viernes, 23 de octubre de 2015

Sobre consensos, hegemonía e instituciones para ello/ @SJGuevaraG1

Opinion

POLÍTICA Venezuela

EL NUEVO MODO

Economía XXXI
Santiago José Guevara García* / 23-10-2015
Santiago José Guevara García

Sobre consensos, hegemonía e instituciones para ello. Menudo tema. Reto duro en la Venezuela de aproximaciones “conceptuales” de ignorantes, pragmáticos y crematísticos. Muy duro reto, créanme. 

En nuestro campo de la Transitología, a pesar de más de cuarenta años de literatura mundial en la línea de la Transición a la Democracia y casi treinta, en la de la Transición del Comunismo al Mercado; ambas conceptualizadas como procesos de largo plazo, el estado de opinión nacional refiere una “transición”, entendida como mero cambio de gobierno, limitada a un trámite y al fingimiento de un nuevo estado de cosas. 

Ignorancia e intereses bastardos. No tiene otro diagnóstico. Tolerados por profesionales y medios, por lo demás. ¡Hazte un “programita” para unos dos años!, me dicen algunos. Es como creer que lavarse la cara tiene valor terapéutico en enfermedades terminales.

Por el contrario, una transición plenamente exitosa representa un cambio en la hegemonía. Ya no es tema del statu quo, sino de quienes aspiran a desplazarlo. Es cambiar la historia. Y, por las dudas, claro que se puede.

Deng Xiaoping, a pesar de su discurso continuista, no expresó, ni representó, lo mismo que Mao o su viuda. Igual, Suárez no expresaba, ni representaba lo mismo que Franco. Como Betancourt no tenía que ver con caudillos y autoritarismos de larga data.

La actual Venezuela debe ir a una nueva hegemonía. Ni castro-chavismo-madurismo-diosdadismo, ni “Ancha base”, “Pacto Institucional”, “guanábana, ni ningún otro esquema cupular rentista prebendal. 

Toca ir a una democracia progresiva, hasta su consolidación, y a un progresivo avance al mercado, hasta una economía productiva exitosa. El proyecto económico es central para ello. No solo lo que permite o promete, sino lo que representa a los sectores que lo impulsan. Legitimidad, pues.

Sígase el discurso de muchos “transicionalistas” actuales y no encontrará una propuesta al respecto. Una seria, quiero decir. Programitas de gobierno sí encontrarán. Tampoco, una respecto a la reinstitucionalización necesaria a esos fines. Solo algo de la procura de consensos, no necesariamente de calidad y ni siquiera entendida la lógica de los procesos que los permiten.

El proceso político a venir debe ser sobre bases institucionales y consensos óptimos. Que solo pueden ser progresivos. Y que es admisible desmejorar. No aceptemos menos. Pero, pasa que nuestro sistema político es de vocación cupular; por tanto, discrecional. Los cogollos venezolanos se niegan a dar paso a una fronda política abundante. Quieren vasallos.

E insistimos: Venezuela debe ir a una nueva hegemonía. ¿Que es difícil? Claro que lo es. Mucho más desde el hoyo en el cual nos metieron progresivamente desde 1968. El gobierno unipartidista, de base corporativa, y de inicio de la demolición de instituciones, de Rafael Caldera, de 1969 a 1974, fue el arranque de lo actual.

Viendo hacia atrás, compárese la calidad del consenso de Punto Fijo con la realidad de ese gobierno y posteriores y pregúntense si no hubo una pérdida en esa calidad. Revísense las actuaciones de Pedro Tinoco en el mismo lapso y en el primer gobierno de Pérez, junto al pandemónium de Gumersindo Rodríguez y otros, y evalúese si ése era el camino correcto respecto a las instituciones.

Y de ahí a ahora, Venezuela no ha cambiado. Todo lo contrario. Chávez y Maduro son solo la espuma piche de un batido en el cual están Rafael Caldera, Alfaro Ucero, Salas Römer, Julio Borges, Ramos Allup, el “Comando Venezuela” (el súper cogollo que dirigió la última campaña de Capriles) y otras exquisiteces caudillistas o cupulares. Todas, arbitrarias. Así no habrá transición a la democracia consolidada, ni a una economía de mercado poderosa. 

Podrá haber un cambio de gobierno… ¡a lo mismo de antes! Pero, con otra oportunidad perdida. Una vuelta a lo que trajo a Chávez. Y seguiremos, cual Sísifo, intentando levantar cabeza, para fracasar una y otra vez. ¿Es eso lo que aspiran o merecen los venezolanos de a pie?

Y amigo lector: esto no lo decimos en cualquier país. Lo decimos en uno que cuenta más de cien años de explotación petrolera. Que creció fuerte cuando tuvo instituciones económicas, y otras, de indiscutible conveniencia. Y que entró en turbulencia, cuando esas instituciones fueron desmanteladas y sustituidas por el carisma y la discrecionalidad.

¿Qué hacer? Bastante hemos mencionado en esta larga serie: Pero, no hemos dicho el cómo político, en las precisas circunstancias actuales. Y lo hacemos aquí: 1) nueva hegemonía legítima, 2) para reinstitucionalizar el país, 3) disponer y mostrar resultados progresivos de un proyecto económico y político de futuro –por fin, una economía productiva exitosa y una fuerte democracia- y 4) procura de un nuevo gran pacto nacional –el fulano consenso- con contenidos, no solo precisos, sino periodizados, explícitos. 

Nuestra exposición ya realizada, por separado, de los distintos procesos económicos transicionales dará paso a una estructuración y operacionalización esmerada del conjunto de acciones y condiciones de un proyecto de futuro económico para Venezuela. No un “plan de ajustes” para la “transición”. O un “Programa del Gobierno de Transición”, como plantean algunos sabihondos. 

No es, señores, asunto de un gobierno de dos o tres años: es tarea sostenida de varios gobiernos, sobre bases firmes e irreversibles. Pregúntese usted mismo si eso lo garantizan las praxis conocidas.

Una nueva praxis es necesaria. De cara al futuro, hambrienta de éxito nacional, lejana de atavismos y taras políticas. Un país nuevo se hace sobre bases nuevas.

* Santiago José Guevara García
(Valencia, Venezuela)
sjguevaragarcia@gmail.com /@SJGuevaraG1

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