MÁS
PRUDENCIA, ALCALDE
Por LUIS
GARRIDO
Mucho se habla del descenso sorpresivo de
Miguel Cocchiola en su popularidad. Es
natural que tenga sus detractores pero, sin caer en las desproporciones del
revanchismo o la solidaridad afectiva, es mucha la tela que hay que cortar,
ubicándonos en el plano político electoral.
El programa es el mismo y sus intenciones no tienen por qué ser
diferentes, pero en lo que sí estamos claros es que una altísima parte del electorado valenciano
votó por el empresario considerando que sería un buen administrador de la
ciudad y otra que lo retrató de cuerpo entero como el político de conciencia. Si hacemos un análisis sobre la conducta de
Miguel en el ejercicio de la alcaldía, tendríamos que considerar el estado
deplorable en que la recibió, nadando
entre vicios y quiebra administrativa.
Una vez
posesionado en su cargo, el político se
desvió, lo que para muchos significó “un brinco de talanquera”. Sin embargo, nos atrevemos a afirmar -sin
riesgo a equivocarnos- que su acercamiento con el adversario nunca tuvo
visos de deslealtad, simplemente se
equivocó impulsado por un cálculo de suerte sin tomar en consideración que en los acuerdos entre este régimen y la
oposición, quienes están ejerciendo el gobierno, siempre han
jugado con cartas en la manga. Visto en la calle, el beneficio no compensa; Cocchiola, como se dice popularmente quedó “ensartado”, siendo
parte de esa deuda que hoy le están cobrando.
Son pocos
los esfuerzos que ha hecho Miguel para regresar al lugar de donde nunca tenía
que haber salido. Ha venido actuando imprudentemente y parece importarle poco
la soledad que es lo que se visualiza en su impopularidad. En entregas anteriores le hicimos sugerencias
sobre el problema de Valencia; hablábamos de sincerarse con el
pueblo. Los meses van corriendo y con
ellos el desencanto; la inseguridad, las
calles destrozadas y la basura, que sigue siendo como el cuero seco: lo pisa
por un lado y se levanta por el otro.
Tenga
prudencia señor alcalde. Con esas
acciones tan devaluadas es muy poco lo que puede aportarle a su candidato. Es legítimo el apoyo a Scarano en su desplegada y costosísima aspiración
a ser diputado, pero no tiene porque subestimar la significación de Pablo Aure
y Salvatore Lucchese. De encuestas no
hablemos; mientras más apabullante sea
la ventaja menos credibilidad ofrecen: “todas bailan el son que les toquen”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario