lunes, 21 de junio de 2010

Hugo, el inocente


El Carabobeño 21/06/2010

¡Hasta cuándo!
Hugo, el inocente
Por “el sendero del justo descontento”, se han ido y se están yendo las masas. Duele (...), pero ¡cuántos resentidos hemos fabricado, entre los que están espiritual o materialmente necesitados! Josemaría Escrivá De Balaguer

Pablo Aure

No me lo han contado, es lo que percibo en las comunidades. No lo he visto en las encuestas, es lo que observo a diario en todas partes. No estoy hablando del norte de Valencia, me refiero a las barriadas populares donde está el grueso de la población. La única figura política que está presente en los sectores más desposeídos es, sorprendentemente, quien a once años de hacerles promesas todavía sigue en mora con su cumplimiento: Hugo Chávez. Sin embargo, buena parte de ellos no lo ve como culpable de nada: son sus ministros -dicen-, que no saben hacer bien su trabajo; son sus ayudantes y quienes lo rodean (siempre indefinidos, claro está), una masa etérea y aparentemente ilimitada de chivos expiatorios a los que se les atribuye la responsabilidad, o quienes serán usados, cual cartuchos de escopeta, cada vez que en una de sus alocuciones dominicales Chávez pregunte “Epa fulano ¿qué está pasando con esto?”. Él no se equivoca al seleccionarlos, supuestamente son ellos quienes traicionan la revolución, demostrando que por lo menos son excelentes actores, pues pueden manipular a un siempre inocente y benemérito Presidente, incapaz de desconfiar de ellos. Los alcaldes o gobernadores rojos rojitos puestos por Chávez hacen cosas de las cuales el Presidente no se entera (lo que nos hace preguntarnos: ¿de qué se ocupa Hugo, si nunca sabe nada de nada?). Los alimentos de Pdval no se pudrieron por las absurdas políticas del Comandante-Presidente sino por unos corruptos sinvergüenzas disfrazados de revolucionarios que merecen también pudrirse pero en la cárcel, sentencia dictada desde la cabeza del Poder Judicial, (léase: el locutor de Aló Presidente). Es allí también donde el Presidente aprovecha de lavarse las manos de toda culpa. El sábado, una vecina de Los Guayos me decía que está bien que anuncie la inauguración de un abasto, pero no que se demore dos horas hablando de una lata de sardinas. Otro de sus seguidores me decía que hay momentos que pareciera que se le aflojan los tornillos porque habla de muchas tonterías. Y sin embargo, Chávez hace lo que ningún líder de la oposición se preocupa por hacer: les habla todas las semanas, como un padre supuestamente abnegado, pero que gasta todo el dinero de la casa en alcohol, y sin embargo siempre se asegura de traerle a sus niñitos unas chucherías, cosa que los más ejemplares padres suelen omitir (en muchos casos, pues, saben que las demostraciones de amor no se tratan de actos de consentimiento).

Chávez les habla. Ahora, de que el 90% de lo que dice es bazofia, no queda duda, pero que conste: les habla. A Chávez lo ven como parte de ellos, les recuerda que él ha pasado trabajo y que los comprende, que la IV República le hizo mucho daño al país. Ese es su discurso, y nunca cambia. Nadie más les habla de esa manera. Uno que otro político en épocas electorales de vez en cuando visita las comunidades. Pero hasta allí. Luego se ausenta. Mientras que Chávez les sigue hablando y alimentando el odio. No sé por qué, pero sí hay algo que ha producido este gobierno, es precisamente resentimiento. Desde luego, tiene un extraordinario abono: las peroratas presidenciales encadenadas o no.

