sábado, 20 de enero de 2018

Con la mano en el pecho/ @DimitryBelov

Con la mano en el pecho: Entre criminales, indiferentes y negligentes
@DimitryBelov
«Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra» (Juan 8: 7). Al día de hoy, todo el gentilicio venezolano entra en alguna de tres grandes categorías:
Los criminales: aquellos que por acción u omisión forman parte y participan del Estado fallido, del defalco del presupuesto público o de las organizaciones criminales que hoy desgobiernan a Venezuela. En este grupo, por supuesto está la cúpula de la alianza corrupta mal llamada “Polo Patriótico”, están todos los funcionarios civiles y militares que viven de comisiones y contrabandos. Contamos también a aquellos funcionarios que viven de la extorsión a empresarios y ciudadanos. No pueden faltar los políticos que se han hecho con la posición de “oposición oficialista” – ¡Sí! ¡Hay que nombrarlos!-  Esos que viven de ser candidatos eternos, quienes se jactan de ser cabezas de partidos “democráticos”, pero ellos son nombrados a dedo, en procesos nada democráticos donde se valen de artimañas y ollas podridas para anular a sus contrincantes dentro de sus fórmulas. Criminales son también los hampones comunes, los narcotraficantes, ladrones, violadores, capos, asesinos, estafadores, violadores. Así como -y para completar esta clasificación- se encuentran los criminales que son aquellos que con pleno conocimiento del comportamiento de todos estos grupos, se quedan callados o son cómplices porque reciben algún regalo, subsidio o participan de determinados cargo.
El segundo grupo, que no causa menos repugnancia, son los indiferentes. Estos se pueden explicar en menos líneas que el grupo anterior. Aquellos, a quienes no les importa nada y no creen en nada. A veces coquetean o hacen negocios con los criminales. Ese tipo de individuo que hace fiesta porque en medio de un incendio donde se quemaron 10 casas de su cuadra, la de ellos no sufrió, y aunque escucharon los gritos, no salieron a ayudar a nadie. Dentro de los indiferentes están los incrédulos, aquellos que no creen,  no les importan las cifras de fallecidos por armas de fuego en los últimos 18 años, no les afecta los niveles de corrupción del país, ni la mala calidad de vida. Esos, que no creen que existan en Venezuela un grupo de ciudadanos que hoy son torturados en las cárceles por el solo hecho de aspirar un estado libre, con separación de poderes y oportunidad de bienestar individual y colectivo. Los indiferentes son los  “venezolanos” que jamás han ayudado, y dudo que lo hagan, ni intelectual, ni con recursos, ni tiempo, ni esfuerzo, a que Venezuela sea un país libre y próspero .
El tercer grupo, -y donde lamentablemente se sitúa quien escribe estas líneas-, son los negligentes. No tenemos menos culpa que los otros grupos, pero paradójicamente nos enaltecemos nosotros mismos como moral y éticamente puros. Aceptémoslo, hemos sido negligentes en concretar la consolidación de la senda libertaria. Hemos sido negligentes en la planificación, en la estrategia y en la acción. Y donde más hemos fallado es en nuestra capacidad de unirnos. De identificarnos entre todos aquellos que anhelamos la república de estado del derecho y separación de poderes. Sí, hemos fracasado hasta ahora en mostrarnos al mundo como una fuerza con un objetivo y plan de rescate claro. Pedimos intervención internacional como un cheque en blanco sin sustentar como vamos a hacer viable y valedera esa ayuda en el tiempo. Fallaron los valientes del Junquito, falló Caguaripano, fallamos quienes creímos en la vía de la resistencia y la salida. Falló la gente del petróleo y los militares de abril del 2002 y los de ahora. Han fallado los estudiantes, los políticos, los gremios, los religiosos y demás grupos civiles. Como reza la cita al inicio, quien esté libre de pecados, que tire la primera piedra
En vez de perder el tiempo señalándonos, dediquemos el tiempo a poner la mano en el pecho, a ser sinceros al asumir errores. Aprovechemos cada segundo en consolidar la unión de los movimientos, en despertar de nuevo esa fuerza en los activistas, a reactivar los planes libertarios y mostrarnos como una fuerza coordinada. Cuando el mundo escuche el rugir de éste ejército de soldados libertarios, ningún ejército de la tierra o el cielo dudará en acompañarnos.

*Dimitry Belov

*Coordinador internacional de Compromiso Ciudadano

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