Gallos y gallinas
Traición y machismo
Tal como se veía venir, la marcha de
María Corina Machado hacia la sede de esa parodia de parlamento -que no merece
mayúsculas y a cuyos retazos llaman Asamblea Nacional- para ocupar su cural de
diputado, a la cual tiene derecho por haber sido favorecida ampliamente por el
voto popular, fue reprimida a bombazo limpio por la GN y las bandas armadas que
acompañan a este componente militar.
Encabezaba la rojita cayapa machista el
reencauchado Capitán Cabilla quien, vale la pena recordarlo, obtuvo para llegar
a ser diputado menos votos que María Corina, uno de los motivos por el cual le
tiene tirria a la representante opositora y le cae a insultos cada vez que
puede. ¿Por qué si es tan macho no le busca pelea al diputado y legendario
boxeador filipino Manny Pacquiao, que es un contrincante que está a su altura?
Lo más seguro es que el Capitán eche a correr y rompa el récord de los 100
metros planos.
Lo que no se entiende es cómo una
diputada menuda, pacífica y en actitud civilizada alborote el gallinero de la Asamblea
Nacional y, como diría Guzmán Blanco, hasta las gallinas rojitas se pongan a
cantar como gallos. Cómo les encanta agredir a una mujer, tanto de palabra como
físicamente. ¿Es que acaso no existe una ley que prohíbe y castiga expresamente
ese tipo de comportamiento? ¿Por qué no se la aplican al Capitán? Lo cierto es
que la marcha pacífica encabezada por la parlamentaria María Corina Machado
(porque sigue siendo diputada) fue un agregado más al abultado inventario de
agresiones anunciadas y perpetradas desde Miraflores, con la complicidad de
todos, absolutamente todos los poderes públicos, y la peculiaridad de que esta
vergonzosa cayapa arrastra consigo una fuerte dosis de sadismo, solo
equiparable al machismo que subyace en la misma.
Días atrás, el periodista Unai Amenabar
se preguntaba, vía Twitter, a cuenta de qué Nicolás Maduro se anticipaba a los
acontecimientos y declaraba públicamente y con descarada antelación cómo debía
actuar la Asamblea Nacional, refiriéndose a lo que se ha convertido en un quite
de caretas mediante el cual nadie del oficialismo oculta que los legisladores y
los magistrados están domesticados a los caprichos de la cúpula cívico militar.
Esta exacerbada masculinidad militar,
que parece contaminar incluso a las féminas en funciones burocráticas de alto
nivel, se ha hecho cada vez más patente en el feroz hostigamiento al cual ha
sido sometida María Corina Machado tanto nacional como internacionalmente,
incluso en la OEA, donde nuestro representante se comportó como un machista de
lo peorcito tirando por la borda, con actitud de príncipe rojito, la dura lucha
que se lleva en Venezuela por acabar con la discriminación sexista y por el
respeto a la diversidad sexual.
María Corina Machado es una mujer que
ha demostrado tener más arrestos que sus adversarios para enfrentar a quienes,
no contentos con despojarla inconstitucionalmente de su fuero parlamentario,
ahora quieren procesarla por "traición a la patria".
¿Se habrá visto a cachicamos cuestionar
a los morrocoyes por su coraza? Una pregunta que surge naturalmente ante tan
descabellada iniciativa, un despropósito incapaz de ocultar que son ellos
quienes, desde el artero y sangriento alzamiento de febrero del 92, hasta la
usurpación y fraudulenta juramentación de quien se duda haya ganado la
presidencia de la República, han sistemáticamente pisoteado la Constitución.
¿Hasta dónde llegaran estos
sujetos en un canallesco patriotismo que no puede ocultar que se orienta
únicamente a preservar un poder que ha comenzado a resbalársele de sus cada vez
más inseguras manos? De seguir por el camino que eligieron, es poca la andadura
que les resta.
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