lunes, 11 de mayo de 2015

Dignidad o nada

¡Hasta cuándo!
¡Dignidad o nada!
Pablo Aure
pabloaure@gmail.com
@pabloaure
La educación, y no el adoctrinamiento, es la solución a la crisis nacional. Mientras no lo entendamos así estaremos condenados a permanecer y a seguir sumergiéndonos en la ignorancia y, desde luego, en el atraso. 
No me estoy refiriendo solamente a la educación universitaria, de la cual hablo, es a la educación como un todo, como la que forma y ayuda a los individuos a la toma de decisiones correctas y los prepara para ser útiles para el progreso de las naciones. Con la educación se toma conciencia, cuestión que tanta falta hace en Venezuela. 
Cuando los líderes no están bien educados, formados y preparados para dirigir las políticas públicas, vemos situaciones como las que padecemos hoy en nuestro país. Esto es un desastre, por donde lo queramos ver. La improvisación es la reina de las consejas criollas. Los gobernantes viven del cuento. No invierten en lo que deberían invertir, que es en la educación, porque prefieren gastar el dinero en lo que ellos creen les dará soporte a sus pretensiones hegemónicas. Claro que ellos saben que en los países educados sus ciudadanos son más exigentes y más libres. Aquí no quieren ni lo uno ni mucho menos lo otro. El régimen pretende condenarnos al conformismo y a la esclavitud. Se equivocan porque mientras podamos alzar la voz de protesta seguiremos obstinadamente empeñados en alertar el peligro que nos acecha desde Miraflores. 
Universidad en la hoguera
Ya basta de seguir soportando el calor que nos carboniza sin reaccionar enérgicamente. Qué profesional universitario puede imaginar siquiera que las casas de estudios superiores pueden cumplir a cabalidad el verdadero rol que les corresponde con la miseria presupuestaria que el Ejecutivo nacional destina para ellas. Parece mentira, pero también esa modorra que vemos en buena parte de la extensión nacional, ha adormecido el fervor universitario. Sus trabajadores somos los peores pagados del continente, solo superamos por escasos dólares (quizá centavos) a los del régimen cubano. Que nadie lo dude, esto no es un asunto de aumentos vergonzosos de nuestro salario, esto va más allá. El asunto es transformar el modelo político que nos gobierna. 
Hoy luchamos por el aumento de los sueldos y el respeto a la Convención Colectiva de los Trabajadores del sector, pero esa lucha nunca se terminará; y cada seis meses tendremos la misma exigencia, porque la inflación convierte en sal y agua cualquier aumento que hoy recibamos. Esos aumentos probablemente surtirían efecto en aquellos países donde la economía se comporte decentemente, donde no exista la grosera inflación que hoy nos consume en Venezuela. 
No es solo sueldos
No es solo sueldos, también está la falta de insumos para los laboratorios, para la investigación. Es un asunto alarmante. El equipamiento de nuestras facultades, el mantenimiento de la planta física es insostenible. Los recursos que el gobierno destina en la Ley de Presupuesto para las universidades solo alcanza para los primeros cuatro meses del año, luego bajo una práctica perversa obliga a las instituciones educativas a recurrir a créditos adicionales que a cuentagotas llegan, pero de manera deficitaria. 
No hacemos nada con el aumento. Bueno, en realidad, no es el aumento, sino el ajuste de los sueldos. Porque tampoco tenemos las condiciones necesarias para ejercer la docencia con dignidad. Salones de clases sin aires acondicionados, laboratorios sin insumos, áreas verdes enmontadas, autobuses destartalados, estudiantes con limosnas como becas: ¡esa será la universidad del socialismo del siglo XXI, pero jamás la que un verdadero universitario debe soñar! 
Unidos con sentir universitario
Me sumo a las voces que protestan y exigen no solo el aumento salarial sino un trato digno para las universidades. Las universidades son sitios de encuentros y desencuentros. Del debate constante; del respeto y fomento a la diversidad ideológica. Nuestra única arma la cual desenfundamos corajudamente es la fuerza de la razón. Hoy, esa razón nos llena de fuerza, de entusiasmo, y nos amalgama en un solo cuerpo para luchar por el rescate y la dignidad universitaria. Profesores, estudiantes, empleados y obreros hemos entendido que esto no es un asunto de ideología sino de conciencia. Si nos quedamos con los brazos cruzados estamos asistiendo al sepelio de nuestra Alma Máter. 
Vaya mi respaldo sin vacilar a nuestras asociaciones gremiales, a la Fapuv muy bien dirigida por la profesora luchadora Lourdes Ramírez de Viloria y a la APUC presidida por el aguerrido profesor Jesús Villarreal. Mi llamado a seguir abonando la unidad en el resto de las asociaciones sindicales y estudiantiles. La universidad reclama acciones enérgicas en su defensa. Compañeros universitarios: ¡Dignidad o nada! 
Otrosí: el extraordinario liderazgo de nuestra rectora Jessy Divo de Romero ha hecho posible el poder mantener la embarcación navegando siempre hacia el norte a pesar de las aguas turbulentas que surcamos.   

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