Francisco
Montoya Travieso
Negar
un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue
siendo un hecho.
La
verdad sea dicha, cuesta
sobreponerse y asimilar los golpes que intenta asestar a la
valencianidad este
“proceso” que sufrimos. Al despojo de bienes culturales y ciudadanos
como el
Teatro Municipal, el Parque Recreacional Sur y la Plaza de Toros, se
agrega
ahora, en forma inaudita, el intento del cambio de nombre de la
Maternidad de
la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera, distinguida desde 1982 con el
epónimo de
Dr. José Luis Facchin de Boni. Nombre aprobado con la aceptación total
del
cuerpo médico de la institución y mediando
las gestiones encabezadas por el Dr. Alberto Sosa Olavarría.de ese
merecido
reconocimiento Si con los primeros despojos se persigue realizar una
revancha
post-electoral ante el fracaso del candidato oficialista, agregándoles
la designación inconstitucional de un “Protector” de la zona Sur, no
se logra
entender la finalidad perseguido con el cambio de nombre institucional
mencionado. La explicación puede encontrarse el la intención reconocida
del
“proceso” de cambiar la Historia, de destruir sus basamentos culturales y
emocionales
y sustituir valores auténticamente consagrados y respetados por la
colectividad
por otros “valores” que distan mucho de
ser reconocidos como tales por la comunidad valenciana en una evidente
mayoría. “Valores” que nada tuvieron
que ver directamente con el desarrollo y evolución satisfactoria de la
Maternidad Hospitalaria. Sino todo lo contrario. Y uno se pregunta ;
¿Cuál puede ser la
intención de fondo que motiva ese cambio de designación epónima de la
Maternidad del HCV? Será acaso el desconocer los méritos alcanzados por
quienes
lograron desde el ejercicio de su sensibilidad médica y social, como son
los
casos, entre otros de los Dres. Armando Arcay Solá (Caso Maternidad del
Sur) y
José Luis Facchin de Boni (Caso Maternidad de la Chet) ? Será acaso una
demostración mas de la ignorancia de la historia médica carabobeña que
se
pretende desconocer, negando la trascendencia de sus valores realmente
realizados y sustituirlos por otros “valores” que lo que demostraron fue
gran
incapacidad al no hacerle frente por muchos años a una necesidad
asistencial
impostergable? Lea Ud. la bien
documentada historia de ese Centro Asistencial, escrita por el Dr.
Alberto Sosa
Olavarría, para que pueda tener una idea
de la indudable justificación de la
designación de esas Maternidades
con tan ilustres nombres. Así se dará
cuenta Ud. de las innegables trayectorias humana, médica, docente e
institucional que respaldaron y siguen respaldando la razón de ser de
esas escogencias.. Piense Ud. en la cantidad de
tiempo que tuvo que transcurrir para que se resolviera el problema que
significó la destrucción hospitalaria por voraz incendio ocurrido en el
año 2001. Y pregúntese Ud. si
puede haber justificación en la designación con otro nombre a esa
Institución,
por un nombre que lo que hace es poner
de manifiesto la incapacidad arrastrada por los gobernantes que
en su momento debían haber dado la más rápida y urgente de las
soluciones al
problema que planteaba la falta de los
servicios por parte de esa Maternidad , no
resuelto al aceptar la enorme crisis de
asistencia que tuvo que arrastrarse, con implicaciones de sufrimiento
humano y
muy probables consecuencias de mal funcionamiento institucional :
hacinamiento
y demora inevitable en la prestación de asistencia ante las emergencias
que tuvieron que presentarse en
tan largo e injustificado período de espera. ¿ Hay moral entendible en
el
intento de designar con otro nombre esa Institución asistencial, habida
cuenta
que ese nueva designación sólo hace recordar la responsabilidad de
quienes no
fueron capaces de resolver oportunamente
la situación planteada ? Sobre esa
incapacidad cae lapidariamente el peso de la Historia médica asistencial
carabobeña que es imposible desconocer con decretos sin sustentación en
la
realidad vivida. ¡Hacen pensar en Isaac Asimov !
No hay comentarios:
Publicar un comentario