jueves, 13 de noviembre de 2014

Guerra avisada no mata soldado/ Dimitry Belov

Guerra avisada no mata soldados/ Dimitry Belov
Cuando uno desde un lado de la acera ve a un señor mayor, medio ciego, con dificultad para caminar y usando bastón, cruzando una calle mientras hay una bandada de carros pasando, lo lógico y humano es correr el riesgo y acercarse a ayudarle, y digo riesgo porque aparte de la posibilidad de ser atropellado, en la Venezuela de hoy ese adulto mayor podría asustarse por alguien que de repente corre hacia él y caerle a bastonazos a quien lo ayude pensando que en vez de ayudarle se acerca a robarlo. Para quienes les gustan los mensajes directos y no las parábolas, hoy sobra la desconfianza entre los venezolanos, abunda el prejuicio y escasean las aclaratorias –una vaina más que escasee al régimen no le importa-. Todo el mundo espera una traición de todo el mundo. Pero ya es momento de ver hacia adelante.
Los conspiradores están a la vuelta de la esquina, y sorpresa: ¡No son los estudiantes, ni la sociedad civil (estos dos grupos hacen públicas sus exigencias y como quieren llegar allí), ni las autoridades universitarias, ni la disidencia, ni la jadeante MUD –que aunque cuenta con muchos políticos decentes en su haber, los indecentes y quintas columnas le hacen un daño enorme!- Los conspiradores son un grupito de militares con rabo de paja, varios pesados del PSUV, un par de de grupos de consentidos hasta ahora con inmensas sumas de cadivi-cencoex y obras públicas, y los generadores de matrices de opinión dentro del mismo chavismo. Hay al menos tres grupos tratándose de disputar esa capacidad de manipulación de masas denominada “el legado de Chávez”. No de gratis algunos de los cabecillas del PSUV andan de locutores en programas semanales para buscar influir en esas matrices que se están generando, no quieren dejarle ese show sólo a José Vicente ni la ofensiva conducta, ni a Nicmer, ni a los ya bien críticos escritores de aporrea.
Todas las quinielas apuntaban que sería en octubre donde los lobos mostrarían los dientes, y algo de eso pasó aunque no hubo desenlace mayor, esta parece ser una novela en etapa decisiva. Hay unos cuantos que compraron cotufas, contrataron cuñas de televisión donde abrazan a un par de viejitas y se sentaron como caimán en boca de caño mientras aquellos se echan cuchillo. Durante el desarrollo de esta comedia: ¿qué hacemos los movimientos civiles –de esta y de la otra acera- que si estamos pendientes de que este país eche palante? Ser muy cautelosos, profundizar en la organización ciudadana y en tener habilitados mecanismos de reencuentro una vez que el chaparrón haya pasado, siendo el más acertado de ellos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.
Me refiero al tema de la cautela justamente por eso, ya tenemos experiencia de las órdenes fulminantes que se imparten desde el Capitolio en Carabobo o desde la presidencia de la Asamblea Nacional, si con un tweet de Ameliach salieron las UBCH a masacrar una marcha, ya sabemos qué clase de órdenes dan esos dos. La sangre de la humanidad es demasiado valiosa para ser derramada, merece correr siempre en las venas de una vida, de un ser, de un destino. Aunque la dictadura populista nos imponga 25.000 muertes violentas cada año, la vida de los venezolanos si vale y mucho. Hay que dejar que los caimanes se coman entre ellos y los ciudadanos movernos hacia la Venezuela del futuro. Ese tipo de guerras hay que avisarlas, no hay que dejarlas que sucedan, por aquello de que guerra avisada no mata soldados.
Que no haya nadie descuidado…

@DimitryBelov

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