sábado, 6 de junio de 2015

POR QUÉ SOMOS COMO SOMOS/ Escrito por Armando Celli 2011

Miguel Bello, de tan grata recordación, afirmaba en sus predicciones sociales y políticas que Carabobo es el estado más parecido a Venezuela. Tiene costa de mar, puerto, lago, montañas frías en Canoabo, zona campesina en Carlos Arvelo, sabanas aledañas al lago. De forma tal que cuando ganó Luis Herrera las elecciones, su predicción nacional en cuanto a votos, la dedujo por la situación de Carabobo y se equivocó por sólo 40.000 votos. Esta es una verdad política.

Otra cosa son los carabobeños.
Históricamente estamos vinculados a Páez; La Cosiata, que separó a Venezuela de la Gran Colombia, se sucedió aquí en Valencia en la casa ubicada en la esquina de La Estrella (Soublette con Colombia) donde Páez, acompañado de Miguel Peña, un audaz conspirador, logró lo que José Rafael Pocaterra denominó en su famoso verso a Valencia en su Cuatricentenario, "madre eres tú. Pariste a Venezuela".
Páez además asentó su figura en la ciudad y su influencia persiste en el tiempo. Quizá de ésta y de la tierra se define "conservador" al carabobeño y la "valencianidad" de la ciudad capital. Esta indefinible palabra es más que todo una conducta. El valenciano es godo. Recuérdese que durante la guerra de independencia al general Morillo se le quería. Su regalo del puente que sobre el Cabriales, en la calle Colombia, construyó, aún se llama Puente Morillo. La ciudad eran las 10 manzanas que en torno a la Plaza Mayor existían. La comunicación sobre el río, que me lo imagino con buen caudal para entonces, fue un buen y valioso regalo. Morillo se comunicó lo mejor que pudo con la sociedad de aquel entonces y, conservador al fin, dictó cátedra de buen linaje. Lo que le gustaba a esa sociedad goda de aquel tiempo. Sigue siendo así. Al visitante y al que llega para quedarse, le cuesta penetrar a la valencianidad.
El valenciano es difícil. Sociológicamente hablando es una conducta aprendida, es el mandato de la tierra y tuvo su mayor amenaza en la persona del general Gómez, cuando recogió a todos los homosexuales de Caracas y Aragua y los hizo bajar en Valencia. Hasta ese ultraje nos hizo convertirnos en más conservadores. No sé si por temor o por odio, pero, llevábamos en la memoria aquel comentario. ¿De dónde eres tú? De Valencia. De inmediato nos soltaban la frase: "No me digas más nada".

La política de los partidos políticos y la apertura de la Universidad logró cambiar las cosas. Mejoró la conducta social pero, impertérritos, la aristocracia rica se fue a los clubes. En el Country Club de Valencia, años atrás, para aceptar un nuevo miembro se votaba con bolas blancas o negras. Una bola negra bastaba para impedir al interesado formar parte de la alta sociedad. Se corría por la pequeña ciudad de 60.000 habitantes la frase "a fulanito le echaron bola negra". Tremendo castigo.
Pero de igual manera, Valencia fue y sigue siendo una ciudad culta. Desde que los hermanos cristianos llegaron a su Colegio La Salle a Valencia y los salesianos con el Don Bosco, la educación se hizo notoria en la ciudad, al punto que obligó a la educación pública a superar a la privada. De tal manera que desde la década de los 40, comenzó un proceso de cambio que hoy día es notorio. La dirigencia política colaboró a la mezcla y la profesionalización universitaria, vinculó la godarria con los sectores populares.
Los porteños, más abiertos En Puerto Cabello, de tanta influencia vasca por aquello de la Compañía Guipuzcoana, prefieren llamarse porteños que carabobeños. Son autónomos. Hidalgos. Pero más abiertos con los visitantes que los valencianos. Tienden a no dudarlo, otra gran influencia por demás positiva. La de los alemanes. Apellidos sonoros como Römer, Boulton, Brandt, Kerdell, Sturup, Hemsen, Kolster, que fundaron casas de comercio internacionales y nacionales, influenciaron la conducta del porteño, de lo cual ellos se sienten orgullosos. Otro tanto hizo por el puerto la familia Dao. Recuerdo la Cola D, una delicia de mis años de infancia, cuando competía con la Cola G, de Valencia.
El porteño es resteado con su tierra y con su mar. Cuando ejercía la Presidencia del Concejo Municipal de Puerto Cabello Italo Pizzolante, una vez le oí decir al presidente Caldera, quien por cierto vivió en el puerto, "lo declaró hijo ilustre de este puerto, de este cielo y de este mar". Son buenos amigos y grandes cultivadores de los valores mejores del alma. La presencia masiva de trabajadores portuarios mezcló a la incipiente sociedad comercial y social, con los sectores populares.

Guacara, San Joaquín y Mariara, eran un solo municipio. Políticamente hablando, todos eran guacareños, aun cuando Mariara siempre ha sido más aragüeña que carabobeña. Tierra de personajes populares. La vecindad con el lago, donde la Dra. Peñalver descubrió tantas joyas antropológicas, la tradición de los petroglifos de Vigirima y hasta la influencia del general Gómez, a través de su compadre don Antonio Pimentel, forjaron una población sana, de buena gente, de grandes amigos y de consecuentes colaboradores. Al igual que los porteños, se hacen llamar guacareños, sanjoaquineros y mariareños.

Carlos Arvelo irrumpe como la zona campesina de Carabobo, con igual vecindad con el lago. Sus habitantes son más sencillos. Gente de bien y de mejores. El comportamiento varía por las influencias en Tacarigua, del central azucarero; en Güigüe por el intenso comercio y en Belén hasta Santa Rosa del Sur, en límites con Guárico, por la altura. Sin duda alguna los seres de Belén son los más serenos, laboriosos y altamente orgullosos de ser campesinos.
Bejuma y Montalbán son dos poblaciones vecinas que no se quieren bien o mejor donde la gente se tolera. Los bejumeros dicen que los montalbaneros son pichirres hasta el punto que inventaron el queso rallado, a lo que contestan los montalbaneros que en Bejuma le añadieron los dos golpes al rayo. Una bella manera de entenderse sin perder importancia. Son gente distinta. En Bejuma y Montalbán, la gente es distinguida sin dejar de ser popular. Tiene un alto concepto de la familia y cultivan las tradiciones como algo fundamental. De apellidos distinguidos se dejaron venir a Valencia sin dejar a sus pueblos los cuales visitan con especial religiosidad.

"La geografía condiciona el ser de los carabobeños, porque el paisaje admirable de la región los hace sentir superiores.
Hay llano, mar y montaña y no toda región los tiene."

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