El Papa Francisco ha dicho
recientemente que no hay familia perfecta. Igual ocurre en COPEI que coexiste con
luces y sombras, sin calzar el prototipo
de una familia partidista perfecta. Tiene la base del Humanismo Cristiano, pero
resulta evidente que la ideología en política no siempre marca el ritmo de las
cosas. Hay una tendencia a conceder primacía al valor pragmático de las recetas
sobre cualquier otra donde todo se mide por la utilidad que produce. Sin duda
el partido tiene sus principios y valores los cuales hay que acatar y aplicar; sin
embargo, como explicar la incredulidad que hoy le salpica, avivada por los
abusos de quienes tratan de pisotear los preceptos con pugnas fuera de lugar.
En COPEI la fuerza del ejemplo se ha
venido desvaneciendo por la acción individualista de unos cuantos compañeros
que laceran su imagen, transitando escenarios conflictivos. Parecieran ignorar
el momento histórico que vivimos, donde nuestra presencia es necesaria en los todos los
espacios del país.
Sin la vanidad de creerme
imprescindible, ofrezco estas modestas líneas a la dirigencia de COPEI, a su militancia,
a los decepcionados y a todo aquel que haya soltado los amarres en el partido,
como una herramienta dirigida a fortalecer el ánimo partidista y espíritu de
lucha que siempre hemos exhibidos los copeyanos frente a la adversidad de ayer
y particularmente la que hoy confrontamos.
Es inaplazable sacudirnos el desencanto
producto de los insólitos incidentes que tienden a frustrar el proceso de
reorientación adelantado por sus legítimas autoridades. A título enunciativo,
sugiero convocar, cuanto antes, en todos los estados, a militantes y amigos
independientes a una Amplia Asamblea
Informativa, a fin de dar a conocer los detalles y entretelones ocurridos y las acciones
jurídicas y estatutarias que deben darse a fin de contener o disipar la descompuesta
situación.
Hay que poner al corriente a la
sociedad civil, con el análisis práctico del problema interno a través de una Campaña Mediática, en redes sociales y
medios de comunicación, anunciando que los copeyanos no estamos penetrados por el
fatalismo o rendición; por el contrario, ante el complot urdido por grupúsculos
tutorados por el gobierno, demos cuenta que en COPEI se sobrepone la unidad, que
no arrojamos la toalla, esperanzados en el
renacer de la justicia.
Digámosle al país que la política tiene
sus infortunios, no es estática, se mueve y es cambiante y que la casual e
incidental anomia que se ha dado en el partido -hay que decirlo a viva voz-
será liquidada más temprano que tarde.
De allí que la ruta del COPEI
legítimo se fundamenta en el enorme y superior recurso renovable que es la
esperanza. No la perdamos. Nuestro accionar político en este duro y trágico
momento, es para dar el mayor esfuerzo posible dirigido a fortalecer la
impostergable tarea de ganar las parlamentarias.
Es el momento de patentizar que los copeyanos tampoco somos perfectos pero
sí necesarios.
Valencia 15 de agosto de 2015 Jesús Gánem Martínez
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