domingo, 2 de junio de 2013

Contra un gobierno enemigo de las universidades acción...pluralidad y cero demagogia


Nadie puede estar en desacuerdo con las exigencias de los trabajadores universitarios. No solamente de nosotros los profesores, que somos quizá los que peores sueldos recibimos en el mundo; por ejemplo el de mayor escalafón y a dedicación, que es un profesor titular con casi dos décadas en ejercicio de la docencia y a dedicación exclusiva gana Bs. 7.232 al mes; lo que significa que al llevarlo a dólares según el valor referencial oficial (1 dólar equivalente a 6,3 bolívares) ese sueldo equivale a 1.147 dólares al mes, menos de la mitad de nuestros colegas en Latinoamérica. Desde luego, eso es calculándolo al cambio oficial que nadie tiene acceso, Un profesor con esos sueldos ni siquiera le alcanza para cubrir la canasta básica que ya ronda los Bs. 9300.
Eso es solo para mencionar el sueldo de quien más gana en una universidad, imagínense ustedes los profesores que se inician o de menor escalafón. O el sueldo del personal administrativo o de los obreros. O las becas de nuestros estudiantes que apenas llegan a Bs. 400; lo que significa que la lucha no debe ser enfocada solo por reivindicar los salarios de los docentes sino de toda la comunidad universitaria. Pero también debemos incorporar en esas exigencias un presupuesto digno para las universidades para crecer en infraestructura y darle respuesta a las comunidades que desean estudiar en nuestras Casas de estudio superiores, lo mismo para becar al personal docente y de investigación para que puedan realizar sus postgrados en el exterior, como en su época lo hicieron aquellos que hoy están en altos cargos dentro del gobierno nacional y ahora le niegan los recursos a las universidades que los formó. También tenemos que incorporar dentro de las peticiones, más y mejores autobuses para transportar a nuestros estudiantes. Eso también es una necesidad vital, no quedarnos solo en el incremento de nuestros salarios que aunque es de justicia, tampoco podemos aceptar o resignarnos en convertir nuestras universidades de simples pagadores de sueldos y salarios. Aquí hace falta dinero para la investigación, para dotar nuestros laboratorios acondicionarlos como nuestros profesores, investigadores y estudiantes se lo merecen. Por eso siempre he luchado.
Insisto: aquí no se trata de buscar un aumento y quedarnos callados, lo que se impone es hacernos respetar, y eso pasa en principio por respetarnos nosotros mismos. Ser tolerantes ante las críticas pero sobre todas las cosas mantener como principio fundamental la pluralidad dentro de nuestras universidades.
Mucho he escuchado de aumento salarial pero poco se ha insistido que el único instrumento valido para esos ajustes son las “Normas de homologación”, que son derecho positivo para nosotros como profesores. Esas normas fueron aprobadas y publicadas en Gaceta Oficial y en ellas se establece que nuestro salario será ajustado periódicamente atendiendo a la inflación. Este gobierno que dice ser respetuoso de los derechos de los trabajadores y ufanarse de tener una Constitución de avanzada, donde se establece el principio de la progresividad en materia de derechos humanos, pretende desconocerlas y “aumentar” unilateralmente los sueldos de los universitarios dependiendo del capricho de Miraflores. Contra eso yo también lucho.
Mis adversarios no son mis colegas profesores, sino esta dictadura militar que intenta destruir las universidades, permitiendo que los talentos que formamos se vayan del país y no se escoja la carrera docente porque nadie puede formar un hogar o vivir con dignidad con salarios miserables.
Así se comportan los regímenes comunistas tratan de destruir lo que ellos consideran la moral burguesa.
Lucho por el aumento, pero nunca he estado de acuerdo con que las luchas universitarias se hagan decretando paros; en una universidad eso es contra natura: los universitarios convencemos en las aulas y en las calles, nuestros principales aliados son nuestros estudiantes; de hecho en los últimos años son ellos quienes han marcado la pauta de las acciones.
Históricamente se ha demostrado que con los paros no logramos nada. Bueno en realidad si: dividirnos a lo interno; pero algo más grave desmovilizarnos cuestión que favorece a los gobiernos de talante dictatoriales como el que hoy tenemos en Venezuela.
Pregunto: ¿los que promueven el paro volverían a dar clases si se les aumenta  el 100% o el 200% y se quedarían tranquilos y no voltearíamos a ver otros problemas que aquejan a nuestra amada universidad? Amigos el problema de nuestras universidades no es solo el salario, la crisis es aún más profunda.
Evidentemente debemos molestarnos, es más enfurecernos cuando vemos que el régimen gasta millones en armamento militar y al mismo tiempo abandona nuestras universidades. Nos enardecemos cuando el gobierno subsidia la educación en otros países mientras nuestros profesores no tienen como alimentarse ni mucho menos vestirse. Es razonable el planteamiento: quienes actualmente subsidian la educación superior en las universidades venezolanas somos los profesores y trabajadores, pero además también hemos sido timoratos para enfrentar corajudamente este régimen oprobioso. Asi pensamos que nosotros subsidiamos la educación (que es cierto) también hay que considerar el sacrificio de los padres que pagan una residencia para sus hijos universitarios.  
La Universidad siempre debe estar abierta para discutir esos grandes problemas sociales y salir a la calle de manera enérgica. El pasado domingo, antes de iniciar la PAI de medicina en la sede de la Universidad de Carabobo en la Morita, Estado Aragua, tuve la oportunidad de conversar con los miles de  representantes que se encontraban allí acompañando a sus hijos sobre las dificultades que vivimos los universitarios y además el privilegio de escuchar el sentir y la visión de ellos. Desde luego es más sencillo y menos “riesgoso” acordar un paro. Digo riesgoso entre comillas porque abandonando la Universidad corremos el riesgo de perderla.
Finalmente debo decirle a mis colegas profesores que comparto sus luchas, soy demócrata, pero es necesario respetarnos, no todos creemos en el mismo método para exigir nuestros derechos, algunos están con el paro,  en cambio yo toda la vida me he opuesto. Y eso no lo pueden percibir como una afrenta gremial para ser acreedor de un voto de censura. Los invito a realizar un referéndum donde se le consulte a toda la comunidad universitaria si está de acuerdo o no con el paro como método de lucha. Esa decisión como demócrata la acataría. En todo caso, seguiré defendiendo a mi alma Mater y a mis compañeros ucistas, sin distingo sean estudiantes, profesores, empleados u obreros, opositores y oficialistas, hasta con la vida si es necesario.
Desde la Secretaría he impulsado muchas transformaciones en mejoras de todo el sector universitario. Propuse y se aprobó la pensión de sobreviviente para los obreros, (no se porque razón ellos antes no la tenían), elevé y se aprobó ante el CU mantener la pensión a aquellos cónyuges sobrevivientes aún contrayendo nuevas nupcias. Coordiné la comisión para abrirles concurso de oposición a aquellos profesores contratados con más de 10 años al servicio de la institución que no han podido entrar porque el baremo los castiga. Impulsé y se aprobó el estatuto del estudiante de la UC… hemos dado la batalla, en lo que nos ha correspondido y la seguiremos dando. Pero insisto no cejaré en mi propósito de mantener abiertas las puertas de la Universidad de Carabobo, porque universidad cerrada es universidad callada.
Señores la culpa es del gobierno con claras intenciones de no invertir en la educación para mantener un pueblo ignorante y limosnero.
No permitamos que se cierre el único resquicio democrático y plural que queda en Venezuela como son las universidades autónomas, populares y democráticas.
            

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