lunes, 10 de enero de 2011

Universidad en la picota


El Carabobeño 10/01/2011

¡Hasta cuándo!

Universidad en la picota

Pablo Aure
Como todos los años, los venezolanos comenzamos nuestras labores habituales más o menos por esta misma fecha. Antes decíamos: después del merecido asueto navideño. Hoy imposible decir lo mismo al menos para los universitarios que no tuvimos la oportunidad de tener prácticamente ni un solo día de descanso. Fueron días de mucha tensión, de incertidumbre, de reflexión, de planificación, pero, sobre todas las cosas, tenemos que decir fue un diciembre durante el cual los universitarios demostramos estar dispuestos a darlo todo para defender la Casa que vence las sombras.
Por ahora, la sangre no ha llegado al río; pero, por desgracia, lamento pensar en que si el régimen insiste en secuestrar la esencia universitaria quitándole su menguada autonomía, entonces, ese momento, el de las definiciones, tarde o temprano, llegará.
Con la soga al cuello
El peligro no ha desaparecido. Lo que el gobierno hizo vetando la Ley de Educación Universitaria fue, quizá, lo que podemos denominar un repliegue táctico. ("Por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados. Ustedes lo hicieron muy bien por allá -por la AN-, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones..."). Recordemos que esta gente sabe lo que hace, y cuándo debe hacerlo. Desde hace tiempo tienen, entre ceja y ceja, echarle mano a las Universidades y no le ha sido fácil, pero seguirán intentándolo.
Los que apuestan a la democracia, a defender una Universidad pública, plural y autónoma, deben tener en cuenta que no es momento de necias discusiones; de estar exigiendo y, consecuentemente, conformarnos con las migajas que de vez en cuando nos arrojan desde el Ejecutivo Nacional. ¡No!, eso es lo que quiere el gobierno: que cambiemos las migajas por nuestra autonomía, por nuestra libertad.
Hace menos de seis meses los universitarios salimos a las calles exigiendo un presupuesto digno para nuestras Casas de estudio. El gobierno nos contestó con ese mamotreto legislativo en una suerte de: o se callan, o les quito todo. O sea, no solamente no nos asignarían lo que las Universidades requieren para mantener sus puertas abiertas, sino que además se nos riposta con la amenaza de arrebatarnos el derecho fundamental a la autonomía. En este sentido, si nos preciamos como universitarios entonces la lucha debe continuar en defensa de la autonomía universitaria, no podemos abandonar la calle reclamando los recursos para conquistar un salario digno y servicios dignos, una infraestructura de primera, transporte y becas para los estudiantes y profesores.
La defensa de nuestra Alma Máter es tarea de todos sin distingos de ideología o de posición gremial. Todos como un solo cuerpo: tenemos que entenderlo de esa manera. Si nos distraemos en defender parcelas, seremos presa fácil del régimen que pretende secuestrar nuestro espíritu autonómico.
El caramelo del populismo
La bandera de la transformación universitaria plasmada en la Ley vetada tiene los colores de la demagogia, de la mentira de la falsedad. Se ha insistido, y hay personas que lo han comprado dentro y fuera de la Universidad, que con el voto paritario de profesores, alumnos, empleados y obreros imperaría una verdadera democracia, haciendo ver que el voto de todos es comprobación de verdadera democracia. La Universidad venezolana es popular, pero, no populista. No todos los que aparecen en la nómina universitaria votan.
Ese debate del voto paritario hay que darlo sin tenerle miedo a expresar las ideas; sin estar midiendo a futuro cualquier pase de factura; sin renunciar a nuestras creencias de lo que significa y conlleva la institución universitaria. Que se entienda bien: no se trata de menospreciar el aporte de cada una de las personas que hacen vida en la Universidad, pero la naturaleza corporativa de la institución, definida constitucionalmente como una comunidad que agrupa a profesores, estudiantes y egresados, no puede alterarse por vía legislativa so pretexto de una falsa democratización.
La Universidad, reúne a profesores, alumnos y egresados, para la búsqueda del conocimiento y la verdad; los actores fundamentales son ellos, sus profesores y estudiantes; desde luego, es necesaria instrumentalmente la presencia de empleados y obreros que cumplan funciones específicas de apoyo y mantenimiento de la Institución.
A quién se le ocurriría pensar que para elegir a la Junta directiva de la Asamblea Nacional, todos los empleados y los obreros, los asesores, auxiliares, jardineros, choferes, etc, que están en nómina de la AN deban votar. Claro que no tienen derecho, porque la Asamblea Nacional la conforman los diputados. ¿por qué no votan los empleados y soldados para elegir al Alto mando militar en un ejército que se dice democrático y bolivariano?
Repito, el debate del voto paritario hay que darlo sin demagogia y sin hacer cálculos parecidos a los que hace el gobierno, con la sola finalidad de ganar fáciles adeptos mediante el engaño.
Otro aspecto cacareado por el oficialismo, contenido en la abortada reforma, fue el de la admisión. Supuestamente a partir de la entrada en vigencia de la Ley vetada todos los bachilleres iban a tener oportunidad de estudiar cualquier carrera y en la universidad que escogieran. Vaya atrevimiento desvergonzado. El gobierno mantiene una asfixia presupuestaria que ha impedido construir mayores aulas y aumentar el personal, y ahora sale con eso de que todos entrarán en la Universidad que deseen.
Otra de las mentiras que impulsa reformar las universidades, es la supuesta falta de rendición de cuentas de los recursos. Mentira despiadada. Si hay una institución que sufre los rigores contralores del Estado, es, precisamente, la Universitaria, en la que se encuentra un funcionario denominado Auditor interno que depende y rinde cuentas directamente al ciudadano Contralor General de la República. Ese funcionario no es colocado a dedo por las autoridades, sino que es designado por concurso público.
La transformación esperada
Las transformaciones universitarias anheladas no son las plasmadas en el salvaje texto sancionado por la fenecida Asamblea Nacional, que pretendía convertirlas en cuarteles de ideologización para la adoración de un dictador. La transformación que aspiramos y a la cual apostamos no es mediante la decapitación de su autonomía y su orientación plural como lo pretende el régimen, al contrario, lo que deseamos es hacer más fuertes y progresistas nuestras Universidades, consustanciadas estrechamente con la investigación y con las necesidades del pueblo al que el gobierno no tiene interés de sacar de abajo, para mantenerlo sometido, de manera que puedan los comunistas eternizarse en el poder.
Señores apostemos a las grandes transformaciones pero de avanzada, jamás para retroceder a épocas preuniversitarias. Estoy convencido que necesitamos inyectar dosis de verdadera transformación a nuestra Alma Máter, porque este modelo ya cumplió su ciclo de vida; pero repito todo dentro del marco del respeto a la autonomía, pluralidad, democracia y libertad principios fundamentales con los que siempre hemos soñado los universitarios.
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