domingo, 12 de enero de 2014

Hoy y Después en Valencia

 Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
Nos contó un colega periodista, en La Habana, que en Cuba el Periodismo no se hace en la calle sino en casa porque, el gobierno, se encarga de enviar, a las pocas redacciones de los medios existentes, lo que se debe decir. No imaginábamos que aquella situación, que nos pareció increíble, la tuviésemos unos años después en nuestro país. 
Quienes cubrimos, por décadas, la fuente de la gobernación del estado tenemos ahora que toda la información, que se produce en el Capitolio, es a través de boletines de prensa siempre con el mismo encabezamiento: por instrucciones del gobernador, gracias a la gestión del gobernador, cumpliendo con su propósito de darle la máxima felicidad a su pueblo, el gobernador... Es decir que estamos condenados a decir lo que envía una oficina de prensa oficial y no lo que los lectores quieren saber. 
En Valencia los periodistas nunca hemos tenido  problemas con los gobernadores. Siempre hubo las mejores relaciones incluso cuando el general Luis Felipe Acosta Carles que  decía de nosotros lo que le venía a su mente, durante sus actos. Pero eso no era motivo para que no se suministrara la información de manera oportuna. 
El gobernador Ameliach no quiere mantener relaciones con los periodistas aunque, ni de una parte ni de la otra, se hayan presentado incidentes para que exista esta decisión. Nuestra profesión nos impone acudir a las fuentes informativas en el entendido de que, de acuerdo a la Constitución y las leyes, los funcionarios de la administración pública están en la obligación de dar a conocer lo que están haciendo en el ejercicio de sus cargos. Sin embargo, eso ha pasado a lo imposible porque ningún funcionario del gobierno regional da información si no es a través de la parte interesada para la cual toda está muy bien. 
La semana pasada se presentaron dos casos ofensivos al ejercicio de la comunicación social pues, después que se invitó a los periodistas a cubrir unos actos se les puso a esperar, durante horas, para luego decirles que el gobernador no quería hablar con ellos y que, si querían saber lo que pasó, que esperaran el boletín de prensa que,  por cierto, vienen muy bien redactados y explícitos con respecto a los intereses gubernamentales. 
El primer caso fue la entrevista entre el gobernador y el alcalde Miguel Cocchiola quien, por causas inexplicables, aceptó salir por la parte trasera del Capitolio para no encontrarse con los periodistas quienes, durante su campaña electoral, le trataron tan bien y de manera solidaria ante la manera implacable con la que fue insultado por el gobierno. 
Era una oportunidad de oro para que, el alcalde, diera a conocer su posición ante los decretos presidenciales contra esta ciudad que lo hizo su vocero. Un saludo de año nuevo no hubiese estado demás, al concluir una reunión que, para la opinión pública, era trascendental. Sin embargo, hubo que conformarse con el boletín de prensa y con las fotos que quiso el ejecutivo del estado, 
El segundo desaire fue para  la instalación del Consejo Estatal de Políticas Públicas del gobierno de Carabobo, en el Salón Bolívar del Capitolio. La invitación al acto decía que el vocero de la reunión sería el gobernador Francisco Ameliach por lo cual la prensa, en pleno, se hizo presente para conocer su  opinión sobre asuntos que debe saber la comunidad. 
A pesar de que no era una reunión en la que se iban a tratar secretos de estado, a los periodistas no se les dejó entrar sino que los confinaron en un salón bien alejado para que no vieran, ni de lejos, al gobernador del estado. Cuando éste habló y se retiró a su despacho, fue cuando se informó que él no hablaría por lo cual había que esperar el boletín. 
Por cierto que, en esa nota, se anunció que el gobernador citará a los propietarios de los medios, presuntamente, para manifestarles que no está de acuerdo con la manera como están informando. Algunos observadores interpretaron que eso es otra amenaza cuando, los medios democráticos del país, están al borde del cierre con la política del presidente Maduro de autorizar las divisas, para la compra de insumos en el exterior que luego no entregan sin ninguna explicación. 
El desaire no ha sido solo con los medios. En diciembre los representantes de las principales instituciones de la ciudad fueron invitados al Capitolio, para informarles sobre los decretos 664, 665 y 665 emitidos por el presidente Nicolás Maduro, que afectan al patrimonio valenciano. El gobernador Ameliach no asistió; envió a un representante, por lo cual, varios de convidados, estuvieron a punto de retirarse molestos. 
 No pasó nada; por eso tenemos la impresión de que todavía, el gobernador Ameliach, tiene la oportunidad de dirigir la conciliación y el  entendimiento, en este estado, que anda en busca de un líder para enfrentar tantos conflictos que, por mala suerte, ocurren en nuestro territorio. Para ello debería tener en cuenta que la libertad de información es un derecho y que, quienes ejercen la comunicación social, no tienen la intención de perjudicar su gestión. Lo que se le pide es más eficiencia,  que puede  lograr si el gobierno central entiende que, en Carabobo, está el corazón de Venezuela. 
PABLO AURE al frente del movimiento “Valencia se respeta” ha logrado despertar a gente de todos los sectores  para la defensa de esta ciudad a la que el presidente Nicolás Maduro quiere arrasar para levantarle, a Hugo Chávez, un monumento urbanístico como expresión de gratitud por haberlo nombrado su sucesor. 
La concentración efectuada el viernes, al frente del Teatro Municipal fue una demostración contundente de que Valencia no acepta ni aceptará, que un enemigo jurado de esta ciudad, le arrebate el Teatro Municipal, la Plaza Monumental y el Parque Recreacional Sur que son de su legítima propiedad, y que imponga a una autoridad única, desconociendo la voluntad popular que quiso que Miguel Cocchiola sea el alcalde de Valencia. Necesitamos más ejemplos como el de Pablo Aure.

RECTIFICACIÓN: El cuadro El Libertador o Bolívar en Carabobo, de Arturo Michelena, se encuentra en el Salón Bolívar del Capitolio. No fue prestado para la exposición que, en esta misma página, comenta el crítico Gabino Matos. Ojalá el gobierno regional haga gestiones para que esta obra fundamental del Arte Venezolano reciba el mantenimiento que  necesita con urgencia, pues su última restauración fue hace 25 años. Lo primero que se debe hacer es no tenerlo encerrado, sin la ventilación adecuada, para que la gente lo pueda admirar y disfrutar.  

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