lunes, 18 de junio de 2012

La cruel distracción


¡Hasta cuándo!
(Foto Ubaldo Medina/Archivo)
 Pablo Aure
pabloaure@gmail.com
Sabemos que la Ley Habilitante se sancionó solo para atender y dar respuesta inmediata a las urgencias originadas por las lluvias hace más de año y medio. Esa fue la excusa para que se produjera una usurpación de funciones descomunal y sin precedentes, pues so capa de esa Ley, Chávez ha legislado en asuntos muy distantes de lo que son las materias susceptibles de regulación mediante ese mecanismo transitorio de los decretos leyes, materias que incluso fueron rechazadas por el soberano cuando por referéndum se pretendió reformar la Constitución. 
Pero: ¿cómo explicarle esto al pueblo? Y el problema no es que al pueblo le cueste entender. De hecho, pocos países del mundo tienen una población tan consciente de la política como Venezuela, tanto así que resulta sintomático de nuestra situación. 
El problema es que poco o nada le interesa al pueblo el significado o alcance de lo que podía o no hacer Hugo Chávez con la Ley Habilitante.  El poco aprecio o respeto que este régimen militarista siente por las instituciones -y especialmente por la separación de poderes- permite explicar y entender tamaño desafuero, y el método en que se salen con la suya (para ponerlo en términos coloquiales) es aún más desvergonzado. 
¿Cómo explicarle o, mejor dicho, qué le puede interesar a una familia, que a lo sumo tiene para satisfacer sus necesidades básicas, si el Presidente viola o no la Constitución? La mayoría entiende superficialmente que el presidente está ahí para mandar.  El apego o no a la legalidad es para muchos de ellos una sofisticación académica. 
Y de eso se valen, lamentablemente. Hace poco, la Presidenta del TSJ, adelantando opinión sobre un asunto de competencia exclusiva de su Sala, dijo paladinamente que era perfecta la reforma del COPP por vía de habilitante. 
Pareciera una demostración de desprecio hacia los estudiantes de derecho y los abogados en Venezuela. Sin embargo, no es a ellos a los que va dirigida la burla, si bien la sufren en toda su extensión. 
Es al pueblo, al que el gobierno mantiene temiendo por su vida, “resolviendo” por apagones y falta de insumos, o corriendo para encontrar medicinas que en otros países son de lo más comunes. Es a ellos a los que el régimen les cubre los ojos, de pueril manera, con la venda de la angustia, y pregunta en voz pícara al oído: “¿A que no sabes lo que estoy haciendo?” 
No tengo dudas de que Chávez juega y utiliza la miseria y la ignorancia de nuestro pueblo para cometer tropelías, algo muy propio de las dictaduras militares. 
Reforma simbólica
Ni la forma como se hizo, ni mucho menos el contenido de la reforma del Código Orgánico Procesal Penal, logrará solventar el grave problema que tenemos de inseguridad en el país. Tampoco solucionará la crisis en el sistema penitenciario. 
El régimen, con esa reforma inconstitucional al COPP, pretende hacernos ver que se preocupa por la situación nacional, por los presos y por la delincuencia; que los problemas que padecemos están en camino de solución reformando leyes, lo cual es totalmente un vil engaño. 
El COPP fue un instrumento legal innovador y verdaderamente revolucionario. Cambiamos del sistema inquisitivo al acusatorio garantista. El COPP fue un legado del viejo Congreso Nacional, cuando este tipo de leyes se discutían con la participación de gente preparada que, además, conocía del tema. Se consultaba a las Academias y a las Universidades. El Código Orgánico Procesal Penal se aprobó en enero  de 1998, después de largos debates y amplias jornadas de sinceras y productivas consultas. Confieso que, como profesor de la materia, tenía grandes expectativas en aquel momento. Estábamos dando un paso agigantado transformando el sistema procesal penal venezolano. El dueño del proceso ya no era un juez penal inquisidor, que decidía por simples sospechas quién sería castigado con cárcel y quién podía quedar en libertad.  
