Mientras el gobierno invierte grandes sumas de dinero para mantener
menos inquieto al sector militar, que manejan las armas de fuego, nuestras
universidades, cuyas únicas herramientas que utilizan son las ideas para
fomentar progreso y bienestar nacional, cada día se empobrecen más. Los sueldos
de los universitarios son de hambre y cada vez alcanza menos para mantenerse merecidamente.
Aunque es chocante hacer comparaciones, es inadmisible la desigualdad con que
este gobierno trata a los universitarios. Un militar que se encarga de la
confrontación armada es mejor remunerado que un docente que forma a las nuevas
generaciones. ¿Cómo explicar eso a alguien que quiere progreso y paz?
Con campañas publicitarias pretenden hacer ver que en Venezuela existe una
gran revolución educativa cuando lo cierto del asunto es que hoy padecemos unos
de los más atroces retrocesos de la historia. El 75% de las escuelas públicas fueron
construidas antes de la llegada de este modelo de gobierno, y con mucho menos presupuesto. Pero si
queremos hacer referencia a un acto verdaderamente revolucionario en la
historia de la educación venezolana podemos mencionar el programa de becas
Gran Mariscal de Ayacucho fomentado durante la mal llamada IV Republica. Digo
que fue un acontecimiento revolucionario porque mediante ese sistema de becas
miles de bachilleres de las diferentes clases sociales cursaron estudios
superiores en el exterior, así como también pudieron hacerlo muchísimos
profesionales graduados en universidades venezolanas que viajaron a distintos países
de América y Europa con su beca Gran Mariscal de Ayacucho para cursar estudios
de 4to y 5to nivel. Haciendo la salvedad que a ninguno se le pidió referencias
partidistas, no fue política para otorgarlas exigir el color de su militancia política
ni tampoco eran chequeados en una lista para constatar si estaban o no en
contra del gobierno.
A diferencia del desempeño de los programas de becas de antes, hoy no
solo es que se ven limitadas las universidades para conceder becas sino que son
cada vez es más reducido el número de profesores que ha logrado ir al exterior
a continuar su formación, y que en este momento están pasando penurias porque
desde hace varias semanas están suspendidas las remesas para su manutención.
El salario de un docente universitario da vergüenza si lo comparamos con
el de otras naciones. Nuestros profesores
tienen una asignación promedio menor a los 100 dólares mensuales. Si lo
comparamos con los sueldos de antes, la diferencia es abismal. Esto quiere
decir que es absurdo que el régimen siga hablando de revolución cuando la
realidad del asunto es que ellos se han empeñado en destruir las universidades
y de empobrecer a los universitarios.
Lo miserable del asunto es que
muchos de los que hoy ocupan altos cargos en el gobierno, incluidos algunos de
los que laboran dentro del Ministerio de Educación Universitaria quizá fueron
favorecidos con el sistema de becas Gran Mariscal de Ayacucho.
No podemos tener una conclusión distinta a la de que el régimen no
piensa en educar al pueblo sino la de adoctrinarlo; por eso el castigo
presupuestario a nuestras universidades libres, autónomas y plurales.
Para nadie es un secreto que la mayoría de los
ministros, gobernadores y altos jerarcas civiles o militares tienen a sus hijos
estudiando en el extranjero, quizá esa sea una de las razones para no
preocuparse por nuestras universidades. Mi llamado es a exigir nuestros derechos, a realizar los reclamos
de manera constante y enérgica, como lo sabemos hacer los universitarios. Si
queremos construir una mejor Venezuela comencemos educando al porvenir,
diciendo las cosas por su nombre, ya basta de edulcorar las posiciones, eso ha
hecho que el régimen vaya ocupando terreno en la destrucción de nuestras casas
de estudios superiores.
Prof. Pablo Aure
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