las
paginas pero sin olvidar los errores cometidos. Muchas veces nos hemos
equivocado, y otras tantas hemos acertado. Aunque en esta era de los rojos,
pareciera que hemos tenido más desaciertos que aciertos. Digo esto, porque el
referéndum fue un desacierto. Recordemos, son bandidos los gobernantes.
Pretendieron llegar al poder mediante un golpe infructuoso que produjo muertes.
Intentaron asesinar a quien era el presidente legítimo en ese momento. Ahora se
han mantenido en el poder encarcelando a quienes los adversen y hasta tolerando
el asesinato de algunos opositores que han salido a protestar. Por eso es
lógico que prefiramos las vías electorales aunque sepamos que serán nugatorias
para nuestros propósitos.
El revocatorio: un mal
negocio
El revocatorio no era
la vía ideal. Probablemente pudo haber sido la negociada por los factores
predominantes en las vocerías de la oposición para encender la llama de la
esperanza: un alzamiento o una renuncia provocada por la crisis económica. Así
es la política, algunos líderes promueven la pasión, son auténticos actores
para hacer creer lo imposible. El libreto lo imponen tres o cuatro cabezas, y
bajan la línea o el mensaje; y líbrenos Dios si los que no creemos el sketch se
nos ocurre llevar la contraria porque inmediatamente se activan las redes para
atacar al disidente. En definitiva, el negocio del referéndum resultó un
desastre porque como diría el finado intergaláctico “no se cumplieron los
objetivos”. Y, mosca, por allí siguen insistiendo en llevarlo a cabo aunque sea
en el 2017, si acaso llegamos a recolectar las firmas bajo las groseras
condiciones impuestas por el Consejo Nacional Electoral. Para qué en el 2017,
amigos. Salir de Maduro para demostrar lo que nosotros sabemos ¡que somos
mayoría! Pero de nada nos serviría porque seguirá el régimen haciendo de las
suyas.
Siempre nos inclinamos hacia la Asamblea Nacional
Constituyente, que también hemos dicho que tarde o temprano se realizará. Cierto,
si hubiese sido la vía escogida en lugar del RR, también iba a ser torpedeada
pero con la aclaratoria de que no tendría fecha de caducidad para desalojar a
lo que significa el “madurismo” y a todos sus secuaces distribuidos en los
distintos poderes incluidas las empresas del Estado y el estamento castrense.
Capítulo final.-
Les decía que teníamos que pasar la página para ver hacia
adelante. Desgraciadamente hemos leído en estos voluminosos tomos del proceso
de la destrucción nacional, muchos capítulos extraños, sospechosos y hasta de
“ingenuidades” cometidas por quienes pensamos son unos veteranos políticos.
Llegó el momento de reflexionar, sacar cuentas, revisar los errores, reconocer
al enemigo y escoger la vía eficaz sin vacilar. Esto es, sin importarnos el
calificativo con el que nos rotulen. Nunca un demócrata renunciará a sus
ideales ni a su formación, lo que significa que la vía será la que nos inspire
nuestros instintos democráticos. “Ama a
Dios y haz lo que quieras” San Agustín
Espero no salten ni se espeluquen los que se la tiran de
mojigatos. Este régimen no saldrá por las vías institucionales convencionales.
Olvidemos el referéndum. Comencemos a incentivar la sabiduría a los ciudadanos,
lo que millones saben pero esperan que sus líderes les den alguna voz de
aliento. Que les ratifiquen lo que les dice el sentido común. Lo que he
conversado con cientos de ciudadanos es que la tiranía no sale con votos sino
con la gente en la calle protestando, y que luego de cierto tiempo recibirá el
apoyo que muchos esperamos pero no decimos tampoco para evitar, como les dije
antes, el remoquete de golpista. La gran mayoría de los militares están
cansados al igual que nosotros. Ellos tendrán que salir a cumplir su juramento,
me refiero a los honestos y decentes que son la mayoría. Esos militares de los
que hablo están cansados del poder y de los recursos que este régimen le ha otorgado
a las milicias, pero sobre todas las cosas, están cansados de que les echen a
cuestas toda la culpa de lo que pasa en Venezuela, cuando en realidad, nuestros
temores nos han convertido -a todos- en corresponsables por nuestra inacción o
por creer en pactos con mafiosos.
No planteo un golpe de Estado, lo que invoco es el derecho
natural del ciudadano de reclamar sus derechos y el sitio desde donde debemos
hacerlo es en las calles exigiendo la renuncia. Correremos riesgos. Eso es
verdad. Pero que nadie lo dude: ese será el fin de la historia negra llamada
castro-madurismo.
Pablo Aure
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