lunes, 7 de febrero de 2011

Consenso o muerte universitaria






El Carabobeño 07/02/2011
¡Hasta cuándo!
Consenso o muerte

universitaria
Pablo Aure


El mundo universitario es excesivamente complejo, sobre todo en lo que se refiere a la gerencia de las universidades públicas. En los últimos años ha venido creciendo una inmensa bola que trata de llevárselo todo por delante: hay descontento por el paupérrimo salario que perciben los trabajadores, lo que influye determinantemente en la motivación de sus labores habituales; y en una suerte de desesperación y desilusión han "decretado" reducir la jornada laboral imponiéndose un "horario crítico" que se traduce en sacrificio y estrangulamiento para la universidad, y que, lejos de presionar al Gobierno nacional para que en definitiva fije salarios decentes, perjudica a los estudiantes y a toda la comunidad. Aunado a los salarios de hambre que perciben los trabajadores universitarios, también vemos los lamentables índices de delitos que se perpetran dentro del campus universitario. Es sorprendente: estamos en una universidad, y todavía hay gente de buena fe que piensa que las autoridades somos responsables tanto de los bajos sueldos como de la inseguridad. Otros que, de mala fe, a sabiendas de que las autoridades ponemos el mayor empeño en obtener los mejores beneficios salariales, y en procurar la protección de la comunidad universitaria, mantienen demagógicamente la infamia de responsabilizarnos de todo, pero no logran lo que persiguen gracias a la cada vez mayor compenetración y solidaridad que existe en nuestro sector que hace primar la comprensión y la sensatez.



Semilla roja de la destrucción



Dentro de las universidades, hay que decirlo, como reflejo de la descomposición generalizada de nuestra sociedad, hay de todo: desde estudiantes malos, que no cumplen sus deberes a cabalidad -y, frente a los cuales, en verdad no existe un mecanismo disciplinario para poner correctivos-, hasta profesores y personal de apoyo en la misma situación. Esto no es del todo producto de Chávez (aunque todo lo malo, con él, se ha multiplicado), sino que es un fenómeno con origen antes del chavismo, pero, ¿qué hacer? Lo que hay que hacer es tarea de todos, pero indudablemente debemos comenzar los que hoy tenemos cargos directivos y responsabilidades concretas. No es nada fácil la empresa, pues el resultado trasciende el aspecto económico. En este caso el éxito se mide en la excelencia del profesional que egresa de nuestra UC, de los avances en la investigación, de las transformaciones que logremos en la comunidad a través del trabajo comunitario, y para eso se requiere consenso. En esa dirección debemos remar: convocar a un gran acuerdo de transformación de nuestra institución, pensando en el futuro y en el bien de todos, indistintamente de su posición política o ideológica. Ahora acabamos de ver en España la celebración de un gran acuerdo entre gobierno, trabajadores y empresarios para emprender reformas sociales y de pensiones. ¿No es posible entre nosotros los universitarios que también hagamos a un lado las diferencias para emprender un rumbo común en beneficio del país? Lo cierto es que la cuestión se torna urgente. Tenemos que acelerar porque se nos está muriendo la universidad. No es retórica, lo siento de corazón. Siempre hemos pregonado que la mejor manera de lograr corregir los errores o evitar las faltas, no es precisamente mediante el castigo: más conseguimos premiando el esfuerzo que castigando la falla. No podemos rendirnos porque sabemos que en la universidad se perfila el futuro de Venezuela. Consenso o destrucción total, es el asunto.



Dictador de la miseria



Que quede bien claro: el salario de los trabajadores universitarios depende del Gobierno nacional y lamentablemente en Venezuela, por vivir bajo un régimen totalitario, es el Presidente de la República quien determina el salario de los trabajadores públicos. Quiero advertirle a los que luchan por un mejor salario que Hugo Chávez sólo responde cuando se le presiona directamente, como, por ejemplo, realizando una gran protesta en Caracas y en las cercanías de Miraflores. Nada conseguimos tomando el Rectorado o dejando de trabajar. A él le daría igual. Si no, pregúntenle a los trabajadores de la Coca-Cola, quienes ante una protesta contra la empresa y portando pancartas en el mitin de Chávez aquí en Valencia el viernes pasado, les dijo: "Si la Cola-Cola no quiere cumplir con la Constitución y las leyes, uno puede vivir sin Coca-Cola". ¡Vaya! No tengo dudas de que podamos vivir sin tomar Coca-Cola, pero sin trabajar no. Si se va la Coca-Cola ¿cuántos quedan sin trabajo? La Coca-Cola es una empresa privada que genera miles de empleos. Si sus obreros no trabajan, quizás no les haga falta tomar Coca-Cola, pero con el cierre de la empresa quedarán en la calle y no sé si, además, podrán comer otras cosas. Con ese mensaje Chávez ratifica que no le importa fomentar fuentes de trabajo. Al contrario, pareciera procurar su destrucción, para que cada día el pueblo dependa en mayor escala de las limosnas gubernamentales. Probablemente, la desgracia no sería tan grande, si el Presidente dejara de encontrarse en el camino sindicatos que le hacen el juego, llevando hacia al barranco a sus agremiados. El pueblo debe y tiene que reaccionar y abrir los ojos, rebelándose ante la demagogia y la mentira; de lo contrario, Venezuela no tendrá instituciones públicas ni privadas, como en Cuba.



Interpelación o lectura de respuestas



El diputado Soto Rojas, presidente de la Asamblea Nacional, la semana pasada dijo con su particular estilo, que en la semana que comienza se "debatirán temas muy puntuales", y refiriéndose a la interpelación de algunos ministros agregó que los parlamentarios tendrán hasta 5 minutos para realizar preguntas y obtener respuestas. En efecto, se espera que la AN interpele al vicepresidente Elías Jaua, al ministro de Exteriores, Nicolás Maduro, y al ministro de Interiores y Justicia, Tareck El Aissami, mañana 8 de febrero a partir de las 2:00 pm. Supuestamente todos los ministros serán interpelados. Una sociedad libre y democrática moderna quiere interpelaciones sin ataduras de ninguna especie. Eso de preguntas por escrito y con antelación, es verdaderamente el reflejo del miedo que este régimen tiene por todo lo que significa rendir cuentas. Muchas veces las repreguntas que puedan surgir son más esclarecedoras que las que se formulan inicialmente. Así como restringen a los medios independientes para que reporten desde la AN, también quieren limitar a los diputados de oposición. ¿Qué democracia es esa?






Twitter: @pabloaure



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