¡Hasta cuándo!
Estamos en guerra
@pabloaure
En Venezuela estamos en guerra pero no hemos
querido reconocerlo.
No es una guerra contra otros países, es una
confrontación interna. En efecto, el régimen considera como enemigo interno a
todo aquel que se resiste aceptar su política cuyo objetivo fundamental es
perpetuarse en el poder.
Chávez llegó con aspiraciones de quedarse para
siempre, lo mismo Nicolás Maduro, para ellos y sus mentores, esto es tierra
conquistada.
El modelo que representa el Socialismo del Siglo
XXI establece la manera de controlar la sociedad, no es el convencional, ese
que está regido por el principio de la separación de poderes, donde debería
prevalecer la independencia plena entre el ejecutivo, legislativo y judicial
para que de esa manera se garanticen las libertades ciudadanas. No amigos, aquí
hay un solo poder, que lo encarna “la revolución” y entiéndase bien: la
voluntad de la revolución se expresa a través de su ventrílocuo llamado Nicolás Maduro.
En las guerras se destruye al enemigo.
Así como lo leen, en la guerra el objetivo es
destruir al enemigo, por eso hemos visto ataques sistemáticos contra todo lo
que considere “la revolución” como un peligro para lograr su permanencia.
Devastó los medios de comunicación libres, solo
permanecen activos muy pocos que le llegan a poca gente, eso lo tiene bajo
control. Lo mismo con las fuentes de producción. Deliberadamente inició una cruzada de expropiaciones de empresas en
plena actividad que generaban empleos y ganancias, fincas, acabó con el sistema
de salud prefiriendo contratar pólizas de seguros para que los trabajadores del
sector público acudan a los centros de hospitalización privados antes que
invertir en las centros hospitalarios del Estado, lo que ha causado un colapso
en las clínicas privadas.
Todos tienen que depender del Estado.-
La estrategia del régimen es muy clara: minar
todos los caminos que conduzcan a las libertades. El control es absoluto. No
puede haber un solo venezolano que pueda considerarse libre. Todos,
absolutamente todos, deben depender del Estado para subsistir.
Acaba con el efectivo y proporciona libretas de
tickes, destruye las fuentes de trabajo y asigna pensiones, desaparece los
alimentos y proporciona las cajas “Clap”. Promueve las elecciones pero define
cuáles deben ser sus contendores.
En las guerras el fuerte exhibe su fortaleza para
infundir el miedo y paralizar al enemigo. Un buen estratega escoge el terreno
donde pelear. “La revolución” siempre lleva a sus enemigos al campo de batalla.
Debemos decirlo: hemos sido tímidos para calificar al régimen. Nuestros temores
nos impiden reconocer que estamos en guerra y querámoslo o no, todos estamos involucrados.
El régimen nos ve como soldados y dependiendo de
nuestro comportamiento seremos considerados como aliados o como enemigos. Lo
sabemos y preferimos callar quizá porque pensamos que nuestro silencio nos
apartará de cualquier desenlace. Queremos libertad pero nos da miedo transitar
por el camino de la liberación. Deseamos prosperidad pero preferimos que otros
luchen. Queremos salir del régimen pero aceptamos sus estrategias para
combatirlo.
Elecciones anticipadas.-
Considero una necedad abordar el tema electoral,
constituye una garrafal ingenuidad imaginarnos que las guerras se acaban con
eventos electorales. En las guerras gana el más fuerte, el mejor armado, el que
diseñe mejor su estrategia de lucha y no
necesariamente el que tenga más soldados.
Adelantar las elecciones no es un mensaje para la
oposición, ese adelanto obedece a una clara estrategia del régimen, que
consiste en ratificar al “comandante de los ejércitos revolucionarios”. Maduro seguirá siendo el comandante presidente y nadie más de
sus filas. No tiene ningún sentido lógico realizar unas elecciones
presidenciales con nueve (9) meses de anticipación a la toma de posesión. Recordemos,
de acuerdo a la Constitución los presidentes deberán tomar posesión de su cargo
el 10 de enero, es decir, en este caso, Nicolás Maduro asumiría para iniciar su
segundo periodo, el 10 de enero de 2019.
Tiempo de alianzas.-
Si admitimos sin ambages que estamos en guerra,
tendríamos solo dos opciones: involucrarnos para enfrentar al enemigo o simplemente huir.
Ambas son absolutamente entendibles y
respetables.
Lo que jamás pudiéramos entender es la conducta
de muchos que piensan que siendo indiferentes es la mejor manera de subsistir,
vaya que están equivocados, porque a ellos también les llegará su hora. Seguir
tolerando esta situación es resignarnos a vivir como esclavos. Dejaremos de ser
ciudadanos para convertirnos en individuos sin derechos y estaremos condenados
a permanecer a merced de los designios del régimen.
En las guerras deben definirse estrategias, las
más importantes son buscar alianzas y escoger el terreno de las
confrontaciones.
En este sentido, quienes han tenido la necesidad
de huir, no por miedo o por ser indiferentes sino para moverse con mayor
facilidad en el terreno de las alianzas, han hecho buen trabajo. Varios países están dispuestos a ayudarnos y a unirse a las ideas
libertarias. No desaprovechemos ningún espacio, la batalla no será electoral será mucho más grande que eso, esa batalla la ganará quien demuestre más
poder y más armas; quien posea mayores herramientas para someter al enemigo. En
lo interno hemos perdido las batallas.
El enfrentamiento siempre lo ha provocado y ganado el régimen, en lo sucesivo
es indispensable evitar enfrentamientos en tanto y en cuanto no estemos seguro
de nuestra victoria.
Del mismo modo como el régimen ha logrado
paralizarnos infundiéndonos terror, ellos también pueden ser neutralizados si
están conscientes del poderío de nuestros aliados.
Dejemos la ingenuidad y dediquémonos a buscar
alianzas.
Pablo
Aure
No hay comentarios:
Publicar un comentario