martes, 4 de marzo de 2014

Sacrificarnos vale la pena si es por una causa justa y digna

En Venezuela estamos muy lejos de presenciar una guerra civil, pues para que la vivamos (ni Dios lo quiera) es necesario que existan dos bandos armados dispuestos a enfrentarse.
Aquí está muy claro que existen dos bandos, uno que lucha por la paz, la libertad, la verdad y la justicia pero sin armas y otro fuertemente armado que es el que sostiene al régimen, y el cual viene atacando sistemáticamente a una población civil desarmada que ejerce un derecho humano fundamental que es el derecho a protestar. Esa acción criminal del régimen está tipificada como delito de lesa humanidad en el artículo 7 del Estatuto de Roma, por lo tanto, los responsables de esas ejecutorias tarde o temprano estarán sentados en el banquillo de los acusados para responder ante tribunales internacionales de lo que han venido haciendo en nuestro país. Hoy, creyendo que sus crímenes quedarán impunes someten al pueblo, pero no tengo ninguna duda que se hará justicia, porque ese tipo de delitos no prescribe. Es decir: Nicolás Maduro y Francisco Ameliach en algún momento tendrán que responder.
Mi llamado es a seguir luchando por nuestros ideales libertarios, no permitir que dictadores de nuevo cuño ni mucho menos gobiernos extranjeros nos sometan. Sacrificarnos bien vale la pena, si es por una causa justa y digna como lo es construir una mejor Venezuela. Al único temor que le debemos temer es a renunciar a tener esperanzas, a renunciar que en Venezuela podemos vivir sin odios, sin persecuciones. No nos podemos rendir en la ardua tarea de construir nuestra democracia.
¿Con estas protestas qué hemos logrado?
Si hacemos un balance de lo hemos ganado y hacia dónde vamos, con orgullo podemos afirmar que lo que se vive en Venezuela es el despertar de un pueblo que se cansó del sometimiento, se hastió de la humillación y decidió luchar sabiendo que con esas lagrimas y esa sangre derramada de nuestros mártires, no serán en vano. Las protestas generalizadas han sido espontaneas por lo tanto ningún líder podrá hacer que el pueblo regrese a sus casas sin haber observado los cambios anhelados que como ya sabemos, imposible que nos los ofrezcan quienes han sido los responsables de las muertes, de la violencia y del deterioro socio económico de nuestro país. ¡A seguir en la calle pacíficamente exigiendo respeten nuestros derechos!
Las muertes de Geraldine, la de Genesis, ni la del sargento Pantoja quedarán impunes. Recordemos que la orden de la violencia en Carabobo la dio el gobernador Ameliach con un macabro tuit en el que llamó al contra ataque fulminante. Si tuviéramos una fiscalía autónoma imparcial y seria, ya ese gobernador por lo menos estuviera separado de su cargo y enjuiciado.


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