Nadie puede
estar en desacuerdo con las exigencias de los trabajadores universitarios. No
solamente de nosotros los profesores, que somos quizá los que peores sueldos
recibimos en el mundo; por ejemplo el de mayor escalafón y a dedicación, que es un
profesor titular con casi dos décadas en ejercicio de la docencia y a
dedicación exclusiva gana Bs. 7.232 al mes; lo que significa que al llevarlo a
dólares según el valor referencial oficial (1 dólar equivalente a 6,3 bolívares) ese sueldo
equivale a 1.147 dólares al mes, menos de la mitad de nuestros colegas en
Latinoamérica. Desde luego, eso es calculándolo al cambio oficial que nadie
tiene acceso, Un profesor con esos sueldos ni siquiera
le alcanza para cubrir la canasta básica que ya ronda los Bs. 9300.
Eso es solo
para mencionar el sueldo de quien más gana en una universidad, imagínense
ustedes los profesores que se inician o de menor escalafón. O el sueldo del
personal administrativo o de los obreros. O las becas de nuestros estudiantes
que apenas llegan a Bs. 400; lo que significa que la lucha no debe ser enfocada
solo por reivindicar los salarios de los docentes sino de toda la comunidad
universitaria. Pero también debemos incorporar en esas exigencias un
presupuesto digno para las universidades para crecer en infraestructura y darle
respuesta a las comunidades que desean estudiar en nuestras Casas de estudio
superiores, lo mismo para becar al personal docente y de investigación para que
puedan realizar sus postgrados en el exterior, como en su época lo hicieron
aquellos que hoy están en altos cargos dentro del gobierno nacional y ahora le
niegan los recursos a las universidades que los formó. También tenemos que
incorporar dentro de las peticiones, más y mejores autobuses para transportar a
nuestros estudiantes. Eso también es una necesidad vital, no quedarnos solo en
el incremento de nuestros salarios que aunque es de justicia, tampoco podemos
aceptar o resignarnos en convertir nuestras universidades de simples pagadores
de sueldos y salarios. Aquí hace falta dinero para la investigación, para dotar
nuestros laboratorios acondicionarlos como nuestros profesores, investigadores
y estudiantes se lo merecen. Por eso siempre he luchado.
Insisto: aquí
no se trata de buscar un aumento y quedarnos callados, lo que se impone es
hacernos respetar, y eso pasa en principio por respetarnos nosotros mismos. Ser
tolerantes ante las críticas pero sobre todas las cosas mantener como principio
fundamental la pluralidad dentro de nuestras universidades.
Mucho he
escuchado de aumento salarial pero poco se ha insistido que el único
instrumento valido para esos ajustes son las “Normas de homologación”, que son
derecho positivo para nosotros como profesores. Esas normas fueron aprobadas y
publicadas en Gaceta Oficial y en ellas se establece que nuestro salario será
ajustado periódicamente atendiendo a la inflación. Este gobierno que dice ser
respetuoso de los derechos de los trabajadores y ufanarse de tener una
Constitución de avanzada, donde se establece el principio de la progresividad
en materia de derechos humanos, pretende desconocerlas y “aumentar”
unilateralmente los sueldos de los universitarios dependiendo del capricho de
Miraflores. Contra eso yo también lucho.
Mis
adversarios no son mis colegas profesores, sino esta dictadura militar que
intenta destruir las universidades, permitiendo que los talentos que formamos
se vayan del país y no se escoja la carrera docente porque nadie puede formar
un hogar o vivir con dignidad con salarios miserables.
Así se
comportan los regímenes comunistas tratan de destruir lo que ellos consideran
la moral burguesa.
Lucho por el
aumento, pero nunca he estado de acuerdo con que las luchas universitarias se
hagan decretando paros; en una universidad eso es contra natura: los
universitarios convencemos en las aulas y en las calles, nuestros principales
aliados son nuestros estudiantes; de hecho en los últimos años son ellos
quienes han marcado la pauta de las acciones.
