lunes, 27 de febrero de 2012

Generación 7 de octubre

El Carabobeño 27/02/12
¡Hasta cuándo!
(Foto El Carabobeño)
 PABLO AURE
pabloaure@gmail.com
En esta Venezuela tan convulsionada, apática y hasta en ocasiones sin esperanzas, no podemos ocultar la alegría que nos produjo el resultado del 12 de febrero. Hoy, si de algo podemos sentir orgullo, es de la gran movilización de venezolanos que acudieron a las primarias de la oposición.
Más de tres millones de personas que queremos desesperadamente un cambio de gobierno, salimos a votar para elegir a quien nos representará el 7 de octubre en las elecciones presidenciales: Henrique Capriles será nuestro candidato. Él encarna lo que pudiéramos denominar la civilidad frente a la barbarie que hoy nos domina; el progreso frente al atraso; la democracia plural y decente versus la autocracia militarista y corrupta. Como lo queramos calificar, no hay dudas de que Capriles personifica la renovación de un modelo que viene empobreciendo y destruyendo nuestro país desde hace 13 años, y que pretende seguir haciéndolo quién sabe por cuánto tiempo más.
El entusiasmo y dulce sabor que nos produjo la altísima participación ciudadana, no lo podemos borrar para darle paso a episodios dudosos que de alguna manera extraen lástima popular.
La vista no podemos quitársela a lo que desde ya debemos identificar como la “Generación 7 de octubre”.
Si Chávez está enfermo de gravedad, debe preocuparnos porque es un ser humano; pero su enfermedad no puede hacernos olvidar todo lo malo que ha hecho. Como dejar de lado el odio que ha sembrado cuando califica de apátridas a quienes no comulgamos con su ideología. ¿Es que acaso su padecimiento puede borrar de nuestra memoria los robos disfrazados de expropiaciones y los demás atropellos a los derechos humanos perpetrados durante su infausto mandato? ¡Claro que no! Por eso, de la salud de Chávez deben preocuparse sus médicos tratantes, pero quienes queremos vivir en democracia debemos preocuparnos y ocuparnos y, sobre todas las cosas, concentrarnos en el venidero 7 de octubre.
Ese día, independientemente de lo que pase con Hugo Chávez en los quirófanos de La Habana, nacerá una nueva Venezuela. Desde luego, decimos 7 de octubre si no suspenden el evento electoral. Aunque no habría motivos legales para ello. Pero sabemos que el Tribunal Supremo de Justicia poco o nada le importa la legalidad cuando se trata de complacer al caudillo.
El chavismo y Santa Bárbara
En un arrebato de desesperación, en vista de la gravedad del Presidente, el Gobierno ha encendido la Cruz del Cerro Ávila en Caracas, la del Ángel del Amparo en Maracaibo y la de El Trigal aquí en Valencia. Parece mentira: hoy apelan a los santos cuando ayer se burlaban de la Iglesia y les cortaban la cabeza a las vírgenes. Así son de cobardes: hoy le piden a Dios y ayer profanaban las imágenes. Hoy piden respeto para los enfermos pero ayer escupían el ataúd de monseñor Velazco y se burlaban de Franklin Brito diciendo que olía a formol.
No se trata de pagar odio con odio. Claro que no, pero hay que dejar claro que lo que se hace en la tierra, en la tierra se paga. Ojalá sirva de escarmiento a muchos chavista que creen, o piensan, que Chávez es eterno.
Ese encendido de las luces de las cruces que simbolizan la alegría del pueblo venezolano en épocas navideñas, si de verdad queremos utilizarlas para pedir por la salud de alguien, deberíamos entonces dejarlas encendidas todos los días del año, por los miles de muertos víctimas del hampa y por los miles de enfermos que acuden a los hospitales y no encuentran apoyo. Deberían dejarlas encendidas por los cientos de pacientes renales que no tienen los recursos para practicarse las diálisis, o para aquellos que están muriendo por cáncer y no pueden realizarse su quimioterapia o radioterapia por no contar los centros de atención hospitalaria de un acelerador lineal o no tener el dinero necesario para comprar los medicamentos. Por eso me molesta el teatro que montan con la salud de Chávez y olvidan a los demás pacientes venezolanos que ni remotamente pueden tener la posibilidad de escoger al médico tratante ni mucho menos el centro hospitalario para operarse.
Misión lástima
Es difícil obviar hablar de Chávez. Su salud es de lo que los medios hablan por eso imposible no comentar lo que ocurre con él.
Probablemente su salud esté muy comprometida, pero también tenemos que reconocer que ese deterioro el Gobierno lo ha explotado de una manera tal que nos hace pensar en una campaña electoral para tratar de borrar el efecto 12 de febrero, cuando Capriles se catapultó como próximo Presidente de la República.
Chávez es mortal y de eso debemos estar claros. En lo particular, prefiero verle sucumbir el 7 de octubre cuando lo derrotemos en las urnas electorales. No me gusta ver morir a nadie. No me gusta ni comparto su régimen, pero le deseo larga vida para que reciba el peor castigo, que no será ni la cárcel ni la muerte, sino el de ver a un país progresar sin odio y sin resentimientos. Para que vea hecho realidad lo que él ha impedido: una Venezuela unida, donde todos quepamos y que nos respetemos indistintamente cual sea nuestra manera de pensar. Una Venezuela donde el gobierno no apoye fuerzas paramilitares, como “La Piedrita” y otros colectivos cuya misión es impedirle a las fuerzas democráticas el ejercicio de sus derechos. No quiero una Venezuela sin Chávez. La quiero con él vivo pero en la oposición o pagando pena por sus fechorías.
@pabloaure
www.pabloaure.blogspot.com

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