¡Hasta
cuándo!
Guaidó, ¿el
enmantillado?
@pabloaure
En este momento y vista la masiva asistencia a los cabildos
abiertos convocados por la Asamblea Nacional, está demás decir que el apoyo
popular que en pocos días ha capitalizado Juan Guaidó es aplastante pero no
sorprendente, y voy a explicar por qué:
Desde tiempos de Hugo Chávez, la oposición al régimen ha sido
inmensamente superior a los que lo apoyan. La llamada “polarización” terminó
hace años. Ahora hay un país unido contra un régimen del mal y a ese país solo
lo mueve una cosa: salir de la dictadura, recuperar la democracia y con ella,
la posibilidad real de elegir a sus autoridades votando por quien se quiere y
no por quien se debe. Se ha instalado una nueva conciencia colectiva que está
dispuesta a asumir riesgos para lograr ese objetivo pero a cambio exige
claridad, honestidad, firmeza y cero conductas que generen o recuerden
traiciones pasadas. Dicho esto, la sociedad motivada responde en las calles y en
los escenarios que sean necesarios cuando tiene frente a si, la posibilidad
real de cambiar al régimen. En dos palabras, la gente solo se integrará a
aquellas rutas que tengan opción real de cumplir ese objetivo como la que hoy
nos convoca y que puede finalmente desalojar al dictador y sus secuaces.
La voz de la
experiencia.-
Sin embargo, sería un error no escuchar la voz de la
experiencia. Existe mucha expectativa sobre lo que pueda ocurrir este 23 de
enero, fecha escogida para celebrar una gran concentración en Caracas y en
todos los estados del país. La perspectiva señalada desde la Asamblea Nacional al
inicio de este nuevo año de sesiones el día 5 de enero, comenzó a generar un
clima esperanzador.
Es necesario recordar que también un cinco (5) de enero pero del
2016, cuando Henry Ramos asumió la presidencia de la AN, con aquel discurso en
que anunciaba que en los próximos seis meses encontrarían la fórmula para salir
del régimen y que, junto al desalojo de los símbolos del chavismo del Palacio
legislativo, desataron una efervescencia que llenó de esperanza al pueblo
venezolano. Es innegable que la gente se emocionó hasta que aquella infeliz
frase de “doblarnos para no partirnos” nos devolvió a una realidad que nos
despojó de una mayoría que ya en sus primeros días de vida de la AN había sido
desperdiciada injustificadamente por los más “avezados políticos del país”.
Y así pasamos el año escuchando discursos de Ramos Allup por
todo el país cual candidato presidencial en campaña, manteniendo en alto la
expectativa hacia la Asamblea Nacional con un discurso incendiario que en más
de una oportunidad y refiriéndose a la FAN gritaba “los gorilas a sus
cuarteles”, “este es un problema político y los políticos lo vamos a resolver”.
Ante la sola retórica y en ausencia de las acciones
prometidas, es la propia sociedad civil la que empuja las movilizaciones de
calle en medio de los intentos de la dirigencia por capitalizarlas, hasta que
el 1 de septiembre de ese año, una fecha de inmensa expectativa por la tan
anunciada toma de Caracas, los asistentes que acudieron a la cita luego de
horas de discursos vacíos, fueron despachados a sus casas a las 2 de la tarde porque,
había sido la hora pactada por los convocantes con el oficialismo para la
protesta, sin haber logrado avanzar ni un paso en el camino hacia el tan
ansiado cambio de régimen.
Igual ocurrió con la famosa ley de Amnistía prometida durante
la campaña electoral y que gracias nuevamente a la presión de los ciudadanos y
algunos medios de comunicación, logró en diciembre de ese 2016 llegar a su
primera discusión, de donde nunca pasó. Una ley que ahora, es aprobada en medio
de la urgencia de los hechos que se sobrevinieron luego del término de la
presidencia de Maduro.
Así llegamos al 2017, año en que le correspondió a Julio
Borges ejercer la presidencia de la AN en medio de la presión que por todos los
medios disponibles ejercía la ciudadanía. Comenzaron a tomarse algunas decisiones
anunciadas en los meses previos a la elección parlamentaria, como ocurrió el 9
de enero cuando se declaró a Nicolás Maduro en abandonado del cargo, hecho que
fue respondido por el TSJ del régimen con el intento de disolver la AN y tomar
para sí las atribuciones del Poder Legislativo, secuencia que suscita las
intensas protestas de abril y mayo de ese año, en las que más de un centenar de
jóvenes perdieron la vida. En un afán por controlar las acciones ciudadanas, es
la misma AN la que diseña y convoca el plebiscito del 16 de Julio con los
resultados por todos conocidos. De todo este proceso deriva el nombramiento de
los magistrados del TSJ que, por cierto, tuvieron que huir para evitar ser
encarcelados, y desde el exilio empezaron a sesionar y dictar sentencias.