Históricamente
se ha demostrado que con los paros no logramos nada. Bueno en realidad si:
dividirnos a lo interno; pero algo más grave desmovilizarnos cuestión que
favorece a los gobiernos de talante dictatoriales como el que hoy tenemos en
Venezuela.
Pregunto: ¿los
que promueven el paro volverían a dar clases si se les aumenta el 100% o el 200% y se quedarían tranquilos y
no voltearíamos a ver otros problemas que aquejan a nuestra amada universidad? Amigos
el problema de nuestras universidades no es solo el salario, la crisis es aún más
profunda.
Evidentemente
debemos molestarnos, es más enfurecernos cuando vemos que el régimen gasta millones
en armamento militar y al mismo tiempo abandona nuestras universidades. Nos
enardecemos cuando el gobierno subsidia la educación en otros países mientras
nuestros profesores no tienen como alimentarse ni mucho menos vestirse. Es
razonable el planteamiento: quienes actualmente subsidian la educación superior
en las universidades venezolanas somos los profesores y trabajadores, pero además
también hemos sido timoratos para enfrentar corajudamente este régimen
oprobioso. Asi pensamos que nosotros subsidiamos la educación (que es cierto) también
hay que considerar el sacrificio de los padres que pagan una residencia para
sus hijos universitarios.
La
Universidad siempre debe estar abierta para discutir esos grandes problemas
sociales y salir a la calle de manera enérgica. El pasado domingo, antes de
iniciar la PAI de medicina en la sede de la Universidad de Carabobo en la
Morita, Estado Aragua, tuve la oportunidad de conversar con los miles de representantes que se encontraban allí
acompañando a sus hijos sobre las dificultades que vivimos los universitarios y
además el privilegio de escuchar el sentir y la visión de ellos. Desde luego es
más sencillo y menos “riesgoso” acordar un paro. Digo riesgoso entre comillas
porque abandonando la Universidad corremos el riesgo de perderla.
Finalmente
debo decirle a mis colegas profesores que comparto sus luchas, soy demócrata,
pero es necesario respetarnos, no todos creemos en el mismo método para exigir
nuestros derechos, algunos están con el paro, en cambio yo toda la vida me he opuesto. Y eso
no lo pueden percibir como una afrenta gremial para ser acreedor de un voto de
censura. Los invito a realizar un referéndum donde se le consulte a toda la
comunidad universitaria si está de acuerdo o no con el paro como método de
lucha. Esa decisión como demócrata la acataría. En todo caso, seguiré defendiendo
a mi alma Mater y a mis compañeros ucistas, sin distingo sean estudiantes,
profesores, empleados u obreros, opositores y oficialistas, hasta con la vida
si es necesario.
Desde la Secretaría
he impulsado muchas transformaciones en mejoras de todo el sector
universitario. Propuse y se aprobó la pensión de sobreviviente para los
obreros, (no se porque razón ellos antes no la tenían), elevé y se aprobó ante
el CU mantener la pensión a aquellos cónyuges sobrevivientes aún contrayendo
nuevas nupcias. Coordiné la comisión para abrirles concurso de oposición a
aquellos profesores contratados con más de 10 años al servicio de la institución
que no han podido entrar porque el baremo los castiga. Impulsé y se aprobó el
estatuto del estudiante de la UC… hemos dado la batalla, en lo que nos ha
correspondido y la seguiremos dando. Pero insisto no cejaré en mi propósito de
mantener abiertas las puertas de la Universidad de Carabobo, porque universidad
cerrada es universidad callada.
Señores la
culpa es del gobierno con claras intenciones de no invertir en la educación
para mantener un pueblo ignorante y limosnero.
No
permitamos que se cierre el único resquicio democrático y plural que queda en Venezuela
como son las universidades autónomas, populares y democráticas.
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