Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
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Nos contó un colega periodista, en La Habana, que en Cuba el
Periodismo no se hace en la calle sino en casa porque, el gobierno, se
encarga de enviar, a las pocas redacciones de los medios existentes, lo
que se debe decir. No imaginábamos que aquella situación, que nos
pareció increíble, la tuviésemos unos años después en nuestro país.
Quienes cubrimos, por décadas, la fuente de la gobernación del estado
tenemos ahora que toda la información, que se produce en el Capitolio,
es a través de boletines de prensa siempre con el mismo encabezamiento:
por instrucciones del gobernador, gracias a la gestión del gobernador,
cumpliendo con su propósito de darle la máxima felicidad a su pueblo, el
gobernador... Es decir que estamos condenados a decir lo que envía una
oficina de prensa oficial y no lo que los lectores quieren saber.
En Valencia los periodistas nunca hemos tenido problemas con los
gobernadores. Siempre hubo las mejores relaciones incluso cuando el
general Luis Felipe Acosta Carles que decía de nosotros lo que le venía
a su mente, durante sus actos. Pero eso no era motivo para que no se
suministrara la información de manera oportuna.
El gobernador Ameliach no quiere mantener relaciones con los
periodistas aunque, ni de una parte ni de la otra, se hayan presentado
incidentes para que exista esta decisión. Nuestra profesión nos impone
acudir a las fuentes informativas en el entendido de que, de acuerdo a
la Constitución y las leyes, los funcionarios de la administración
pública están en la obligación de dar a conocer lo que están haciendo en
el ejercicio de sus cargos. Sin embargo, eso ha pasado a lo imposible
porque ningún funcionario del gobierno regional da información si no es a
través de la parte interesada para la cual toda está muy bien.
La semana pasada se presentaron dos casos ofensivos al ejercicio de
la comunicación social pues, después que se invitó a los periodistas a
cubrir unos actos se les puso a esperar, durante horas, para luego
decirles que el gobernador no quería hablar con ellos y que, si querían
saber lo que pasó, que esperaran el boletín de prensa que, por cierto,
vienen muy bien redactados y explícitos con respecto a los intereses
gubernamentales.
El primer caso fue la entrevista entre el gobernador y el alcalde
Miguel Cocchiola quien, por causas inexplicables, aceptó salir por la
parte trasera del Capitolio para no encontrarse con los periodistas
quienes, durante su campaña electoral, le trataron tan bien y de manera
solidaria ante la manera implacable con la que fue insultado por el
gobierno.
Era una oportunidad de oro para que, el alcalde, diera a conocer su
posición ante los decretos presidenciales contra esta ciudad que lo hizo
su vocero. Un saludo de año nuevo no hubiese estado demás, al concluir
una reunión que, para la opinión pública, era trascendental. Sin
embargo, hubo que conformarse con el boletín de prensa y con las fotos
que quiso el ejecutivo del estado,
El segundo desaire fue para la instalación del Consejo Estatal de
Políticas Públicas del gobierno de Carabobo, en el Salón Bolívar del
Capitolio. La invitación al acto decía que el vocero de la reunión sería
el gobernador Francisco Ameliach por lo cual la prensa, en pleno, se
hizo presente para conocer su opinión sobre asuntos que debe saber la
comunidad.
A pesar de que no era una reunión en la que se iban a tratar secretos
de estado, a los periodistas no se les dejó entrar sino que los
confinaron en un salón bien alejado para que no vieran, ni de lejos, al
gobernador del estado. Cuando éste habló y se retiró a su despacho, fue
cuando se informó que él no hablaría por lo cual había que esperar el
boletín.
Por cierto que, en esa nota, se anunció que el gobernador citará a
los propietarios de los medios, presuntamente, para manifestarles que no
está de acuerdo con la manera como están informando. Algunos
observadores interpretaron que eso es otra amenaza cuando, los medios
democráticos del país, están al borde del cierre con la política del
presidente Maduro de autorizar las divisas, para la compra de insumos en
el exterior que luego no entregan sin ninguna explicación.
El desaire no ha sido solo con los medios. En diciembre los
representantes de las principales instituciones de la ciudad fueron
invitados al Capitolio, para informarles sobre los decretos 664, 665 y
665 emitidos por el presidente Nicolás Maduro, que afectan al patrimonio
valenciano. El gobernador Ameliach no asistió; envió a un
representante, por lo cual, varios de convidados, estuvieron a punto de
retirarse molestos.
No pasó nada; por eso tenemos la impresión de que todavía, el
gobernador Ameliach, tiene la oportunidad de dirigir la conciliación y
el entendimiento, en este estado, que anda en busca de un líder para
enfrentar tantos conflictos que, por mala suerte, ocurren en nuestro
territorio. Para ello debería tener en cuenta que la libertad de
información es un derecho y que, quienes ejercen la comunicación social,
no tienen la intención de perjudicar su gestión. Lo que se le pide es
más eficiencia, que puede lograr si el gobierno central entiende que,
en Carabobo, está el corazón de Venezuela.
PABLO AURE al frente del movimiento “Valencia se
respeta” ha logrado despertar a gente de todos los sectores para la
defensa de esta ciudad a la que el presidente Nicolás Maduro quiere
arrasar para levantarle, a Hugo Chávez, un monumento urbanístico como
expresión de gratitud por haberlo nombrado su sucesor.
La concentración efectuada el viernes, al frente del Teatro Municipal
fue una demostración contundente de que Valencia no acepta ni aceptará,
que un enemigo jurado de esta ciudad, le arrebate el Teatro Municipal,
la Plaza Monumental y el Parque Recreacional Sur que son de su legítima
propiedad, y que imponga a una autoridad única, desconociendo la
voluntad popular que quiso que Miguel Cocchiola sea el alcalde de
Valencia. Necesitamos más ejemplos como el de Pablo Aure.
RECTIFICACIÓN: El cuadro El Libertador o Bolívar en
Carabobo, de Arturo Michelena, se encuentra en el Salón Bolívar del
Capitolio. No fue prestado para la exposición que, en esta misma página,
comenta el crítico Gabino Matos. Ojalá el gobierno regional haga
gestiones para que esta obra fundamental del Arte Venezolano reciba el
mantenimiento que necesita con urgencia, pues su última restauración
fue hace 25 años. Lo primero que se debe hacer es no tenerlo encerrado,
sin la ventilación adecuada, para que la gente lo pueda admirar y
disfrutar.
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