lunes, 31 de octubre de 2022

Sueños en la vieja casona. Abogados


Tal día como hoy, 31 de octubre de 1985 comenzamos a navegar por los mares de Marco Tulio Cicerón...han sido 37 años de travesía. Los jóvenes de otrora salíamos de la vieja casona, dónde nos iniciamos con los sueños justicieros. Grandes profesores, magníficos compañeros. Aquella Facultad de Derecho nos cautivó luego de cinco años de enseñanzas y aprendizajes. Aprendimos de nuestros maestros pero también de nuestros condiscípulos. Era otra época. Amigos venidos de distintos lugares. De Guárico, Yaracuy, Cojedes, Aragua, Apure y con los que mucho tiempo pasé: del estado Lara, mis hermanos guaros, desde luego, los carabobeños eran muchísimos más.

En el país, no existían tantas escuelas de Derecho y la Universidad de Carabobo era referencia obligada para cursar los estudios de la abogacía. Los tiempos cambian, los amigos se distancian pero el afecto y los recuerdos siguen inalterables. 

Los pensamientos que tuvimos aquella mañana del 31 de octubre cuando recibíamos el título de abogado de manos del rector magnífico Gustavo Hidalgo, no puedo negarlo, se encuentran borrosos. Se nos nubla el sentir y se nos arruga el corazón al saber que todo ha cambiado. Seguimos soñando aunque con el candil disminuido al conocer la realidad.

Hoy nada es igual, con dolor debemos reconocer que en buena parte se ha perdido el temor a Dios. El ejercicio de la profesión se ha trastocado, jueces y fiscales no son comparables con las catedrales que ocupaban los espacios judiciales. 

Nos formamos en una Facultad con verdaderos maestros. De la mano de Santiago Betancourt Infante nos deleitábamos  caminando por las calles de la "ciudadela de los contratos" que por cierto, siempre se nos aparecía el "tercero luminoso" y desde lejos, mirábamos una "vieja vetusta" con el nombre de "permuta" Ese año se convirtió en títulos valores, registro mercantil y actos de comercio, bajo las enseñanzas de Juan Vadell, Benito Jurado y Pedro Rondón, al siguiente año fuimos sorprendidos por la envidiable memoria del exrector José Luis Bonnemaison que pasaba lista sin leerla, en sus inolvidables clases de Derecho Internacional Privado, tampoco podemos olvidar el tenue timbre de voz del profesor Dario Russian, al escuchar sus disertaciones sobre el atraso, la quiebra y el contrato de seguros. Fueron muchos los profesores que marcaron nuestras vidas de lo que luego sería nuestro comportamiento profesional. Recuerdo las enseñanzas de la joven profesora Adriana Branger de Sanoja, el primer día de clases en la sección "1ero 07" comenzábamos a estudiar el Derecho Civil Personas; de Rubén Pérez Silva aprendí la capacidad que tiene un barril de petróleo y lo que era el "mercado spot" él nos impartió la cátedra de Economía Política", Escuchábamos con detenimiento al prof Moisés Doninguez con sus reflexiones sobre el Derecho Minero, recuerdo a la temida pero para mí, muy querida, profesora Iraida Fermín de Izaguirre con el Derecho Administrativo. Siento que fue ayer cuando al llegar al salón, ya el Dr. Aníbal Rueda estaba esperando a los estudiantes. El Dr Rueda, ejemplo de puntualidad, honorabilidad, sabiduría y responsabilidad. 

Nos sumergimos en el mundo de los tributos bajo la guía de Carlos Luis Pimentel, en pocas palabras: un abogado estrella. Tristemente se despidió a muy temprana edad. Carlos Luis tenía mucho que darle a la UC y al país. En el escritorio Pimentel comencé a trabajar al poco tiempo de graduarme, ya con Carlos Luis estaba trabajando su pupilo Lubin Labrador Rondón.

Hoy son muchos los recuerdos y las emociones de aquellos tiempos que nos abrió grandes oportunidades. Varios  padrinos pero para la mayoría de quienes egresamos ese año, dos nombres nos agruparon: Carlos Luis Pimentel y Eloy Rutman Cisneros, mi padrino, amigo de antes y hermano de ahora. Mi promoción llevó la impronta de Eloy Rutman, que ese día festejó dos acontecimientos importantes, el de padre, porque el día anterior nació "Susanita" y con toga y birrete, en el majestuoso teatro municipal de Valencia ver con mucho cariño a sus ahijados egresar como abogados de la república.

Hoy, 37 años después de aquella mañana de emociones, algunos de mis compañeros zarparon hacia los mares de la eternidad, se llevaron para tenerlas en sus camarotes, muchas vivencias de alegrías y de locuras. Todavía imagino a mi hermano, luego compadre, Antonio Mastandrea "Tonino" en su Fiat azul con un cigarro en la boca (culpable de su temprana partida) y una sonrisa dibujada, planificando alguna tremendura. Levó anclas demasiado temprano, pero sigue en mi mente y en mi corazón. Los que en aquel tiempo nos reíamos, estudiábamos, nos trasnochábamos, hacíamos travesuras en los pasillos de la "vieja casona" y aún permanecemos por estos lares, (sé, le ocurre a todos) en cualquier lugar donde nos topemos, sentimos ese amor cultivado durante más de cuatro décadas. Sí, más de 40 años, porque a estos 37 años que hoy cumplimos, debemos sumarle los que disfrutamos durante la carrera.


Eduardo Ramos Araujo, mi compañero de salón, de vivencias, de posiciones políticas durante toda la carrera, ya, desde aquel entonces, nos rebelamos contra los partidos políticos y fundamos el PUI "Participación Universitaria Independiente"; eran otros tiempos, los asuntos políticos en nada comprometían la amistad y/o el compañerismo. Lugar especialísimo ocupa mi compadre Lubin Labrador, muchas amanecidas y tenidas extraunivetsitarias, Jesús Enrique Ganem, Ramón Bahri Pinto, Maribel Romero, Alfonso Montero, Raquel Castillo, Betsaide Ochoa, Miguel Parra, Alcides Hurtado, Ailen Olivo, Belkys Scolamiero, María Eugenia Pinto, Carlos Sánchez, Mariela Domínguez, Andreina Morun, Jaquelin Fernández, María Elena Barreto, Lourdes de Bret, Giussepina Cangemi de Fulgart, Carmen Odriozola de Baralt, Leonardo Villalba, Zafiro Navas, Alejandro Arcay, Carlos Caliccia.... y por favor, me sepan perdonar los que aquí no nombré pero probablemente los nombrados fueron con los que más compartía. Dos compañeros que exprofeso no mencionaré pero que siempre estarán en mi mente, porque jamás los olvidaré ya que los quise y los quiero a pesar de la partida de uno y el distanciamiento que todavía no asimilo de quién también ocupó un lugar especial en nuestra rutina.

A mis compañeros los felicito y les mando un apretado abrazo y a Eloy Rutman, aquel profesor, de los 80 con quién aprendimos poesía, conocimos el Imperio del Norte y le declamaba a las palmeras lo que le contaba, quiero ratificarle mi orgullo de que sea mi padrino de promoción.

Dios bendiga a todos los protagonistas de aquella mañana de graduación.

Pablo Aure

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