El Milagro/Dimitry Belov
Al menos una vez por día llega a
muchos de nuestros teléfonos algún mensajes en cadena solicitando medicamentos
o material médico, cada vez más escasos, para un familiar o conocido. También
es frecuente, escuchar de algún afectado
por el hampa desbordada que requiere algún tipo de ayuda, pues ya ni urnas ni
gas para las cremaciones se consiguen. El momento actual es la época de máxima
decadencia en el nivel de vida del venezolano en las últimas 5 décadas, un
verdadero caos, un inmenso hoyo en el cual parecen haber inmerso al país. Quienes
forman parte de esas redes de comunicación vecinal, surgidas a raíz de los
movimientos sociales despiertos desde Febrero, lejos de caer en lamentaciones,
lejos de adentrarse en el pesimismos, han resuelto generar interconexiones de
apoyo, de reacción, ante estas injusticias sociales, para llevar alivio a la
angustia de muchos de sus vecinos. Hoy en día, vemos correr cadenas de
información avisando donde hay medicamentos para el cáncer, retrovirales,
broncodilatadores, fórmula infantil, jabón, pañales y hasta papel toilette. No
es necesario adentrarnos tan profundamente en el tema, para reconocer al
causante de esta situación, que ni es el hampa, tampoco la escasez, el
verdadero origen es un sistema político/económico comprobadamente fracasado en
brindar bienestar a la población, hecho de manera premeditadamente perversa
para empobrecer al ciudadano común.
Visto desde otra óptica, en medio de este desastre, la solución
inmediata y desesperada que la población le consigue a sus emergencias en el
día a día, son muestra del espíritu combativo, solidario y bondadoso del venezolano.
Una ciudadanía que demuestra cada vez mayor inteligencia, mayor madurez, ante
los retos que una minoría, “cívico- militar” y sin escrúpulos, ha impuesto como
obstáculo, entre la calidad de vida que la gente quiere y la que hoy en día
tiene. Hacer una cola, para muchos es un acto de necesidad. Equivocados están
quienes piensen que es un acto de conformismo, de acostumbrarse a lo malo, pues
la gente, sabe como pasar factura, de manera cívica sí, pero factura al fin.
Esa capacidad de sobrellevar las adversidades, ese desarrollo de un
nivel de adaptación, sin precedente y
con sentido de superación, definitivamente se ha convertido en una gran
fortaleza, y será en los años por venir un aspecto que nos diferenciará a los
venezolanos del resto del mundo, en el ámbito laboral, estudiantil,
empresarial, civil y gremial, a los venezolanos se nos ha obligado a
convertirnos en seres todo terreno.
El día de hoy, a esta hora, en todas las calles del país, la gente
lo que espera es un gran milagro. Un acontecimiento que de una vez por todas
arranque la causa y el origen de todos esos problemas que agobian día a día a
los venezolanos. A estas voces, cientos de miles de ellas, que clamamos por
este gran milagro, nos llaman radicales. Nuestra respuesta a estas personas que nos llaman así (unas con mejor intención
que otras) no debe ser otra que abrirles la puerta, darles la bienvenida y
dejarles pasar. Pues radical no es otra cosa que aquel que promueve lo
fundamental, los cambios profundos en la sociedad. Y esta sociedad, no sólo
necesita esos cambios, los grita y reclama en las calles. Ante el colapso
inminente de la economía y su impostergable viraje, seremos testigos de la
Venezuela radical.
Dejemos pasar pues y entrar a todo aquel, rojo, verde, blanco, azul,
negro o amarillo, dejémoslo que se involucre en el milagro de cambiar todo un
sistema, aprovechémonos todos en nuestras capacidades de llevarnos, por
nosotros y para nosotros, a tiempos mejores y prósperos. No hay espacio para la
segregación, no hay espacio para el sectarismo, bienvenido el debate y la
crítica, abracemos la tolerancia y la inclusión. Todos somos iguales ante los
ojos de la inflación, la miseria y la escasez. Ajustemos el compas directo a alejarnos
de esos males y dirigirnos hacia el Milagro Venezolano.Todo este tiempo de lucha de calle, nos hemos encontrado en la calle
miles de personas, verdaderos artífices, merecedores y promotores de las transformaciones
necesarias que estamos generando. Venezolanos de a pie, jóvenes, viejos, héroes
de franela, madres y padres que no pierden la esperanza de otorgarle a sus
hijos el país que merecen. Algunos, lamentablemente, aquellos que de manera
desgarradora les ha tocado el fantasma del hampa o la represión, hacen de
tripas corazón y luchan para que ningún otro padre o madre tenga que pasar por
esa pesadilla. Estos cientos de miles de patriotas tienen la moral suficiente
para invocar a la unión que requiere el momento.
Hay quienes buscando la seguridad y bienestar de sus familias han
escogido por ir en busca del sueño Europeo o Americano… Después de meses de ser
testigo de demostraciones de tenacidad, de conciencia por parte de nuestros vecinos
en las calles, algunos preferimos quedarnos, seguir codo a codo, mano a mano,
entre patriotas y obrar el MILAGRO
VENEZOLANO.
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