¡Hasta
cuándo!
El buque chino como coartada
@pabloaure
Cuando el diagnóstico es errado se hace imposible encontrar la
medicina que combata con éxito la enfermedad. Eso vale para cualquier situación.
En este caso, trataré desarrollar lo que quizá sea el ángulo más importante de
la crisis en Venezuela y el por qué se nos está haciendo tan difícil superarla.
Pues bien, lo primero es identificar a lo que nos enfrentamos,
que no es precisamente a un mal gobierno como los que pudimos haber tenido con
anterioridad y durante toda la historia de Venezuela. Nada de eso. Quienes
rigen el destino del país son individuos perfectamente organizados
internacionalmente. Pudiéramos decir que representan una especie de cartel
dedicado a múltiples actividades delictivas (tráfico de droga, corrupción,
explotación minera, extorsión, etc.) que establecieron su guarida aquí, en el territorio
nacional. Pero en lo que quisiera hacer hincapié es que ese grupo que detenta
el poder, además de gozar de un andamiaje jurídico concebido y ajustado por
ellos mismos para el logro de sus objetivos, también está adscrito a intereses
geopolíticos totalmente ajenos a Venezuela. En efecto, en el mundo hay diversos
intereses que son manejados por las grandes potencias. Me explico. Tratemos de
dibujar un gran tablero de ajedrez, cuyas piezas, digamos las blancas, son
movidas por nuestros aliados encabezados por EEUU con su política del gendarme
mundial y las negras, por un cónclave conformado por China, Rusia, Irán y ahora
Turquía, pero donde el “gigante asiático” es quien cuenta con la supremacía
económica necesaria para expandirse por América Latina. Esto podría significar
que Venezuela solo representa una minúscula ficha para estas superpotencias, sin
embargo, creo que se nos impone saber lo que representamos en ese difícil juego
de estrategias en la geopolítica mundial y además estamos obligados a
demostrarlo. ¿Qué quiero significar con esto? Primero: los cambios no se
producirán ni con elecciones ni mucho menos con diálogo, porque como dije
antes, el poder no está en manos de políticos sino de una organización
delictiva. Segundo: la medicina la tenemos en Venezuela, aunque
indefectiblemente necesitaremos la ayuda de quienes mueven las fichas blancas
en el tablero de ajedrez, porque quienes mueven las negras están resteados con
el cartel gubernamental.
Las
potencias se vigilan.-
Ahora bien, los venezolanos que queremos que las cosas cambien,
que somos de acuerdo con los sondeos de opinión, aproximadamente el 85%, no
podemos comportarnos como simples espectadores y esperar que las potencias
resuelvan por sí solas, ya que seguirá pasando el tiempo y esos señores podrían
dedicarse solo a mantenerse vigilados unos a otros y entre mensajes
subliminales disuasivos, hasta que uno de los bandos mueva la primera ficha
para liberarnos o conquistarnos. De hecho, eso es lo que ha venido ocurriendo desde
la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. Que tampoco es un
político tradicional sino un empresario con mayor frialdad a la hora de
defender los intereses estadounidenses. Esto no quiere decir que de buenas a
primeras nos invadirán militarmente, lo que si podrán hacer es facilitar la
salida aportando la indispensable ayuda a quienes procuren el restablecimiento
del orden en Venezuela. Reestablecer el orden quiere decir volver a tener un
gobierno en manos de políticos responsables y que hayan demostrado que el país
está por encima de cualquier otro interés.
Los
buques hospitales.-
Los últimos acontecimientos que le dan fuerza a lo que acabo de
narrar es la presencia en el Caribe de dos buques hospitales. Uno en Colombia con
bandera estadounidense y el otro anclado en La Guaria con bandera china. No
crean que el chino fue una respuesta al estadounidense que está en Colombia, al
contrario, el que llegó a Colombia fue la respuesta a los anuncios hace más de
un mes de que vendría un buque hospital chino para Venezuela. Ustedes seguirán
haciendo conjeturas y se preguntarán ¿Qué pito tocan esos barcos por aquí? Una
respuesta podría ser la siguiente, el que está en Colombia, representa la presencia
del gobierno norteamericano en una clara demostración, no solo a Maduro, sino
también a China y sus socios, de que están dispuestos a llegar hasta donde sea
necesario para asegurar la estabilidad de sus vecinos continentales y la paz en
su patio trasero, en este caso, demuestra su definida alianza con Colombia;
pero la llegada del buque hospital chino, “casualmente” una semana antes de las
sesiones de la ONU donde discutirán la situación de Venezuela y además, a tan
solo días de hacerse efectiva la denuncia contra Nicolás Maduro por genocidio y
otros delitos de violaciones a los derechos humanos ante la Corte Penal
Internacional, tiene, entre otras, la siguiente lectura: preparar una coartada que
le serviría de defensa y minimizar, al menos a nivel de discurso, los efectos
de esa denuncia. El régimen de Maduro dirá que él “sí está de acuerdo con la
ayuda humanitaria pero apegado al principio de no injerencia, está en libertad
de escoger a los amigos y no a quienes amenazan con invadirlo”. Es más, tampoco
es nada casual, que semanas atrás, la Fuerza Armada Nacional comenzara a ubicar
en diversas zonas del centro del país, hospitales móviles para prestar la
atención que durante años no había prestado.
Curiosamente el ministro para la Defensa, Vladimir Padrino
López, a la llegada del buque hospital chino dijo que “se
atenderán incluso un grupo de colombianos, es decir que la atención se
realizará sin ningún tipo de discriminación”.
Repito: la presencia de ese barco chino tratará
de minimizar las acciones de los gobiernos de Argentina, Colombia, Chile,
Paraguay y Perú que solicitarán a la Corte Penal Internacional (CPI) “que
inicie una investigación preliminar sobre genocidio y crímenes de lesa
humanidad en el país”. Maduro tratará de distraer la atención, pero recordemos
que han sido muchos años de la deliberada destrucción del sistema de salud
nacional, responsabilidad única y casi excluyente del Estado venezolano. Esa
destrucción del aparato sanitario ha provocado la muerte de miles de
venezolanos que padecen diversas patologías. Pacientes con cáncer no reciben su
tratamiento, los enfermos renales, los diabéticos, neonatos que fallecen en los
hospitales públicos por falta de insumo. Eso no podrá ocultarlo. Allí están los
resultados de la política del “Socialismo del Siglo XXI” muerte y miseria. Así
que debemos alentar a nuestros aliados para seguir adelante con el compromiso
de esa demanda.
Unidad ciudadana y no de partidos
Finalmente quiero insistir las veces que sea
necesario que el mundo ha entendido lo que pasa en Venezuela, pero no dará
ningún paso más allá de lo que hasta ahora ha hecho (que es bastante) mientras
nosotros los venezolanos no actuemos con mayor fuerza y entusiasmo. No
esperemos que los partidos políticos se pongan de acuerdo, seamos los
ciudadanos con sentido común quienes dirijamos y provoquemos los cambios. No
caigamos en el chantaje de la unidad. Unidad que, ahora con tres nuevos
partidos en el ruedo, se hace más difícil de lograr.
Los ciudadanos sabemos lo que queremos y esto
dista mucho de lo que los partidos desean, por eso debemos llenarnos de
determinación e ir por nuestro anhelo.
Pablo Aure
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