La política es un apostolado

Es bueno reflexionar: la triste situación que hoy vive Venezuela es consecuencia de muchos años de desidia, abandono, y la no solución de los problemas reales de la población. Este gobierno tampoco ha hecho nada por resolverlos (habiendo empeorado en muchos ámbitos, inclusive, y quien lo dude le pido que me diga cuándo en nuestra historia tuvimos que tener batallas campales en los supermercados para conseguir aceite, o tuvimos dificultad para diferenciar las aguas blancas de las aguas negras, por eso del fétido olor que ahora presentan). Sin embargo, sabe cómo trasladar la responsabilidad de las calamidades a quien le interesa destruir: a los empresarios, a los medios de comunicación, a las universidades y ha creado nuevos resentimientos con expropiaciones, encarcelamientos injustos, cierre de medios de comunicación. Oposición huérfana

Chávez pica adelante y la oposición siempre, siempre, está en un papel pasivo. El presidente dicta de qué vamos a estar hablando toda la semana, y la oposición se ajusta. El presidente nos dice qué nos va a quitar el sueño, y la oposición nos ofrece muy poco consuelo. Y no es porque no haya soluciones, ni gente capaz de ofrecerlas, pero desafortunadamente los líderes que hoy se presentan como voceros de la oposición no tienen la madurez política que se necesita para lidiar con la campaña comunicacional que encabeza el gobierno. No comprenden que se enfrentan a algo más que los caprichos semanales del hombre más rico y poderoso de Venezuela sino a una estrategia propagandística que tiene precedentes históricos en países como la Alemania Oriental o la Unión Soviética. Nada es accidental, todo es calculado. Aun cuando la oposición ofreciera soluciones, la gente no quiere oírlas, pues Chávez ha pasado diez años sembrando un odio y resentimiento que mueve masas como nunca se había visto en Venezuela. Esto es algo que la oposición tampoco comprende: el Presidente no tiene un discurso bueno. Tiene un discurso que funciona, pero ¡no es bueno! Es malévolo, siniestro, apelando a lo más visceral de todos los ciudadanos, utilizando un lenguaje que llega al mínimo denominador social, pues todos en algún momento han querido que hubiera un Judas proverbial, un “enemigo” al cual podamos achacarle todas las culpas de nuestros problemas y ver sufrir divina retribución. Hugo le habla al pueblo. Le da un enemigo. Y tener un enemigo es divertido, señores, pues le da a la vida un sentido muy simple, nacido de los instintos más bajos de toda criatura: conquistar al enemigo es perseverar, triunfar y sobrevivir. No va más allá de esto, pues la psicología del asunto es simple, y la oposición no hace nada para desarmar esta estrategia. Inclusive Chávez tiene un lenguaje que funciona. El habla como uno más del vecindario, un compadre del alma (de esos que nunca se callan y que después la esposa te reclama: “Mijo: ¡¿Cómo se te ocurrió invitar a Fulano?!”) La oposición habla con lenguaje académico en sus mejores momentos, y en los peores nos presenta un discurso seco, mecánico, a lo sumo coloreado con diapositivas de Microsoft Powerpoint, para que todos los televidentes puedan ver en dieciséis-mil fantásticos colores y fuentes con transición arcoiris lo mal que está uno u otro índice macroeconómico.*

* En serio. Le pido a la oposición que se consiga un publicista, o por lo menos alguien que sepa de semiología. Cuando los representantes de la fuerza democrática de un país no pueden hacer una mejor presentación que un estudiante de bachillerato, estamos mal.

El camino es largo.-

Tal y como están las cosas no parecen existir salidas inmediatas. El que tenga inclinaciones hacia la política, que no la vea como un negocio cuya recompensa es un cargo: diputado, concejal, alcalde o gobernador. Eso no estaría bien, el político más allá de un cargo debe tener compromiso social, ayudar a construir, y no sólo eso, debe prepararse leyendo mucho sobre los fenómenos propagandísticos de las dictaduras más terribles de la historia... porque a eso es a lo que se enfrentan. También les vendría bien hablarle al pueblo de vez en cuando. Digo: al fin y al cabo, si un teniente coronel fracasado con claros problemas de personalidad puede hablarles con ternura, alguien con un poco más de salud mental debe encontrarlo más fácil.



@pabloaure

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