En el 98 nacieron sueños renovadores. Nos imaginábamos interesantes e ilustrativos juicios en presencia de jurados o escabinos dependiendo de la entidad de la pena. Recordemos, en el COPP inicial ambas figuras existieron: los jurados que conocían de las causas cuyos delitos acarreaban pena mayor a 16 años, y los escabinos, que conocían en delitos con penas entre 4 y 16 años. 
Lo digo con dolor: este régimen de Hugo Chávez echó por tierra ese modelo procesal penal acusatorio. Hoy, en los palacios de justicia de Venezuela, existe una especie de sálvese quien pueda (o que tenga una buena conexión con el PSUV). La garantía de ser juzgado en libertad es una quimera. Los jueces tienen temor a garantizarle los derechos al imputado, porque saben que en sus cargos no gozan de estabilidad. La única seguridad que los ampara es una bendición roja rojita. Pocos jueces y pocos fiscales (que sí los hay) ejercen sus cargos con autonomía e independencia. Lo seguirán haciendo mientras no pisen algún interés de quienes administran aquella vara judicial de la que habló el ex magistrado Eladio Aponte Aponte. 
Reforma procesal penal como publicidad
El régimen le saca provecho publicitario a todo. Ya hemos dicho que esa reforma al COPP no solucionará absolutamente nada. Chávez lo sabe. También está claro que ni legalmente ni constitucionalmente podía realizar esa reforma vía habilitante. Pero eso le resbala. A él lo que le importa es que el pueblo lo vea como el amo y señor del mando, sea cual sea la naturaleza de la función. Aquí se hace y se escribe lo que él decida y punto, al estilo de las monarquías del antiguo régimen. La Asamblea Nacional es decorativa, para guardar las apariencias. Nada se hace en lo que se conoce como “Palacio Federal de Gobierno”. Para lo único que ha servido en estos últimos tiempos es para camuflar la ilegalidad de los abusos presidenciales. Por ejemplo, para aprobar créditos o autorizar todo lo que al presidente se le pueda ocurrir.  
Pasaremos algunos días, quizá semanas hablando de Chávez y de la reforma al COPP y un sector del soberano pensando en otras cosas que para ellos son más importantes: comer o mantenerse vivos. 
La MUD se quedó corta cuando el sábado dijo que Chávez estaba volviendo añicos el Estado de Derecho, pues hace rato dejó de existir en nuestro país. 
Del desahucio a las cadenas
Mentiras y misterios rodean a Chávez y su gobierno. Hasta hace menos de dos semanas habían apuestas sobre el tiempo de vida que le quedaba a Hugo Rafael. El lunes pasado todos esperábamos el momento de su inscripción en el CNE para ver en qué condiciones físicas estaba. Me atrevo en afirmar: movió más la curiosidad de ver la inscripción de Chávez que la mega caminata de Henrique Capriles. 
Es cierto, vimos a un Chávez hinchado y con pasos cautelosos. No caminó.  Al día siguiente y durante la semana que pasó, hubo varias cadenas para opacar o hacer olvidar la gran cantidad de personas que acompañó un día antes a Capriles a su inscripción como candidato presidencial. 
Hugo Rafael no juega limpio. Tiene buenos asesores para mantenerlo en el centro de atracción, y si para ello es necesario mostrar a un hombre a la orilla del hueco de la tumba, lo harán. Como lo hicieron el trece de febrero de este año luego de las exitosas primarias en las que votaron más de 3 millones de venezolanos por el candidato de la Unidad. 
Hoy no sabemos si Chávez tuvo o tiene cáncer. Desde luego no creo que esté bien ni del cuerpo ni de la cabeza, pero sigue gobernando para desgracia de un pueblo que aún no ha entendido que no se merece lo que ha sufrido. El 7 de octubre elegiremos nuestro destino. Tú decides: hay un camino. 
@pabloaure
pabloaure.blogspot.com

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