domingo, 31 de julio de 2016

Valencia capital del secuestro



¡Hasta cuándo!
Valencia capital del secuestro
@pabloaure
Hemos tratado muchas veces el tema de la inseguridad en Venezuela. Hoy insistiremos nuevamente ya que la situación es literalmente invivible.
La proliferación del crimen es general en todo el país, pero en la capital carabobeña la realidad nos impone un toque de queda. Deambular por las calles es un riesgo extremo.   
Estamos a merced del hampa, que no pocas veces se nos presenta mimetizada con organismos de “seguridad”. Así como lo leen: delincuentes se mimetizan entre policías.
Las bandas que mantienen al acecho a los valencianos está integrada por individuos fuertemente armados, con vestimenta, comportamiento y apariencia policial. Recientemente se ha generado una ola de secuestros y atracos que mantiene a los ciudadanos en zozobra. Existe una especie de pánico colectivo. No es para menos.
Es aterrador que Venezuela encabece los índices de inseguridad a nivel mundial. Caracas es la capital del crimen, disputándose ese lamentable liderazgo con Valencia que se ha convertido en la capital del secuestro, donde el número de casos de este tipo delictivo se ha incrementado espeluznantemente.
No era difícil predecir que llegaríamos a estos extremos, y desgraciadamente podemos estar peor.
Digo que no era difícil caer en este barrial delincuencial porque cuando los que tienen la tarea de gobernar carecen de principios y de los más elementales valores ciudadanos, como el respeto a la vida, a la propiedad y a la dignidad, no podemos esperar un país modelo de prosperidad, sino precisamente todo lo contrario. Solo basta revisar el currículo –o, por qué no decirlo- el prontuario de algunos jerarcas del régimen que se encuentran ocupando distintos cargos en los poderes públicos, para darnos cuenta de lo que digo. Secuestradores, homicidas, atracadores y estafadores, pululan en las diferentes ramas del Poder Público (legislativa, Judicial y ejecutiva).
Política criminal.
En un principio pensábamos que esta terrible situación se debía a la falta de políticas criminales diseñadas desde el alto gobierno. En efecto, para controlar el crimen debe existir un equipo multidisciplinario que la planifique, entre ellos sociólogos que estudien la realidad social, al ciudadano y su entorno. Pero también por criminólogos que investiguen sobre el crimen, el delincuente, la víctima y el control social; para determinar qué clase de ciudadanos tenemos en el país, cuáles son los delitos más propensos a cometerse, y de ese modo abordar cuáles serían las causas del aumento de la delincuencia. No basta con acciones represivas, tenemos que ir a la causa del problema.
Hoy estoy convencido de que en lugar de haber sido diseñada por expertos una verdadera política criminal para combatir el delito, se han esmerado en escoger a criminales políticos para elaborarla, esto, con la exclusiva finalidad de insuflarle terror a la población de modo que se mantenga ocupado al ciudadano común en la defensa de su integridad física y de esa manera evitar que piense en algo distinto. Así, vemos también como dosifican la entrega de alimentos para entretenernos igualmente con la alimentación. Nada es casual. Acaban la producción privada, eliminan fuentes de trabajo, desprecian la educación, reducen el poder adquisitivo; eso que ellos denominan la destrucción de la moral burguesa. Para este régimen, los ciudadanos somos solo un número,  a los que deben dominar, y han encontrado la macabra fórmula en la administración de la comida, y amenazándonos con la muerte a través de la delincuencia desbordada.    
El régimen obliga a la gente a hacer cola durante el día para lograr comer, y en la noche encierra a los ciudadanos en sus casas para evitar que los roben, maten o secuestren. Vaya que estamos frente a un gobierno criminal.
Del conuco a las autodefensas.-
Hemos escuchado muchas veces a Nicolás Maduro “aconsejarnos” sembrar para producir nuestros propios alimentos. Es decir, que cosechemos lo que vamos a comer, no dice que dejemos de alimentarnos. Pues bien, bajo ese esquema y utilizando sus “fantásticas” soluciones tendría que aconsejar al país a formar escuadrones de autodefensas para luchar contra el crimen ¿o no? Pero lo más seguro es que nos diga: quédense en sus casas, porque la guerra económica ha originado que los “pranes” tomen el control de las calles; pero no se preocupen porque el súper general Padrino López ya ha sido nombrado como jefe supremo de la Gran Misión Plomo al Hampa, que pondrá a raya a los delincuentes de la IV que quieren volver al poder, pero no pasarán….y blablablá”
No es cuestión de leyes.-
Que la Asamblea Nacional no caiga en la trampa de discutir una ley para ponerle fin a este desastre. Las leyes existen. No muerdan el peine del “derecho penal simbólico”, esto significa comenzar a discutir instrumentos normativos penales para crear una falsa sensación en la sociedad de que hay interés por disminuir la criminalidad en el país. Olvídense de eso. La filosofía del régimen es criminal y los crímenes comenzarán a disminuir cuando tengamos otro gobierno que enaltezca los valores y principios ciudadanos.   
Contra el crimen: la educación.
No será fácil revertir el daño que estos malhechores han provocado. Tenemos una sociedad que se ha venido descomponiendo aceleradamente. Si la mayoría de la sociedad está descompuesta no esperemos que por arte de magia tengamos gobernantes ejemplares. Las sociedades atrasadas eligen como representantes a personas que más o menos se les parezca; o, vota por personas que ni siquiera conocen para sacar a otras que sí conocen muy bien pero ya están cansadas de ellas, por ejemplo, el ensordecedor grito de cambio que se escuchó el 6D.
No tengo ninguna duda de que ese acrecentamiento delictivo proviene de la pérdida de valores de nuestra sociedad. Lo cual no puede ser atacada de una manera distinta a la de invertir en la educación en todos los sentidos. Por eso, después de este disparate histórico, la tabla de salvación para la reconstrucción y reconciliación nacional será la educación. Venezuela tiene una importante reserva moral para llevar las riendas de la reconstrucción y reconciliación ciudadana-.

Pablo Aure

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