Pudiéramos decir que, durante el período de Borges y por qué no decirlo, muy a
regañadientes, se construyó el marco jurídico para lo que vendría después. El
desconocimiento de la Asamblea Nacional Constituyente del régimen, el fraude
electoral reconocido por Smartmatic, nos va llevando al 2018 año en que ejerce
la presidencia de la AN, Omar Barboza, representante de UNT. Quizá fue esta
presidencia, la que menos expectativas generó, aunque durante ese tiempo hubo importantes
decisiones del TSJ en el exilio que fueron acatadas por el Poder legislativo,
una vez más, por la presión ciudadana. La declaratoria con lugar del antejuicio
de méritos contra Maduro y luego la sentencia condenatoria por delitos de
corrupción, nuevamente conllevaba la falta absoluta del presidente de la
república.
De todo esto, y antes de seguir el análisis, es fundamental
no perder de vista el episodio del 1 de septiembre de 2016.
Guaidó manía
Llegamos entonces al 5 de enero del 2019, emergió un joven poco
conocido, de nombre Juan Guaidó, que ha resultado una especie de enviado de los
Dioses, y está logrando capitalizar y canalizar un furor nunca visto. Desde
luego, lo que vemos hoy no es otra cosa que la desesperación de un país por
acabar con una tiranía que está matando de hambre a sus ciudadanos ante una
coyuntura que convierte este momento en una verdadera oportunidad para salir de
este régimen de oprobio y maldad.
En efecto, coincidió la asunción del Dip. Juan Guaidó a la
presidencia de la AN con la finalización del período presidencial establecido en
la Constitución y con el desconocimiento sin precedente en la historia, de la comunidad
internacional hacia la figura de Maduro como presidente de Venezuela. A ello sumamos el reconocimiento del TSJ en
el exilio y sus actuaciones, la crisis económica, el triunfo de Iván Duque en
Colombia y el de Jair Bolsonaro en Brasil, que entre otras, hacen determinante
que el desenlace pudiera darse de un momento a otro y en tal sentido, siendo
Juan Guaidó a quien le correspondió estar en el lugar y en el momento indicado,
es el responsable de llevar la batuta de las acciones que correspondan y que el
país y el mundo esperan.
Creo que, si en algo coincidimos la inmensa mayoría de los
venezolanos es en confiar que, en esta ocasión, no debe primar la presión de los
partidos políticos que, teniendo la oportunidad, en su momento no hicieron lo
que la historia exigía y la ley respaldaba. Que quien, por acuerdos
preestablecidos hoy dirige la AN, recuerde que desde el cargo que ostenta, su
militancia obligada primero es con el país y después con su partido. Cada paso
que dé en la dirección correcta, será acompañado y apoyado por la inmensa
mayoría de los venezolanos.
Es en estos momentos cuando las opiniones se dividen entre el
vacío o la usurpación y la forma de subsanarlos, hay un hecho incontrovertible
y es que Maduro está en Miraflores y un grupo de militares lo respaldan. Y el ¿qué hacer? es la duda que esperamos
despejar todos este 23 de Enero.
El uso de la fuerza.-
Maduro se mantiene en Miraflores por la fuerza, en
consecuencia, es la fuerza la que determinará su salida.
Pienso que el 23 de enero será muy importante para demostrar
la fuerza de nuestra determinación, no tengo dudas que seremos millones de
venezolanos que dentro y fuera de Venezuela gritaremos ¡fuera Maduro!
No sé con qué respuesta nos esté esperando el régimen, porque
su silencio es sospechoso. Lo que sí sé es que en el ambiente se percibe un
clima que nos da la sensación de que algo grande va a suceder. No será un solo
hombre quien nos dé la libertad, sino la decidida acción de quienes se han
quedado en el país para conquistarla.
Cuando muchos pensaban que el venezolano se había resignado
vivir bajo este yugo opresor, la comunidad internacional nos dijo que no
estábamos solos. Pero tal como lo señalé arriba, la construcción de esa fuerza para
vencer el mal, pasa por no cometer los errores que hasta ayer cometimos. Que la
experiencia no permita que este 23 de enero regresemos a nuestras casas sin el
sabor de la victoria. Que regresemos a casa con la convicción de que cada paso
que damos acorta los días que le quedan a esta tiranía.
Para finalizar necesario tener presente que si a alguien le
debemos el florecimiento de nuestra esperanza libertaria es a don Luis Almagro,
quien se ha convertido en nuestra voz ante el mundo y no ha cejado ni un solo
instante en denunciar lo que ocurre en Venezuela y en procurar el
restablecimiento del orden constitucional en nuestro país.
Pablo Aure
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