viernes, 23 de agosto de 2013

Origen de las expresiones: Jalabolas, jalamecate y echarse las bolas al hombro

Jalabolas

Alexis Márquez Rodríguez

La palabra “jalabolas” no aparece en el DRAE, pero sí en el “Diccionario de venezolanismos” (UCV / M. J. Tejera): “Jalabolas: Adulador”; y en el “Diccionario del habla actual de Venezuela” (UCAB / Pérez - Núñez): “Jalabola (s): Persona que consecuentemente utiliza la adulación como medio para obtener sus fines. (…)”. El DRAE sí registra “jalador, ra”, con la marca de venezolanismo y definido como “adulador”.
Tampoco figura en el DRAE, pero sí en los otros dos diccionarios mencionados, la palabra “jalamecate”, equivalente a “jalabolas”. En ambos casos la definición como “adulador” simplemente, o “adulante”, que en Venezuela es más popular que la primera, es válida, pero no suficiente, pues no precisa la carga semántico-afectiva con que se usan “jalamecate” y “jalabolas”. Se trata de la adulancia servil, generalmente al poderoso en cualquier campo, sobre todo en el económico y en el político. Adulancia rastrera y despreciable del subalterno al jefe, del inferior al superior, aunque la “inferioridad” no sea intrínseca, sino que derive precisamente del acto de jalabolismo, como ocurre con el intelectual, letrado, profesional de alto grado académico que adula a quien le es intelectual o moralmente inferior, devenido en poderoso porque tiene dinero o alguna otra fuente de poder.
El origen de “jalabolas” es incierto. Se tiene por expresión vulgar, de la cual “jalamecate” sería un eufemismo. Pero no es así, porque “jalamecate” es anterior a “jalabolas”, y esta posiblemente sea derivada como variante de aquella. Una vez leí u oí de alguien que “jalabolas” viene de cuando en las cárceles del siglo XIX y comienzos del XX, tiempos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, algunos presos que, por tener recursos, eran más o menos poderosos, hasta donde se puede serlo estando en una cárcel, pagaban a otros presos para que les cargasen las pesadas bolas de hierro que, atadas a una larga cadena que llevaban al pie, les impedían correr, y para caminar tenían que cargar sobre sus hombros la bola (origen de la expresión “echarse las bolas al hombro”), a fin de aliviarse el impedimento. A esta especie de cirineos que cargaban aquellas bolas, para que el que pagaba pudiera moverse con cierta facilidad, los llamaban “cargabolas”, expresión que con el tiempo derivó hacia “jalabolas”. No doy por segura esta explicación, pero luce muy verosímil.
Jalar mecate: Se dice que esta expresión viene de la época de la guerra de independencia. Al parecer al Libertador le gustaba que le mecieran la hamaca al dormir valiéndose de un mecate. Para esta tarea se ofrecían peones, soldados y hasta oficiales, buscando ganar favores o caer en gracia con Simón Bolívar. Hoy, todo adulador o persona que busca favores con lisonjas también se le dice “jala mecate”.
Echarse las bolas al hombro: Erróneamente se cree que significa ponerse los testículos al hombro, lo cual, aparte de doloroso sería muy complicado. Contrario a una expresión usada para señalar a los flojos y personas perezosas. Alexis Márquez Rodríguez sostiene que la expresión deriva del uso de grillos o grilletes con los presos durante la dictadura de Gómez. Eran grandes bolas de hierro muy pesadas, con cadena larga y candado que se ceñían a los tobillos de los presos, para que realizaran los trabajos forzados a los que se sometían, evitando el riesgo que se fugaran. En algunos momentos, para aliviarse, se echaba las bolas al hombro. Al preso que acostumbraba a hacerlo así, lo calificaban de flojo, porque en vez de ir arrastrando las bolas con el pie, se las echaba al hombro.

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