domingo, 4 de septiembre de 2016

Sin apoyo militar no hay salida

¡Hasta cuándo!
Sin apoyo militar no hay salida
@pabloaure  
La semana pasada estuvo muy movida. Allanamientos, detenciones de líderes opositores, una gran movilización en Caracas, y, finalizando, un estruendoso cacerolazo en Villa Rosa en la isla de Margarita.
Desde el 1-S hasta hoy, la mayoría de los artículos de opinión comentan la Toma de Caracas. Nadie puede negar el exitazo y desde luego no me cansaré de felicitar a más de un millón de ciudadanos que se dieron cita civilizadamente a esa majestuosa manifestación.
Son casi uniformes las opiniones sobre estos eventos. Todos concluyen en lo débil que se observa a Nicolás Maduro, que cuál demente, tuvo la osadía de desafiar a los que repudiaban su presencia en Margarita. No tengo conocimiento de que en Venezuela haya ocurrido algo similar: que un presidente se baje de su carro blindado y junto a sus gorilas comience a correr ante una multitud que lo desprecia. Sinceramente es algo inédito.
Lo que no es uniforme, es la opinión sobre el tiempo que le queda al régimen en el poder. Hay quienes piensan que ya cayó. Lamentablemente, tengo una opinión que molesta a unos cuantos mojigatos de la oposición, que según ellos si pensamos diferente, somos inmaduros,  cooperantes, o, peor aún, unos infiltrados. A Dios gracias, y perdonen el personalismo y la falta de modestia, me atrevo a decir que tengo suficiente currículo para demostrar mi férrea y continua lucha contra esta tiranía. Que no es nueva, ni tampoco solo a través del tecleado –digo esto porque ahora hay otra descalificación: “los guerreros del tecleado”- sino que en todas las concentraciones he estado al frente de las movilizaciones, dando la cara y exponiéndome. Cuando no he asistido a algunas de ellas es porque sinceramente ha sido imposible. Pero del resto, a todas voy, no importa en qué lugar, quién o para qué se hayan convocado. Yo pienso y defiendo la tesis de que la salida es en la calle.
Toma de Caracas: éxito ciudadano
La Toma de Caracas fue un éxito de los ciudadanos, al principio la fecha la dio Henrique Capriles, luego la asumió “Raimundo y todo el mundo”. Cierto, las expectativas fueron mucho más grandes que lo que ocurrió. Muchos justifican los resultados con el síndrome de Cristóbal Colón, que con eso se descubrió lo que desde hace años sabemos: que somos mayoría, que somos pacíficos, que desnudamos el talante tiránico del régimen ya que, a pesar de sus pistoleros, llegamos hasta Caracas, que el mundo se dio cuenta de que el pueblo quiere revocatorio para salir de Maduro. Y pare de contar lo que supuestamente descubrimos ese día.
Amigos, mi formación cristiana me impulsa indefectiblemente a ser optimista, y de hecho lo soy por convicción. No tengo ninguna duda de que de estos canallas saldremos. Por eso les pido tolerancia en los comentarios, incluidas las críticas provenientes del mismo bando, las que, a mi modo de ver, son las que tenemos que atender con mayor cautela. No somos ni inmaduros ni cooperantes cuando decimos que a este régimen de malandros no lo sacaremos con marchas que lleguen hasta donde nos las permitan los verdugos. Claro que tampoco deseamos un baño de sangre, solo un aberrado pudiera anhelar tamaña barbaridad. De lo que se trata es de entender que estamos luchando contra unos delincuentes. Es verdad, son muy pocos, pero nos tienen sometidos.
¿Cuánto falta para que caiga Maduro?
Es difícil avizorar un desenlace inmediato. Nadie lo puede saber. La marcha fue cuantitativamente trascendente. Pero al no estar engarzada con algún estamento militar no habrá cambio cualitativo. Sin embargo, los hechos sociales como los de Villa Rosa en Margarita, si continúan cómo se prevé, pueden sociológicamente someter a los cuarteles a una angustia diaria sin precedentes. Allí puede estar el cambio. Ahora todo será un proceso. Lento y dificultoso. Una larga agonía.
Mientras no tengamos un canal de comunicación con las FAN, seguiremos estando a la merced de los hampones. Ellos, los integrantes de la Fuerza Armada también son venezolanos y la inmensa mayoría quiere un país libre, con oportunidades, honesto, decente que se respeten unos a otros. En el que su comandante en jefe se comporte como un estadista y no como un guapetón sin principios ni valores. A esa inmensa mayoría de militares los necesitamos porque tienen el control de las armas y están preparados para enfrentar a los grupos irregulares –protectores del régimen-, ellos están cansados que le vean en la frente el rótulo de narcotraficantes, corruptos o de matraqueros. Quieren vivir dignamente. Quieren ser ejemplos para sus hijos y nietos. Están más que convencidos que bajo este sistema de gobierno cuyos gobernantes carecen de las más mínimas normas de urbanidad jamás podrán tener ese país soñado.
Sin complejos: ¡puente militar ya!
Sé que es un tema espinoso, porque nadie quiere un gobierno militar. Ellos, los oficiales serios y honestos, tampoco lo quieren. Ellos saben que están formados para estar en los cuarteles, en las fronteras, y ocupados en otros menesteres relacionados con la defensa de la soberanía nacional. Lo que hoy hacen es precisamente lo contrario, pues, a esta FAN el régimen la ha venido destruyendo. Es una vergüenza lo que en el mundo se dice de nuestros militares. Es una deshonra que exista, aunque en el imaginario, un poderoso grupo de narcotraficantes bajo la denominación del “cártel de los soles”.
Señores de la oposición, ciudadanos alineados o no a la MUD pero sí con un amplio deseo de cambio, les pregunto: ¿Ustedes creen que podremos salir de estos delincuentes sin el apoyo de la Fuerza Armada Nacional? Voy un poco más allá. Ese apoyo no necesariamente se traduce a un enfrentamiento armado. Solo basta hacerle saber al régimen y a su grupete de bandidos, que no están dispuestos a seguir tolerando sus fechorías, ni mucho menos la violación de los DDHH. De lo que se trata es de cumplir con su verdadero rol de protectores de la Constitución de la República de Venezuela.
Apartemos el tema electoral
Esto, por lo pronto, no será un asunto electoral. Me inclino a pensar que la salida debe ser negociada. Y aquí otro mensaje para los mojigatos: lo único que se pudiera discutir será el precio de la negociación. Habrá tiempo para las reagrupaciones partidistas y de discutir quienes serán los candidatos. Mientras no salgamos del régimen es inoficiosa la promoción de figuras mediáticas para asumir el rol presidencial.
Venezuela resplandecerá. Después de Maduro la reconstrucción económica será inmediata; lo que llevará mayor tiempo será la recuperación de nuestros valores y tradiciones.

Pablo Aure

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