El Carabobeño
¡Hasta cuándo!
Carne de cañón
(Foto Archivo / El Carabobeño)
@pabloaure
Cuando leemos expresiones de gobernantes que tratan de hacer ver que
las manifestaciones de los jóvenes suscitadas en todo el país son
promovidas por dirigentes políticos con el supuesto propósito de
desestabilizar al régimen, y que, además, reconociendo perversamente que
quien ose protestar se presenta como carne de cañón para los
desadaptados (colectivos) del oficialismo. No tenemos otra reflexión que
decir: a confesión de parte, relevo de pruebas. Me explico: siendo las
protestas un derecho consagrado en el artículo 68 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela y, por lo tanto, estando obligados
los organismos de seguridad del Estado a garantizarlo, de acuerdo con
lo establecido en el artículo 55 de la Carta magna, resulta
contradictorio, por no decir criminal, que algunos gobernantes se
adelanten y digan semejante atrocidad. Reconocen que no garantizan los
derechos, y les consta y no hacen nada para evitar que grupos armados
atenten contra los manifestantes.
Eso ocurre en Cuba desde hace más de medio siglo, y aquí desde que
llegaron éstos al poder. Los colectivos son sus bandas armadas, y la
Guardia Nacional, un parapeto que no impide acciones vandálicas. Es más,
se hacen parte de las mismas.
Con dolor he escuchado a algunos jóvenes decir que prefieren perder
la vida en una protesta que perderla en un atraco. Son exclamaciones
dantescas, pero de alguna manera reflejan la grave situación de un país
en que el régimen pretende condenar al pueblo a la esclavitud, o al
silencio. No podemos protestar porque somos desestabilizadores. Debemos
acostumbrarnos a hacer colas o comer lo que encontremos. A que nos
atraquen y nos humillen para no molestar a esta cuerda de dictadores,
nacionales y regionales. Son sagaces a la hora de montar una olla fabricándole un expediente judicial a
quienes dirigen las luchas democráticas, quizá no para acallar a los que
arbitrariamente puedan incriminar, sino para persuadir a otros para que
no levanten la voz y acepten el irrespeto gubernamental.
Cadena humana
Ya es un clamor popular el descontento que se siente en las calles.
Es algo que el gobierno no podrá detener. Es cuestión de tiempo. Las
manifestaciones son espontáneas y las convocatorias se hacen por las
redes sociales. La juventud asumió la tarea de liderar su futuro. No
esperan líneas, son ellos los que deciden qué hacer y cuándo hacerlo.
Ayer, de norte a sur, Valencia fue atravesada por una vigorosa cadena
humana. La gente desde la redoma de Guaparo hasta la avenida Las Ferias
estuvo agarrada de la mano como demostración de amor a la paz y a la
necesidad de mantenerse unidos para lograr los cambios anhelados.
Sociedad descompuesta
El domingo, Valencia amaneció consternada por la triste noticia del
asesinato de dos religiosos salesianos víctimas de la inseguridad. De la
misma inseguridad que ha enlutado a miles y miles de hogares
venezolanos en los últimos 15 años. Lo de ayer fue algo abominable: dos
jóvenes, nacidos y alimentados con el veneno del odio “revolucionario” entraron al Colegio Don Bosco
empuñando armas blancas y le propinaron la muerte al padre Jesús
Plaza y al hermano Luis Sánchez, e hirieron al director del
Colegio, el padre juan David Marín. Los motivos, aparentemente, el robo.
¡Qué atrocidad! a dónde hemos llegado. El hampa entra a robar y a matar
a dos ancianos sin la menor compasión. No es la primera vez que en
Valencia atracan en espacios religiosos. De hecho, se han adecuado los
horarios de misa para proteger a los feligreses del acecho de los
malhechores.
Lo ocurrido en la noche del sábado no pareciera solo un hecho
criminal, sino también diabólico. La saña con que actuaron los asesinos
no puede parangonarse sino con un acto de Satanás. ¿Quién puede asesinar
despiadadamente a dos personas octogenarias? Hoy, y haciendo mías las
palabras de monseñor Roberto Sipols, debemos decir que esos ancianos
salesianos están en el cielo con María Auxiliadora.
Plazo a los malandros
El Colegio Don Bosco, lugar de la tragedia del fin de semana, está
ubicado a tres cuadras de la Gobernación del estado Carabobo.
A comienzos de año ocurrió un crimen con el mismo ensañamiento contra
la reina de belleza Mónica Spears y de su marido. En esa oportunidad y
en tiempo récord, se capturó a los supuestos autores del crimen: los
integrantes de la banda “los sanguinarios” que operaba en la autopista
Valencia-Puerto Cabello, sector El Cambur. En enero, nuestro estado fue
macabramente noticia. Ahora, en febrero, lo volvemos a ser con la brutal
muerte del padre Plaza (+) y del hermano Luis (+)
El 21 de enero, el gobernador de Carabobo, supuestamente y que le
había dado un ultimátum a delincuentes del estado. Declaró públicamente
“... tendrán un plazo de 20 días para deponer las armas, o de lo
contrario se les aplicará todo el peso de la ley”. De entrada, debemos
decir que esas declaraciones fueron infelices, porque a los delincuentes
no se les da plazo, se combaten, y punto. No sé con qué cuento saldrá
el mandatario regional ahora que se venció el plazo dado a los malandros
y asesinaron a estos dos religiosos prácticamente en sus narices.
Dolor por los familiares, y vergüenza por el trato gubernamental dado
a estos lamentables acontecimientos. Probablemente nos digan de nuevo
que la inseguridad no es tal, sino que se trata de una sensación.
Descomposición social
Reinas de belleza, ricos y pobres, independientes o militantes,
creyentes o ateos, no escapan de la inseguridad en Carabobo. Tampoco en
Venezuela.
Volvemos una y otra vez a hablar de la inseguridad, un tema al cual
nadie puede evadir, porque a todos nos persigue y nos afecta. Mientras
los hampones siguen haciendo de las suyas desde el alto gobierno se
preocupan por la estabilidad o permanencia en el poder. La inseguridad
pareciera ser, entonces, una manera de garantizarles la subsistencia. La
sociedad preocupada por sus vidas quizá tiene menos tiempo para meterse
o preocuparse por los desmanes gubernamentales, y desgraciadamente no
muchos entienden que este descalabro ha ocurrido por la descomposición
social que en buena parte ha fomentado el régimen.
Diosdado Cabello se ufana de sentirse aliado de los colectivos
armados. La ministra Iris Valera escribe en su cuenta tuiter: “ #TROPA
los guarimberos les tienen culillo a los colectivos organizados! Los
colectivos somos pilar fundamental para la defensa de la patria!” O sea,
reconoce que los colectivos organizados (léase armados) son los
defensores de la revolución. Lo que es inconcebible es que ni los
fiscales ni el defensor del pueblo enciendan sus alarmas y los llamen al
botón. Tampoco dice nada la Fuerza Armada venezolana, que con su
silencio acepta que es verdad, quedando los militares al servicio del
régimen como mirones de palo y con disfraz verde oliva.
@pabloaure
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