lunes, 5 de abril de 2010

Esteban nuclear

El Carabobeño 05/04/10
¡Hasta cuándo!
Esteban nuclear
Pablo Aure Si algo este régimen tiene claro es su objetivo de resquebrajar los sentimientos libertarios y de grandeza de los venezolanos, y de destruir cualquier iniciativa privada tendente a la producción de bienes y al desarrollo en general de la economía. Lo afirmo con tristeza y frustración: ¡en gran parte lo ha conseguido! Para llevar a cabo sus propósitos ha venido urdiendo un aparato en el que actúan verdaderos esbirros investidos de funciones públicas. Así, tenemos una Asamblea Nacional que, bajo la aparente premisa de actuar a favor del pueblo excluido, sanciona leyes que paradójicamente lo oprimen y esclavizan cada día más. Por otro lado, un Poder Judicial sumiso y arrodillado a los dictámenes del líder supremo, que defiende a capa y espada un proyecto político al punto de correr riesgo de cárcel quien contradiga hasta la versión de la historia que el gobierno quiere contar. El régimen destruye, aniquila y extirpa a quien se le oponga. Para ello tiene gladiadores tarifados estratégicamente, armados de poder, ya sea producto de elecciones o del cañón de un fusil, distribuidos y preparados para actuar brutalmente contra los objetivos de quienes con su arrojo, valentía e irrenunciable amor por Venezuela, luchan para detener esta hecatombe. Cuando esto sucede, muchos dicen que el régimen está desesperado y que se equivoca con cada infamante ataque a los representantes de la democracia. Pero los que están verdaderamente equivocados son quienes creen que la revolución se debilita. Todo lo contrario. Mientras cada semana tratamos de alertar sobre el peligro que se cierne sobre el país, el régimen avanza sin que aparentemente nadie lo detenga, pues todas las voces que deberían estar al frente del coro que clama justicia y transparencia, están siendo calladas, silenciadas, en buena parte gracias a la maquiavélica influencia del ministro cubano Valdés, un Torquemada del siglo XXI que ha venido a completar la inquisición, para remover de nuestra patria a los “herejes” que se atrevieron a hablar contra “el gran dios” cuya victoria, si no se impide, se traduciría en el sacrificio de la democracia y de cualquier proyecto de convertir a nuestro país en un Estado moderno y civilizado.
El Coliseo venezolano
Venezuela está convertida en un circo. Nos enfrentamos los unos a los otros, pero la diferencia con el antiguo Coliseo romano es que en aquel entonces los condenados a morir eran lanzados a las bestias. Ahora, las bestias han removido al intermediario y, desde lo más alto, se juegan entre ellas la carne del pueblo. El régimen selecciona sus presas, las entierra hasta el cuello y las suelta a las fieras para que las ataquen bajo la anuencia de otro animal (que para los efectos de esta metáfora no definiremos como león, simplemente por respeto al rey de la jungla, pues hasta el sol de hoy no ha habido león que se porte tan mal con sus súbditos), todo en una parodia bufa a imagen y semejanza de aquellos emperadores romanos que en el Coliseo disfrutaban de las aberrantes ejecuciones con las cuales se distraía al pueblo de los males que lo aquejaban. Muchísimos pueden ser los motivos para escoger a los sacrificados. Todo dependerá del tema del momento. Claro, siempre con el engaño de la defensa del soberano. Por ejemplo: cuando falta algún rubro en la canasta básica, inmediatamente “identifican” a los especuladores azuzándoles las huestes. Si son viviendas lo que pide el pueblo, señalan los edificios o terrenos para que los invadan. Todo sin dar tiempo para que la gente considere la posibilidad de que el gobierno, mayor propietario de tierras y prácticamente dueño del monopolio agropecuario en Venezuela, es el más responsable de sus penurias. Para todas las deficiencias e ineptitudes gubernamentales hay excusas y chivos expiatorios. Hoy el tema es la traición a la patria o la supuesta incitación al pánico y zozobra de la colectividad. El que atente contra la salud mental del pueblo, recordándole, por ejemplo, que vive sin electricidad ni agua en pleno siglo XXI, será el señalado para ser crucificado. Aunque pueda parecer inverosímil, la cuestión no es quién pueda creer que eso pueda pasar en nuestro país. Está pasando, y punto. Sólo bastaría leer los artículos 132 y 296-A del Código Penal y observar la conducta de las marionetas tarifadas para darnos cuenta de que eso es una realidad.
