domingo, 1 de diciembre de 2013

Palabras de despedida al amigo y maestro Leoncio Landaez Otazo/ Eloy Rutman



Al medio día de hoy despedimos a nuestro amigo Leoncio Landaez Otazo, quien en vida supo cultivar el valor de la amistad. Junto a su esposa, hijos nietos, profesores, alumnos y amigos del "Negro" Landaez  fuimos hasta la Facultad de Ciencias Juridicas y Políticas de la Universidad de Carabobo,  para rendirle honores; el profesor Eloy Rutman exdecano de la Facultad de Derecho pronunció el discurso de despedida....

Palabras de despedida al amigo y maestro Leoncio Landaez Otazo/ Eloy Rutman
"Con esta despedida, la Academia pierde una de sus mejores figuras y los que lo vivimos a plenitud, tenemos una sensación de soledad eterna que no apagarán las lágrimas por su inesperada ausencia.
En realidad, se trata de la marcha de un maestro, que ejerció su magistratura hasta el último aliento y dejó plasmada páginas profundas del Derecho que enseñó y practicó. Su ilustración se forjó en las Aulas de la vetusta Facultad de Derecho del centro de Valencia y se acrecentó en el estudio posterior en Estados Unidos, Italia e Inglaterra. En todos esos Países abrevó de su Sociología, vivió sus Universidades, pero también sus calles, se aventuró en la penumbra de sus encantos e hizo vida propia.
Tuve la suerte de tenerlo como mi primer evaluador, mi primer profesor, mi consultor y mi amigo. Siempre lo tuve cerca, hasta en los momentos más tristes, cuando su palabra de aliento aún retumba en esta noche que escribo. Su rúbrica, con la de Bonnemaison, están en mi título de Abogado. Tenía un conocimiento enciclopédico de nuestra ciencia, pues se trasladaba del Derecho Público, donde lo conocí, al privado y al social de manera asombrosa. Opinaba con acierto de Derecho Constitucional y escribía con enjundiosa prosa sobre comercio electrónico. Varias veces tocamos el tema penal, que entendía a perfección. Era un erudito de la lógica jurídica, que manejaba con acierto y le permitía acercarse como nadie al entreverado de un tema legal cualquiera. Si algo pudiera quedar en este ámbito de su talante, por todos los tiempos, será su templanza para la docencia, la cual ejerció como un sacerdocio hasta en este recinto, donde no tenía limitaciones de tiempo ni de distancia, venía por sus propios medios y enseñaba como nadie, con la experiencia acumulada de sus años de dedicación y estudio, porque el maestro cultivó la formación permanente y su lucidez expresiva, completaba el esplendor de estar contemplando a un clásico.
Fue de conversación llana, fluida, amante de la cotidianidad, fino humorista y mejor cantor. El italiano fue su suerte, lo embriagaron sus canciones y la poesía y la bohemia que guardaba celoso, en momentos traspasaba las fronteras de la formalidad y con sus amigos, en las noches largas de la vida, buscaba ansioso las voces dulces de la juventud o los agudos llamados del mediterráneo, donde entre riscos amalfitanos encontraba el encanto de sirenas ocultas, en cuyos mares sumergía la memoria y se rememoraba San Remo al final de la costa azul, donde ese idioma se nos mete en el alma. Vivió como quiso, jurista con espíritu de tango, porque jamás habrá derecho sin magia, ni ejercicio sin el placer de sentirlo, ni investigación sin corazón palpitando cuando se llega a la verdad, ni judicatura insensible al dolor del procesado. Ese pensamiento que nos mostró en sus haceres, dejó sembrada una Escuela de actuación y de animación, donde el deber y el estudio no son incompatibles con el placer de los paladares y el gusto por lo hermoso, en todas sus facetas. Así murió, docente de siempre y escritor de fina pluma, recordando la guitarra y el salero.
Formó familia y cultivó con pulcritud la formación de sus hijos, todos Abogados de bien, unos en la docencia, otros en el sistema judicial y en el ejercicio, pero todos con la nobleza y el respeto que abrevaron de su casa. Lo sobrevive Nelly, valiente, soberana y solidaria esposa, que lo ayudó a construir, que lo alentó, quien lo animó en los momentos duros, quien se fajó con sus hijos como madre abnegada y no reparó en el tiempo para ejercer el derecho y la judicatura con acierto asombroso, de donde salió incólume y con la frente en alto. En su dolorosa viudez la acompañamos en este triste partir, con la seguridad de su recia personalidad para seguir adelante y de su inquebrantable fe cristiana para entender el final de la vida, como una etapa hacia insondables profundidades, otra posta hacia caminos de otros estadios, un camino sin dolor hacia otra existencia.
Elevo en este acto una oración al creador, para que el equilibrio sustente la elevación del maestro, para que su obra sea digna de la misericordia divina, para que sea acogido en paz en el Olimpo. Elevo una oración al creador, para que perdone nuestros errores, que fueron lavados con solidaridad y cariño para sus semejantes, porque el maestro Landaez, el negro Landaez, deja una legión de amigos, una manifestación de voces , un conglomerado de soñadores que esperamos nuestro turno en esta vida, donde cada día hay que levantar una ilusión y una esperanza. Salve negro, honor a tu figura y a tu talento. Honor a las ilusiones que despertastes en mi vida y en la de muchos profesionales que tenemos parte de tu palabra, honor a tu imbatible familia, que te llevará orgullosa, Honor a la academia que te despide, jubilosa a la sombra del patio, siempre consecuente con los que parten. Salve maestro de maestros, pastoreño de Valencia, que la patrona te acoja en su seno y que en tu nuevo pasaje encuentres el descanso eterno. Parte seguro, que aquí te estaremos recordando siempre, amigo."

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