El Carabobeño 28/03/2011
¡Hasta cuándo!
La lucha es de todos
Pablo Aure
Ciertamente sería ideal que en una sociedad cada quien se dedicara exclusivamente a su ámbito de formación o preferencia: que los sacerdotes celebren misas, los periodistas escriban o narren noticias, los maestros enseñen, y que los médicos curen a los enfermos. Desde luego, los políticos a su ciencia, que es la conducción y el gobierno de los pueblos. Pero suele suceder que esos que gobiernan quieran perpetuarse en el poder y emprendan una inveterada violación a la Constitución y a los derechos humanos, casos en los cuales, como lo manda incluso nuestra Constitución en su artículo 333, todo ciudadano indistintamente de su condición "tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia". Eso quiere decir que nadie puede ser indiferente frente a lo que vivimos en Venezuela, donde notoriamente los gobernantes se empeñan en llevarnos a un modelo comunista reñido frontalmente con los preceptos de la Carta Magna. Dentro de las universidades tenemos diferentes maneras de ver las cosas, y es justamente por ese valor democrático que denodadamente luchamos. Quiero relatar una situación particular: la semana pasada una profesora de nuestra UC, afecta al régimen, me increpó que las autoridades no deberíamos ocuparnos de asuntos "políticos" sino solo de los asuntos "académicos". No dudé en responderle que justamente eso quieren todos los dictadores: que los ciudadanos se dediquen a todo menos a opinar sobre los asuntos del país. De esa manera, a los universitarios se les pretende encerrar en las cuatro paredes del salón de clases ignorando que, además de la docencia, la academia está comprometida con el país en lo más hondo de sus principios y valores. De lo contrario nos comportaríamos como una élite privilegiada que en silencio deja pasar las tropelías. Los universitarios no somos ajenos a lo que pasa extramuros. Las universidades están llenas de pueblo, que sufre y vela por el bienestar general. No somos distintos a los demás, al albañil, a la cocinera, o la mujer que plancha. También sufrimos la inseguridad, el alto costo de la vida, los malos gobiernos, pero sobre todo, la quiebra de las instituciones y del Estado de Derecho. Por esa razón en las universidades no podemos ser indiferentes y limitarnos a mirarnos el ombligo. Dejar que otros propongan, que otros luchen. Los estudiantes siempre han sido protagonistas de los cambios en la historia, saltando de las aulas para defender en las calles a su país. Eso nadie lo puede borrar fácilmente. La pasividad de los universitarios y el pensamiento único es lo que todos los dictadores añoran. Quienes piensan que la Academia debe ser indiferente frente a la política probablemente hubiesen vituperado el papel del Dr. José María Vargas, científico y catedrático, rector de la Universidad de Caracas, escritor y Presidente de Venezuela. Vargas representó la civilidad contra la barbarie militarista a comienzos de la era republicana. No se quedó en las aulas. Se inmortalizó por su amplia visión de la Academia, y por aquellas lapidarias palabras que le manifestó a Pedro Carujo, cuando éste le pone bajo arresto domiciliario al estallar la Revolución de las Reformas (8 de junio de 1835): "Señor Vargas, el mundo es de los valientes", y Vargas le contestó: "No, el mundo es del hombre justo. Es el hombre de bien, y no el valiente, el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre su conciencia". Los abogados sentimos especial admiración por Piero Calamandrei, un jurista y profesor universitario italiano considerado uno de los padres de la Constitución italiana de 1948, quien nunca vaciló en luchar contra el fascismo y que siendo un profesor insigne dimite para no suscribir una carta de sumisión al "Duce", como le exigía el rector de ese entonces.
La dignidad no se negocia
El sábado amanecimos felices porque los estudiantes levantaron la huelga. Su sacrificio, por ahora, se ha suspendido. A Dios gracias, terminaron el ayuno. Pero en lo particular, mantengo el sabor amargo que me dejó la indolencia gubernamental. La lucha no ha terminado y saldrán nuevos actores a pedir reivindicaciones a un gobierno que tiene en su carga cromosómica la destrucción del Estado de Derecho y la maldad. En esta lucha hay muchos héroes. Los muchachos que mantuvieron la huelga, tanto en Caracas como en Valencia: Luis Magallanes, Villcar Fernández, Grey Hernández, Gabriela Torrijos y Luis Herrera, que se cosieron los labios. Su gallardía jamás será olvidada, como tampoco la de los que tuvieron que abandonar la huelga por razones de salud. Las declaraciones de la joven Gaby Arellano, vocera de los huelguistas, quedarán como huella indeleble para los jóvenes que se deciden a luchar por un ideal. Pero también debemos reconocer la ardua labor de Diego Scharifker, presidente de la FCU de la UCV, de las rectoras Jessy Divo de Romero, de la UC; Cecilia García Arocha, de la UCV, y Rita Añez, de la Unexpo, así como el resto de los integrantes de la Averu que mediaron ante el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria para que finalizara la huelga de hambre. Muchos se involucraron en el apoyo estudiantil y en la defensa de las universidades. El profesor Jesús Villarreal, presidente de la APUC, el ex rector Ricardo Maldonado, quienes no abandonaron a los huelguistas de Caracas y Valencia ni un solo segundo; los vicerrectores Ulises Rojas y José Angel Ferreira, los siete decanos de nuestra UC, profesores, empleados y obreros estuvieron brindándole solidaridad a esos valientes y, en fin, fueron muchos los que participaron en esta sacrificada lucha estudiantil. Especial reconocimiento al líder estudiantil de la UC César Centeno (Chachi) que con su inteligencia carismática ha sabido escalar posiciones en el movimiento estudiantil; así como también a los bachilleres Marcos Salazar, Lenin Belisario, Juan Bolívar, Erickson Linares, Ramón Bravo, Henrry Flores, Stefany Lara, Francisco Abreu, al profesor Raúl Núñez y al licenciado Edgar Pérez, todos miembros de la gloriosa Universidad de Carabobo.
Hipocresía oficialista
¿Dónde está la derecha: en los rostros morenos de los muchachos que se cosieron los labios para emplazar al gobierno o en los bolsillos llenos de los compinches y familiares de Chávez? ¿Dónde está la derecha, señor Presidente: en la mirada triste y desconsolada de la madre de la estudiante o en la risa cínica de su ministra y su canciller? ¿Dónde está la derecha: en la casa humilde del trabajador universitario o del estudiante que tiene que esperar el autobús para asistir a la universidad, o en el penthouse de sus ministros que mandan a sus hijos al colegio o a la universidad con chofer y escolta? ¿Dónde está la derecha: en el pensamiento de los que hacen largas colas para esperar una cita en un hospital público para que luego le digan que no hay medicamentos o que no pueden realizarle la operación porque están dañados los quirófanos, o en el accionar de usted, de sus familiares, de sus ministros o allegados que visitan clínicas privadas dentro o fuera del país? ¿Quiénes son los conservadores: los que quieren quedarse para continuar saqueando el país o los que quieren transparencia en el manejo de los dineros públicos? Ustedes están a la derecha. pabloaure@gmail.com
@pabloaure
No hay comentarios:
Publicar un comentario