Negociaciones
encubiertas
@pabloaure
Ya estamos claros que el enemigo lo tenemos en el
gobierno, que esos señores que dirigen el destino del país son unos desalmados
y desde luego, no creen ni en la democracia ni tampoco respetan los más
elementales derechos ciudadanos. De eso no hay duda. No les importa encarcelar
y chantajear a líderes opositores, los graban, les montan ollas, inventan
cualquier cuento para inhabilitarlos. En pocas palabras el alto gobierno está
representado por individuos de la peor calaña. Donde la corrupción
administrativa quizá es el delito menos venal por ellos cometidos, pues se les
ha involucrado en diversas actividades propias de los cárteles de
narcotraficantes. Por cierto, aquí no hay distinción entre civiles y militares,
ambos se amalgaman para cometer sus fechorías.
Hago esta introducción para definir con exactitud
que tenemos identificado al enemigo y del cual queremos salir, no por capricho
sino para construir una Venezuela gobernada por ciudadanos decentes y honestos.
Para que el erario público sea invertido en servicios públicos y en obras de interés
social, para que no les falte absolutamente nada a nuestros hospitales,
escuelas y universidades. Para abrirle las puertas a los capitales extranjeros,
asegurándole que tendrán garantías de no ser invadidas sus propiedades,
expropiados u obligados a vender a precios “injustos” ya que el costo de inversión
no puede ser recuperado por el precio que lo obligan a vender. Sí amigos lectores,
es necesario hacer la advertencia de que sabemos de qué lado está el enemigo para
evitar esa cantaleta cuando opinamos sobre los errores de la oposición.
Pues bien, teniendo claramente identificado al
enemigo debemos escoger o seleccionar a los encargados de dar la batalla para
desalojarlos. Cierto, somos todos los venezolanos quienes debemos
involucrarnos, pero, como en todas las guerras hay líderes, guías cuyas
vocerías se imponen a la hora de señalar la ruta. Es aquí en este punto, donde
comenzamos a tener discrepancias; pues cuando las expresamos casi al unísono
algunos exclaman “el enemigo no es la MUD”, otros con elevada carga de cinismo gritan:
“son más críticos con la MUD que con el mismo gobierno, segurito que es el G-2
cubano quien está detrás de todo y eso ya los hace sospechoso” Vaya manera de
ser tolerantes y de aceptar que los demás ciudadanos también tenemos criterio y
observamos lo que ocurre en el país.
Me cuento dentro de los críticos, e identifico
palmariamente al enemigo. No hace falta que me lo repitan, pero como ciudadano
e integrante de ese ochenta y cinco por ciento (85%) que quiere salir de esta
gente y jamás toleraría que se instaurare un régimen similar, me siento con
derecho y con la obligación de reprochar las acciones o estrategias que pienso
son equivocadas para combatir a estos malandros que nos desgobiernan. Lo
advertí cuando se inclinaron por el Revocatorio, yo proponía y con argumentos jurídicos
y políticos que la Asamblea Nacional Constituyente era la apropiada.
Lamentablemente los partidos políticos con representación opositora en la AN se
impusieron.
La semana pasada nuestra amiga, la valiente mujer
María Corina Machado develó lo que muchos presentían pero nadie decía: que
algunos representantes de la oposición están en conversaciones con el gobierno,
para llegar a un acuerdo. Lo que no sabemos es: ¿cuál es el acuerdo que se
discute? Ayer domingo, Chúo reconoció el error en no haber reaccionado rápidamente
ante las sospechas.
Pre-diálogo.-
Cuando María Corina pone en evidencia esas
conversaciones, Chúo Torrealba, a la sazón jefe de la MUD anunció que no era un
diálogo propiamente dicho sino un pre-diálogo. En realidad no sé cuál es la
diferencia entre una cosa y la otra.
En política es normal que gobierno y oposición
dialoguen. El asunto es el compromiso que se asuma en esas conversaciones. Ni
siquiera es necesario evaluar a los interlocutores opositores –a los oficialistas
si-, pues lo que interesa son las propuestas y condiciones de la negociación.
Que nadie se equivoque, la MUD no es toda la
oposición. Claro está, es una coalición muy importante para fines electorales
pero, en estos momentos no estamos en elecciones sino en el diseño de una
política para desalojar a los bandidos del poder. Es por esa razón que quizá cuando hablaban de diálogo o pre-diálogo
decían que el referéndum era el único tema de las conversaciones (o pre-conversaciones).
Los acontecimientos y las develaciones han demostrado que no era del RR de lo
que hablaban, al menos para este año. Se ha filtrado la información que uno de
los temas que estaba en la mesa era la de cambiar el RR por elecciones
generales para finales del año que viene o principios del 2018. Como contraprestación
“anticipada”, el régimen se comprometería a liberar a los presos políticos.
El diálogo y
los interlocutores oficialistas.-
Todos los pronósticos indican que el referéndum no
se realizará este año, lo cual no significa que la palabra negociación desaparezca
del léxico político actual.
Vuelvo a las condiciones de las negociaciones, y ahora
sí, me referiré a los interlocutores oficialistas. Lo primero que se debe
negociar es el tiempo para la salida del régimen que hoy representa Nicolás Maduro,
es decir hay que hablar de transición. La forma como se implementará y quienes
serán los garantes de respetar el acuerdo. Como dicen los abogados: “los
fiadores”.
Aquí en este particular es importantísimo dejar
plasmado para la historia que el instrumento con el cual cuenta la oposición
para presionar, son los millones de ciudadanos que están desesperados, pero
nada se lograría si están estáticos en sus casas, por eso la presión debe ser
en la calle y de manera organizada. Una vez teniendo el control de la dirección
de los ciudadanos dispuestos a atender el llamado para protestar, debemos analizar
cuál es el pilar que sostiene al régimen, y a partir de allí, luego es menester
escoger al interlocutor oficialista con el que debemos entendernos. Sabemos que
el TSJ dicta las sentencias que el ejecutivo ordena, pero esas inconstitucionales
sentencias serían ineficaces si Nicolás Maduro no contara con un grupete de
militares que garanticen su ejecución. Pues entonces, con los que debemos
conversar es con esos militares y, si ellos no están dispuestos, nuestro deber
es buscar a otros que no dudo estarían deseosos de negociar la salida de aquellos
que han enlodado, mancillado y prostituido el nombre de la institución
castrense.
Un negociador
encubierto y otro descubierto.-
Cuidado si esas negociaciones para la transición
ya están en curso y no lo sabemos. No es de sorprendernos que en cualquier
momento aparezca un caballero -o una dama- plenamente identificado con la
oposición anunciando junto a un grupo de militares las condiciones de la
transición.
Basta de negociadores al detal, lo digo por lo
que ocurrió con el pobre y enredado Timoteo que ayer tratando de aclarar sus
infames declaraciones lo que hizo fue confundir aún más al colectivo. Timoteo
Zambrano no es más que un emisario de un partido político que conforma el llamado
G-4 de la MUD. Tengan la seguridad que él no realizó un “dibujo libre” él llevó
a cabo una encomienda. Recordemos que el principal líder de UNT está preso
luego de mantenerse por mucho tiempo en el exilio. Quizá la libertad de Manuel Rosales
se está negociando, lo que me parece muy válido, eso sí: siempre y cuando no
comprometa la libertad de millones de venezolanos que tenemos derecho de
zafarnos de este cautiverio llamado “madurismo”.
Pablo Aure
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