No hay mal que por bien
no venga
@pabloaure
22 de marzo. Toda una semana sumergido en el misterioso mundo
de las redes sociales. El mundo entero está atento a lo que allí se escribe o
se dice.
Los venezolanos no podíamos ser diferentes, es la única manera
de, al menos poder comparar opiniones e informaciones, porque los medios de
comunicación tradicionales o son medios propagandísticos a favor del régimen o,
están al acecho de una censura exagerada: “no digas tal cosa, ni se te ocurra
mencionar tal palabra, las cifras son estás y no aquellas, no hablen del número
de camas en las unidades de cuidados intensivos con respiradores que existen en
el país”. Por tal motivo se recurre a
las redes sociales donde también aparecen “noticias” falsas, por eso la
necesidad de contrastar opiniones e informaciones. Por ejemplo: ayer se hizo
viral un mensaje en el que se decía que unos colectivos mataron en el 23 de
enero de Caracas a tres personas que estaban jugando dominó y el supuesto
motivo fue por desacatar la orden de la “cuarentena social”. Me cuesta creer
que ese haya sido el verdadero motivo. La otra versión nos dice que ese múltiple
asesinato fue por ajuste de cuentas.
Esta última versión me parece más verosímil
y no me cuesta creerla, porque los sicarios, ante la no creencia generalizada
en el sistema de justicia, se han convertido en una forma de control social.
Muy grave. Pero cierto. Gravísimo ese asesinato, bien sea por “desobedientes” o
por ajusticiamiento. Señal inequívoca de la crisis social en la que está
inmerso nuestro país.
El asunto político como tal ha desaparecido. No se percibe a la
oposición ni tampoco al gobierno. Hay una especie de paralización. Nada de CNE
o de elecciones. Tampoco del cese de la usurpación. Esto al parecer ya se
definió: un régimen que somete y un pueblo inseguro que todavía no ha asimilado
la magnitud del problema.
Hoy es domingo. Misas por televisión. ¿Quién podía imaginar
que llegaríamos hasta acá?
Por lo pronto la credibilidad y/o la verdad ha sido la única
víctima que ha cobrado el Coronavirus en Venezuela. Y ojalá siga siendo la
única que ya es bastante.
No sé si alguien de los que me está leyendo conoce de alguna
defunción por causas del COVID-19 en nuestro país.
Algunos envían mensajes que
tratan de explicar que ese asunto del virus es un invento del régimen para
tapar el asunto de la gasolina. Por lo pronto, yo sí creo que el coronavirus es
una realidad, aunque no conozca a nadie que haya sido contagiado, tampoco creo que
las cifras que anuncian los voceros de Maduro son ciertas. Y no creo, porque a
esa gente no le creo nada desde hace tiempo.
En lo que sí creo es en el sentido común. Me explico. ¿Si alguien
no trabaja, díganme cómo obtiene recursos? ¿Si una persona está encerrada en su
casa cómo trabaja? Sigo tratando de explicarme. Entendamos que la mayoría de
los venezolanos compra en la tarde lo que se va a comer en la noche, simple y
llanamente porque se dedica al comercio informal o a determinados oficios: buhoneros,
camioneteros, plomeros, mecánicos, peluqueros y a un sinfín de actividades que
le proporcionan el sustento diario. Entonces ¿cómo carrizo se alimentarán? La
respuesta se las dejo a su imaginación. Luego, debemos analizar cuál será el
comportamiento del régimen cuando los ciudadanos lo desobedezcan. No habrá
guarimbas, no es Maduro vete ya, no estamos hablando del cese de la usurpación.
Es algo mucho más sublime: es de la alimentación de lo que estamos hablando.
Se aproximan momentos impredecibles en los cuales surgirán
eventos que le darán un giro definitivo a lo que hasta ahora hemos vivido
durante muchos años. En un principio habrá una gran anarquía, pero de allí
surgirá otra clase de dirigencia política que acabará con la casta que hemos
soportado en los últimos 40 años. Los que emergerán no serán producto de los
medios de comunicación ni de las clases económicas dominantes. Nada de eso. El
Coronavirus, así como extermina biológicamente a la gente, también exterminará
a quienes han desangrado al país, que no solamente son los chavistas, sino también
a los que se han hecho de la vocería opositora para cohabitar y lucrarse junto
al bandidaje.
Los cambios no se darán por componendas o por “pactos
sociales” elaborados por las mismas personas que nos trajeron hasta acá.
Solo es cuestión de tiempo.
Estas reflexiones las hago durante la vigencia de una cuarentena
social, la cual cumplo por voluntad propia y no por imposición del régimen.
Cuando considere que debo salir lo haré. Por lo pronto estoy en aislamiento por
razones precautelativas.
Pablo Aure
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