sábado, 18 de enero de 2025

Los herederos de las heridas/Pablo Aure

 


Los herederos de las heridas/ Pablo Aure

Claro que reprocho el dolor que ha causado el régimen a las familias venezolanas. La tragedia que ha significado la diaspora que nos ha separado. También condeno la ausencia de poderes autónomos e independientes. Pero lo que no puedo comprender, es que respondamos a esos viles comportamientos con acciones similares. El asedio a la residencia de la mamá de María Corina es repudiable.

Pero así como digo esto, quiero expresar mi indignación ante el agavillamiento que he visto por las redes en contra de un joven deportista, por el solo hecho de ser hijo de uno de los más emblemáticos representantes de este gobierno opresor. Me refiero a Matías La Cava. Jugador de fútbol de 22 años, a quien no tienen por qué endosarle las acciones de su padre. Y no es justo, porque su talento deportivo no ha sido una gracia ni herencia del chavismo o madurismo sino de su preparación. He seguido su trayectoria, no por ser hijo de La Cava sino porque lo he visto jugar. 

Que nosotros como venezolanos nos complotemos para pedirle a EEUU que no le permitan la entrada, no es hacerle un daño al régimen sino a la Vinotinto, que por cierto, no representa la sangre chavista sino del sentimiento venezolano, que aunque sea mayoritariamente opositor, también tiene algunas gotas de chavistas. Pero eso, queridos amigos, para el deporte ni para la cultura es importante ya lo que cuenta es el talento. 

Mi preocupación se eleva porque aquí pareciera haber más sed de venganza que de justicia. Eso es propio de los bárbaros y no de la civilidad. Entiendo como el que más, el dolor que este régimen ha causado a las familias venezolanas. Lo comento, no porque lo sospeche sino porque lo he vivido, inclusive por acciones del padre del joven Matías hacia mi. Tuve prohibición de salida de Carabobo, me suspendieron el pasaporte por expedientes fabricados en el basurero de la mentira, pero a pesar de todo ello, apuesto a una Venezuela diferente, por lo tanto, mi comportamiento no puede ser el mismo que el de los actuales gobernantes.

Termino esta reflexión con la parte final del poema "Coloquio bajo el olivo" de Andrés Eloy Blanco"

"... Por mí, ni un odio, hijo mío,

ni un solo rencor por mí,

no derramar ni la sangre

que cabe en un colibrí,

ni andar cobrándole al hijo

la cuenta del padre ruin

y no olvidar que las hijas

del que me hiciera sufrir

para ti han de ser sagradas

como las hijas del Cid"