viernes, 14 de agosto de 2015

La reforma política e institucional/ @SJGuevaraG1

Economía XXI
Santiago José Guevara García* / 14-08-2015
Santiago José Guevara García

La reforma política e institucional.Un cierto convencionalismo en la literatura sobre transiciones del comunismo al mercado propone la acometida de la reforma política e institucional en un momento evolucionado del proceso. No compartimos el criterio.

Casos estudiados y reclamos muy concretos, como la necesidad, desde el inicio, de una maqueta general de la transición, así como la actividad perniciosa de grupos de intereses especiales ligados al régimen saliente o socios políticos y “empresariales”, aconsejan lo contrario.

En eso trabajamos. El campo no nos es ajeno, ni en lo teórico, ni en lo práctico, tanto en la docencia –el estudio de los recursos institucionales-, como en viejas experiencias de dirección de procesos de gobierno o en la consultoría a órganos de asistencia técnica nacional o multilateral. Una de esas experiencias –con la GTZ- nos permitió producir, como resultado concreto, un instrumento de trabajo que llamamos PAI.

El PAI -Plan de Ataque Institucional- surgía en la formulación o asesoría a planes de acción de hombres de gobierno. Las técnicas propias, incorporadas a métodos conocidos, permitían que junto a la acción de gobierno de cara a las demandas sociales o contenida en el proyecto político del gobernante de turno, se identificaran las acciones de orden institucional implicadas.

Todo fin social moderno requiere un marco institucional general de actuación y unas concreciones institucionales específicas a los problemas enfrentados. Del Árbol de Problemas de Gobierno, desarrollado por nosotros, se podía identificar los diversos déficits de naturaleza institucional, los cuales, en positivo, se convertían en propuestas de acción. 

En varios planos: constitucional y legal, organizacional, gerencial, procedimental, de clima y relaciones con la sociedad, etc. Pero, aún más ligado a lo que nos interesa en esta serie: resulta que en el campo propiamente transitológico, el desarrollo y la reforma de instituciones juegan, sin lugar a dudas, un papel central. 

Definimos las transiciones principalmente como procesos de reinstitucionalización. Es lo que marca la principal diferencia con simples procesos de cambio de liderazgos o gobiernos. Hay transición, si y solo si hay cambio de régimen. Y eso significa reformar y crear instituciones.

Hemos planteado, hasta ahora, un conjunto de categorías dentro de ese proceso de reinstitucionalización. Hablamos de acciones sobre el Estado de Derecho, el Estado (Estado, gobierno y Administración Pública), la responsabilidad política, la capacidad de gestión, las que llamamos instituciones económicas vertebrales y otras adicionales, y el celo por la eliminación de las externalidades negativas resultantes del mismo marco institucional.

Vamos a concentrarnos el resto del artículo a solo algunas de ellas: las que llamamos instituciones vertebrales de las transiciones a la democracia y el mercado, la capacidad de gestión y el celo por la eliminación de externalidades negativas del marco institucional.

Las que llamamos instituciones vertebrales son las ligadas a normas o reglas firmes y duraderas en los planos de lo fiscal, monetario, cambiario, otras líneas de política económica (Ej: políticas de rentas), los derechos de propiedad y la plena valoración del trabajo. Son el apoyo principal del proceso transicional de naturaleza económica.

Evidencias y criterios diversos nos permiten estar seguros de que el buen desempeño en economía está ligado a la calidad de las instituciones económicas y otras. Fíjense que puede parecer obvio lo que afirmamos; pero, en lo que queremos insistir es en el valor agregado de que la actuación de técnicos y funcionarios se haga en el seno de orientaciones, normas y procesos automáticos y no en el dañino plano de la discrecionalidad y la ausencia de límites. En artículos posteriores es posible un mayor desarrollo con relación a este aspecto. 

La capacidad de gestión, en sentido estricto, tiene que ver con: 1°) un ideario o proyecto nacional internalizado por todos los agentes estatales, 2°) una organización apropiada de las instancias estatales, de gobierno y de la administración pública, 3°) instancias consultivas de alto nivel, 4°) universidades orientadas al desarrollo y la innovación en el campo amplio de la gestión pública y, 5°) centralmente, un sistema altamente estructurado para la función pública (carrera administrativa o servicio civil).

El celo por las externalidades tiene que ver con nuestro diagnóstico sobre los muy diversos y significativos daños del marco institucional actual (también el anterior) sobre la microeconomía. Efectos perversos diversos definen una anulación o intervención inconveniente en la acción de los agentes económicos. 

Se trata de impulsar las correcciones o creaciones que eviten las fallas institucionales y de gobierno: en asuntos regulatorios, impuestos, corrupción, derechos de propiedad, excesos populistas, intereses especiales, inestabilidad debida a políticas, etc. Debe ser por la vía de un patrón exigente de diseño institucional, que haga énfasis en los impactos sobre la materia viva de la economía, que son sus agentes.

El celo por las condiciones para una economía exitosa tiene en las instituciones un apoyo principal. Son productos de la acción pública. Se requiere, entonces, agentes, liderazgo, condiciones, valoración, trabajo exigente y celo por su calidad y cumplimiento. La transición es retos, apuestas duras, adversarios, riesgos. Pero todo, para cambiar a bien.

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