domingo, 7 de agosto de 2016

Autodefensa

¡Hasta cuándo!
Autodefensa
@pabloaure
Si entendemos la seguridad ciudadana como el conjunto de acciones y medidas diseñadas por el alto gobierno y encaminadas a garantizar la seguridad de los habitantes y de sus bienes, es lógico deducir que el régimen no ha cumplido con su obligación, lo que significa, que tampoco se ha interesado en mantener la paz en el país. En efecto, es imposible tener paz cuando los ciudadanos se encuentran al acecho de los delincuentes.
Nadie lo puede negar: hay una verdadera epidemia criminal en Venezuela, cuyo único responsable es el régimen. Aquí, no vale el argumento de la guerra económica, ni tampoco echarle la culpa al paro petrolero,  o decir que todo se debe a los acaparadores, o a los golpistas que se la pasan conspirando para derrocar a Nicolás Maduro. Ese cuento no cuadra con la inseguridad. El artículo 55 constitucional es claro, al establecer que “Toda persona tiene derecho a la protección por parte del Estado, a través de los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes…”. Desgraciadamente, lejos de sentirnos protegidos por los órganos de seguridad ciudadana, nos consideramos no solo desasistidos sino hasta atemorizados por esos entes que de acuerdo con la Constitución son los encargados de resguardar nuestros derechos.
Delincuencia desbordada.-
La semana pasada nos referimos a los constantes secuestros en Valencia. Hoy necesariamente volveré a insistir en el tema, ya que todos los días nos enteramos de nuevos hechos delictivos. Por cierto, al momento de escribir esta columna, leo en tuiter el siguiente mensaje “Sujetos armados ingresaron a funeraria Santa Rosa, frente a Negra Hipólita, y robaron a familiares de fallecidos”. Nadie se salva, solo los enchufados que gozan del privilegio de trasladarse de un lugar a otro en camionetas blindadas y con escoltas (que pagamos los ciudadanos).
Esos atracos a panaderías, tintorerías, y en cualquier establecimiento de comercio, ya son rutina; pero lo que mantiene en estado de shock a los valencianos son los permanentes secuestros que se ejecutan al caer el sol. Es del conocimiento público las zonas donde se cometen con mayor frecuencia, entre las cuales pudiéramos señalar todas las calles de Prebo, pero particularmente la Avenida Fuerzas Armadas (la del soldado) desde el IEQ,  las 4 Avenidas; en Valles de Camoruco la calle del colegio San Gabriel; en el distribuidor fábrica de cemento, esto es en Las Chimeneas, también en el sector “El Rincón” Naguanagua.  El modus operandi: un carro se detiene súbitamente, lo cual obliga frenar al carro que viene detrás, en este caso el escogido para el secuestro. Al detener la marcha, y en cuestión de segundos, la víctima se ve acorralada por otro carro que lo está siguiendo, de donde se bajan dos pistoleros en algunos casos con capucha, quienes obligan a la víctima a abrir la puerta bajo amenaza de muerte. Desde ese instante comienza el ruleteo. Se los llevan para la variante, les dan vueltas por distintas urbanizaciones, mientras hacen contacto con familiares o amigos para “negociar” el rescate que generalmente se acuerda en dólares.  Sin temor a ser descubiertos o detectados utilizan los teléfonos de sus víctimas para conversar con los negociadores. Les advierten que en el supuesto caso de que alguien haga contacto con la policía, ellos -los secuestradores-, se enterarían inmediatamente. He tenido conocimiento de muchísimos secuestros en situaciones similares; todos han resultado “exitosos” para los secuestradores. Es una gran industria, semanalmente son decenas de miles de dólares que logran obtener bajo esta modalidad.
¿Policías o campaneros?
No es descabellado pensar que algunos integrantes de los cuerpos de seguridad están involucrados, pues, es insólito que estando al tanto del modus operandi de la banda de secuestradores y los acostumbrados sitios donde son cometidos esos hechos, todavía no hayan diseñado un plan para evitarlos. Por ejemplo, el más sencillo: colocar alcabalas durante las noches en esas zonas en lugar de ponerlas durante el día, que habitualmente terminan dándole una mordida a la billetera de los motorizados que andan sin cascos, o matraqueando a los que se comen una luz, a quienes no tengan los papeles en regla o les falte algún trimestre por cancelar.
A los organismos de seguridad les digo: la alarma es por los secuestros nocturnos y no por los infractores de las leyes de tránsito.
La semana pasada dijimos que era política de Estado permitirle a los delincuentes que hagan de las suyas. Un pueblo asustado se encierra en sus  casas durante la noche, porque durante el día se mantiene buscando la comida.
El hampa cada vez actúa con mayor libertad. Asesinan, atracan y secuestran, con el entendido de que no les ocurrirá nada. Lo más probable es que muchas de esas bandas hamponiles tengan campaneros en algunos cuerpos de seguridad, sean estos municipales, regionales o nacionales. Al tener la zona “cantada”, actúan sobreseguros; desde luego el campanero recibe su comisión por el botín.
Mosca con las autodefensas
Así las cosas, lo que no ha pensado el régimen es que por ley natural los vecinos tratarán de diseñar la manera de protegerse. Eso es instinto de sobrevivencia. Imposible que no exista una reacción. Al seguir los malhechores ganando terreno y ante la falta de protección del Estado serán los ciudadanos quienes se organizarán. Esto es peligrosísimo porque ya hemos visto en lo que pueden terminar las “autodefensas” pero repito, de continuar la ausencia de protección estatal más temprano que tarde emergerán esas “autodefensas” quienes se enfrentarán para exterminar la delincuencia que les azota sus intereses y luego, probablemente intentarán sustituir un modelo fracasado por un sistema que funcione. Quiero preguntarle a cualquier gobernante independientemente de la tolda en que milite: ¿Qué harían ustedes si quien tiene la obligación de protegerlos no lo hace? ¿Dejarían que a sus familias los atraquen, secuestren o asesinen, o harían todo lo necesario para evitarlo?

Pablo Aure

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