El Cristo de hoy
Del mismo modo como el pueblo quema al Judas todos los años, el régimen también selecciona a su Cristo. El año pasado fueron los comisarios, condenados a 30 años por hacer lo que estaban obligados por Ley. Este año, el Cristo ha sido Oswaldo Alvarez Paz, preso por opinar, por hacer uso del derecho que todos deberíamos tener. Expresarnos libremente, sin temor a ser perseguidos, ni mucho menos condenados. Pero tal como lo celebramos ayer Domingo de Resurrección todos los cristianos del mundo, el final de todo esto no es la cruz, pues prevalecerá la justicia y triunfará la verdad.
¡Esteban atómico y anacrónico!
Pocos son los venezolanos de esta generación que recuerdan qué fue Chernobyl. Para dar una breve lección de historia, el 26 de abril de 1986, la planta nuclear de Chernobyl (en Ucrania, para aquel entonces parte de la Unión Soviética) sufrió un catastrófico fallo en sus sistemas de seguridad, resultando una emanación de material radiactivo que destruyó los alrededores y se extendió en una nube tóxica que alcanzó hasta Inglaterra. ¿El costo? 56 muertes directas. 800.000 personas aproximadamente sufrieron los efectos del envenenamiento radiactivo, con resultados de hasta 4.000 muertes por cáncer en los expuestos y 100.000 muertes por cáncer indirectamente ligadas a este evento. Hoy, Esteban le dice a los venezolanos, aparentemente como si fuera cosa buena, que se prepara para llevarnos por el camino nuclear. ¡Por Dios! Venezuela fue en su momento orgullo de Latinoamérica y del mundo entero como un país que tuvo la bendición de poder contar con que 70% de su energía eléctrica provenía de una fuente limpia y segura. Ahora, por la negligencia (casi dolosa) de la Administración (que no puede negar que se sabía de los cambios climáticos y la necesidad de mejorar el sistema eléctrico a nivel de producción y transmisión) debemos temer un futuro incierto donde una amenaza que ya fue olvidada por muchos países en el siglo pasado resurge para que un hombre tape sus errores, si es que de verdad son errores, y no una forma de permitirle a sus aventureros y traviesos amigos (como el presidente de Irán) un lugar seguro para trabajar con material radiactivo con fines poco claros. Aún sin contar con el peligro de un desastre nuclear. La energía nuclear produce desechos sumamente difíciles de contener y, considerando la eficacia que este régimen ha demostrado en sus proyectos más ambiciosos (por ejemplo la Ruta de la Empanada, los gallineros verticales o los cultivos hidropónicos) o en el mismo sistema eléctrico ¿de verdad podemos contar con que el gobierno sepa manejar el peligro que representaría una central nuclear en el país? ¡Claro que NO!
Un acto de solidaridad
La Secretaría de la UC, la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas y el Colegio de Abogados del estado Carabobo invitan para este viernes 9 de abril a las 10 de la mañana en el Colegio de Abogados del estado Carabobo a una charla con el Dr. Omar Estacio, abogado de Oswaldo Alvarez Paz, injustamente encarcelado por opinar. Indistintamente de la militancia política, todos los carabobeños debemos estar presentes en este acto de solidaridad, pues se trata no sólo de otro venezolano víctima de la intolerancia gubernamental, sino de la defensa de un derecho que nos concierne a todos: la libertad de expresión, y de la democracia.
pabloaure@gmail.com
Twitter:@pabloaure

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