lunes, 15 de julio de 2013

Sigue el paro universitario

¡Hasta cuándo!
Sigue el paro universitario
(Foto Archivo/Eduardo Valencia)
 Pablo Aure
@pabloaure
Cuando la mayoría de las universidades a través de sus asociaciones de profesores acordaron declararse en paro indefinido como forma de protesta para exigir sus justas reivindicaciones salariales, sostuve una vez más lo que siempre he predicado: que las universidades son fuertes en tanto en cuanto estén operativas. 
Llevamos tiempo luchando contra los paros universitarios. Consideramos que en las universidades ese método de lucha no es  apropiado. Más, sostenemos que en la educación como en la salud esos mecanismos deberían estar prohibidos, porque no es posible sacrificar un derecho fundamental de mayor entidad, como son la salud y la enseñanza, por el derecho a un salario justo de quienes prestan esos servicios. 
Pero hemos recibido críticas, desde luego, porque es una posición contraria a la mayoría acordada en asamblea. Asumimos el costo de nadar a contracorriente. Pero, precisamente, esa es la Universidad que queremos, la de la diversidad y la discrepancia, la del pluralismo. 
Muchos piensan que con el paro se pudo conseguir algo. En cambio, ratifico que así consigamos aumentos salariales u otro tipo de reivindicaciones laborales, el paro deja secuelas de daños de muy difícil reparación. 
Más allá de nuestros salarios está la misión de encontrar respuestas y aportar solución a los grandes y graves problemas nacionales. Paralizándonos somos un problema más y no parte de la solución.     
Autonomistas
Necesitamos rescatar el valor y significado de la autonomía universitaria. Muchos hablan de autonomía, pero pocos entienden su significado profundo conectado principalmente con el respeto a la libertad académica de la enseñanza y la ciencia como propósitos del Estado democrático y social de derecho. Es una verdadera garantía constitucional que se despliega en los términos que la Ley establece. 
Ahora, bajo la supuesta defensa de la autonomía los universitarios hemos cometido y estamos cometiendo muchos desafueros. Alguien dijo que más daño estamos haciendo desde adentro a la autonomía, con nuestra negligencia y desidia frente a la pérdida de valores y mística académica, que lo que hacen los gobiernos desde afuera  estrangulándonos financieramente. La capucha, los estudiantes flojos que abogan porque no les den materia, los profesores que faltan a sus obligaciones y los sempiternos huelguistas tanto estudiantes como profesores y empleados, que por cualquier causa paralizan las actividades, son, a mi juicio, más enemigos de la autonomía que el mismo Gobierno. Lo digo sin tapujos. 
Bajo salario detonó el paro
Todo el conflicto que hoy vive la Universidad venezolana comenzó porque el Ejecutivo, desconociendo las Normas de Homologación vigentes desde el año 1982, no ajustaba los sueldos de los profesores como lo ordenan esas normas. 
Así las cosas, como todo lo que hace este Gobierno autoritario, decidieron convocar mesas de trabajo para definir las formas sustitutivas de ajustar nuestros salarios. En esas mesas, ilógicamente no tenía representación el gremio que hacía los reclamos, es decir, la FAPUV. Y como este régimen comunistoide todo lo quiere proletarizar, instituyó unos sindicatos de obreros, empleados y de profesores, sin legitimidad ni base legal alguna, para que se presentasen a suscribir con el Ejecutivo nacional una llamada “Convención colectiva única”, en la cual además del incremento, acordarían una serie de cláusulas abusivas y sin ningún valor jurídico y las que ya antes habían intentado imponer,  pero fueron desechadas por el pueblo con la fallida reforma constitucional del 2007 y con la vetada Ley Orgánica de Educación Universitaria en el año 2010. 
Seguimos de paro
A todas estas, seguimos de paro. Ahora ya no por el incremento salarial, que ya llegó a casi todas las universidades y ha sido recibido con plácemes “como parte de lo adeudado”. Ahora las causas del paro las cambiamos aduciendo que las cláusulas de la “convención colectiva universitaria” están violando la autonomía universitaria. 
Que me perdonen pero no entiendo el fundamento de esa aseveración, porque somos profesores y tenemos que entender que las convenciones colectivas o los contratos solo rigen a las partes que los suscriben, por lo que si nuestros legítimos representantes, la FAPUV, no refrendaron ese documento, mal pudiéramos colegir que nos obligan. Además la autonomía no es posible que se pueda violentar por un acuerdo entre partes, porque es cuestión de reserva legal en que está interesado el orden público. 
Son las universidades autónomas si lo permitimos o aceptamos, quienes estaríamos atentando contra la autonomía seríamos nosotros si creyésemos que una convención laboral en la que no fuimos parte pueda hacerlo. 
¿Y el verano?
Repito, con la Universidad parada jamás combatiremos la ignominia de un régimen que cercena nuestras garantías. Creo que estamos a tiempo de reflexionar y repensar la Universidad que tenemos y la que queremos. Desde hace muchísimo tiempo hemos modificado la agenda que debe regir a los universitarios. Estamos más pendientes del sueldo que de la investigación y de la docencia. No estoy señalando culpables, pero todos estamos involucrados en esa metamorfosis del espíritu universitario. La agenda académica ha sido mutada por la agenda gremial. Creo que cada quien debe cumplir su rol, pero en la universitaria debe prevalecer la libertad intelectual y de ciencia. 
Llegó julio y estamos a punto de iniciar, de acuerdo al cronograma, el receso vacacional. ¡Cosa rara!: de un paro a unas vacaciones. No sé si seguiremos de paro durante el receso vacacional o lo suspenderemos  para “gozar” de las merecidas vacaciones, y luego lo retomaremos. Lo cierto es que tanto algunos profesores como los estudiantes han estado acostumbrados a utilizar el mes de agosto y septiembre para hacer verano. Los profesores para percibir una “entradita” dineraria adicional bien sea para pagar el seguro del carro o la inscripción de los chamos en el colegio; y los estudiantes, para recuperar alguna materia pendiente o avanzar algunas de semestres superiores. Lo que pasará con los veranos es una incógnita. 
Lo que sí no es ninguna incógnita es que si no se realizan esos cursos, los estudiantes seguirán siendo los perjudicados, al igual que lo fueron con el paro indefinido. Pero si se realizan, veremos la capacidad de sacrificio de nuestros docentes que apoyaron el paro. Así como muchos estudiantes se sacrificaron en marchas y huelgas de hambre y hasta cosieron sus labios para apoyar a las justas peticiones profesorales, llegará el momento de sincerarnos y ver si somos capaces de darles clases en verano sin cobrar, como lo pidió Iván Uzcátegui, presidente de la FCU de la Universidad de Carabobo.

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