domingo, 18 de diciembre de 2011

Cristina Araujo no da descanso a su creación artistica

Cristina Araujo no da descanso a su creación artística
(Foto María Antonieta Aguilar)
 Cristina Araujo, la gran dama valenciana, la que encantó a su generación con su dedicación a la danza clásica y a la canción popular, continúa su infatigable creación artística con murales y  cerámica, en los que han quedado fósiles y objetos encontrados  en su largo caminar.
La artista estuvo, en los últimos meses, postrada en cama a consecuencia de fracturas en la cadera y en la muñeca de la mano derecha. Ese tiempo lo aprovechó, en una admirable demostración de vitalidad, para crear proyectos de murales en los que incrustó elementos naturales que agregan detalles expresionistas que enriquecen su obra con texturas y un nuevo colorido de negros, ocres, verdes y el esplendor del Sol.
Cuando estuvo casada con Ángel Ramos Giugni, Cristina Araujo tuvo la oportunidad de aprovechar las enseñanzas del eminente artista español Eduardo Gregorio sobre escultura y cerámica, especialidad esta que en los años 60, en nuestro país, no tenía carácter de manifestación artística.
Cristina, admirada por su distinción, por su sensibilidad en la danza clásica y por su preciosa voz, decidió dedicarse a las Artes del Fuego y logró el respaldo de la Universidad de Carabobo para crear “de la nada” el Taller de Cerámica. Tenía una sólida formación plástica adquirida con el maestro Braulio Salazar en la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena y con Odilia Oria de Izaguirre, quien “no sólo enseñaba sino entusiasmaba para trabajar incesantemente en procura de una auténtica expresión artística”.
Apoyada por ceramistas de tanto prestigio como Gisela Tello, Josefina Álvarez, Carolina Boulton, Alicia Benamú y Mérida Ochoa formó una escuela de la cual egresaron Fernando Sosa, Van Thu Guevara, Alicia Salas, Leonora Austria, entre otros tantos premiados en el Salón Nacional de las Artes del Fuego.
Al mismo tiempo continuó con la creación de su obra de ceramista. Primero fueron bolas de intenso colorido. Después sorprendió con enigmáticas vasijas que parecen salpicadas por arenas del desierto, para lo cual recorrió tres veces el Sahara y, más recientemente con piezas del color y las texturas de las algas como si fuesen objetos rescatados de profundidades marinas.
“En este tiempo de reposo decidí que, el próximo año, presentaré una gran exposición titulada “Ángel Ramos Giugni, esculturas. Cristina Araujo, cerámicas”. Quiero reunir la obra dispersa de Ángel, que fue un gran artista, pero está siendo olvidado, como sucede con todo en este país. No sé dónde presentaré la muestra, pero con estos trabajos ya me he puesto en movimiento para hacerla realidad”.
Antes de sufrir una caída en la que sufrió graves fracturas, Cristina Araujo se interesó por los fósiles durante sus caminatas por los montes que rodean la Abadía Benedictina de Güigüe, donde acostumbra efectuar retiros espirituales. Recogía restos de pájaros disecados por el Sol, hojas secas, piedras, caracoles, semillas, que llevaba al taller de su residencia en Los Colorados.
“El dolor de permanecer postrada por tanto tiempo en una cama, me proporcionó una fuerza desconocida en mí y decidí expresarla en murales. Eduardo Ortiz amasaba intensamente la arcilla, que yo colocaba sobre una placa para diseñar y dibujar. Después él pasaba una laminadora y yo agregaba objetos encontrados y los esmaltes antes de introducirlos en el horno”.
Los resultados han sorprendido a los maestros Wladimir Zabaleta y Marcos Castillo, quien convenció a la artista para que dé a conocer al gran público este trabajo admirable. Y seguro que así será, para regocijo de la crítica especializada, de la comunidad artística y del público.(AF) El Carabobeño

No hay comentarios:

Publicar un comentario