La ruindad
Pablo Aure
@pabloaure
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Imposible no referirnos esta semana a lo que ocurre con el alcalde de
Valencia, ingeniero Edgardo Parra y con su familia. Trataré de ser
objetivo al abordar el tema. Desde luego, será difícil contener algunos
de mis pensamientos respecto de lo que ha sido la trayectoria de Parra
como burgomaestre. Recuerdo sus constantes arremetidas contra los medios
de comunicación de la región. Tengo frescas las imágenes de él
liderando acciones de protestas callejeras contra los medios cuando
destituyeron a Zelaya. Los acusaba de mentirosos. Un sinnúmero de
acciones reñidas con el espíritu democrático y apego a las normas de la
decencia política. Podemos mencionar la de mandar a disolver con bandas
armadas una protesta por la muerte de las toninas que se realizaba
frente al acuario de Valencia -con la complaciente alcahuetería de la
Policía Municipal-, y también recordamos el intento de encarcelar al
periodista Pancho Pérez por los comentarios en su columna de opinión “En
Secreto”. La verdad es que, apartando todo asunto sobre el manejo de
los recursos municipales, Parra se desempeñó prepotentemente.
Pero ese no es el tema de nuestras reflexiones hoy. Algo más grave
vemos en lo que le está pasando a Parra, y en lo que -de paso- en lo
sucesivo le puede pasar a cualquier venezolano. Y es que se ha desatado
una de la más cruenta ruindad en la lucha política: la que comienza por
perseguir a gente del mismo bando y sobre todo a familiares. Todos
sabemos que Edgardo Parra cayó en desgracia por pertenecer internamente a
un bando distinto al liderado por el gobernador de Carabobo. Pero tal
cual “pranes” dentro una cárcel, los chavistas se disputan el mando. Lo
que nos están mostrando es el tramojo.
Bolichicos.-
Desde hace tiempo se habla de los “bolichicos, boliburgueses,
enchufados” y de tantos otros calificativos que dan a una cáfila de
muchachones “bien” que están demasiado conectados y han hecho grandes
negocios asociados con altos funcionarios del chavismos. Esa especie ha
surgido durante estos años de gobierno castrocomunista. Desde luego, esa
casta de personajes no hubieran surgido si en puestos claves no
estuvieran padres, familiares o allegados. Se ha denunciado hasta la
saciedad los lujos extremos y la vida que se dan los familiares del
presidente fallecido. Gustos exquisitos y llamativos que exhiben sin el
menor pudor. Lanchas, yates, fiestas en La Orchila adonde llegan en
helicópteros del gobierno, viajes de paseo en aviones oficiales con
grandes comitivas, con grandiosas fortunas debido a contratos
milmillonarios con empresas del Estado, comisiones en el otorgamiento de
divisas, o la simple venta de dólares en el mercado negro provenientes
de Pdvsa. En esos guisos están militares y civiles, rojos, multicolores e
incoloros y en la periferia muchos yuppies de esos que llaman los
bolichicos. El punto es que no están allí porque son genios, sino porque
tienen línea directa con los gobernantes, que en su mayoría son
familiares o amigos. Recuerden que cuando llegó esta plaga roja la
mayoría de estos socios de los enchufados que hoy fungen como
testaferros eran unos niños. Ya han crecido, y le han agarrado gusto a
los negocios fáciles. Ahora se da que los “revolucionarios” socialistas
tienen hijos empresarios. Es decir, les venden a los demás que ser rico
es malo y que el capitalismo pervierte, pero a sus hijos los encaminan a
ser empresarios.
Las hijas del Cid.
Lo más resaltante de todo esto, es que los gobernantes de hoy,
entiéndase Maduro y su combo, o los herederos políticos del comandante
muerto tienen un comportamiento que en nada se aproxima a lo que son
principios y valores. El allanamiento de las oficinas o residencia de
“Edgardito” como le conocen en Valencia al hijo del alcalde, no es una
persecución anticorrupción sino un vil ataque a su padre. Un mensaje
para él: te damos donde más te duele que es tu hijo, para que sepas
quiénes somos.
Así es esa gente. Exactamente igual a cualquier mafia de matones al estilo Al Capone o Pablo Escobar.
No pretendo eximir al hijo del alcalde valenciano de ninguna
responsabilidad penal, si estuviera incurso en delitos. Pero si él
delinquió aprovechándose de los bienes de la alcaldía valenciana, fue
porque su papá se lo facilitó. Es a Edgardo Parra a quien deben encausar
en un principio. Y luego perseguir a quienes con él han concurrido en
el delito. Aquí empezaron al revés, con falta de nobleza persiguiendo al
hijo.
No tengo dudas de que a Parra se lo llevaron preso porque insistió en
retar a Francisco Ameliach por la prensa. Por cierto, que al leer esas
declaraciones del burgomaestre sentí lastima como padre. Porque me
imagino el dolor por el que está pasando. No apruebo que se persiga a la
familia de un sujeto por hechos atribuibles a él.
Ameliach actuó con saña ajusticiando políticamente al alcalde Edgardo
Parra dándole primero por la cabeza a su hijo. Esto dice mucho de la
forma en que puede desatarse la persecución esa que contra la corrupción
supuestamente quiere emprender el alto gobierno con una ley
habilitante.
¿Quién duda que la corrupción pulula en Venezuela? ¿Ustedes se
imaginarían lo que pudieran encontrar si allanan la casa de muchos
ministros y presidentes de compañías del Estado? De muchísimos
bolichicos aquí mismito en Valencia, para no mencionar a los caraqueños,
algunos hijos de funcionarios que hace 15 años eran pobres de
solemnidad, hoy están convertidos en grandes magnates de la construcción
y operadores de bolsas de valores.
Es oportuno traer a colación un párrafo del poema “Canto a los hijos”
de Andrés Eloy Blanco, que aunque en lo personal no tenga la esperanza
de que lo lean los gobernantes de cuello rojo, sí espero que este pueblo
jamás olvide: “Ni andar cobrándole al hijo la cuenta del padre ruin; y
no olvidar que las hijas del que me hiciera sufrir, para ti han de ser
sagradas como las hijas del Cid”.
¿Para qué la habilitante?
Allanaron la residencia y encarcelaron al alcalde (violándose el
principio de la presunción de inocencia, pues aunque se tengan sospechas
de la honestidad del burgomaestre valenciano, él debería ser juzgado en
libertad, ya que no ha sido capturado en flagrancia). Lo que quiero
resaltar con este episodio, es que la semana pasada Maduro pidió una Ley
Habilitante para luchar contra la corrupción, pero sin embargo cada vez
que tienen un objetivo a encarcelar y destruir, lo hacen sin ley ni
procedimientos legales, sino que lo hacen como saben hacerlo los
dictadores. Han sido varios. No extrañemos que otros amarillos estén en
la mira. Y dirán “No es nada personal: perseguimos la corrupción sea
roja, amarilla o naranja”. Mentirosos.
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