¡Hasta cuándo!
No será venganza, será justicia
@pabloaure
En los últimos días y apropósito
de las infamias y componendas entre gobernantes y aparatos judiciales en los
cuales se fabrican expedientes con argumentos sacados del basurero de la
infamia, y como resultado de eso, lograr que arbitrariamente un tribunal penal
me prohíba la salida del país por retaliaciones dictatoriales en mi contra, no
me viene a la mente sino la frase de Víctor Hugo cuando expresó: “Es una cosa rara la ligereza con que los hombres
malos piensan que todo les va a salir bien” En efecto, las dictaduras y los
gobiernos pasan, pero sus malas acciones quedan como tinta indeleble en la
memoria de quienes la sufren. Perdón no es olvido.
Eso
no quiere decir que al caer la tiranía debería haber venganza, pues no, lo que
si debe haber es justicia para juzgar y castigar esas perversas acciones de los
hombres malos; esto es, para que sirva de ejemplo o de lección a todo aquel que
en algún momento llegue al poder y le quede claro que sus cargos son efímeros y
en consecuencia, todas sus acciones serán escrutadas por la justicia.
Desde
luego, para que eso ocurra se debe construir el andamiaje jurídico que
garantice una sana y recta aplicación de justicia. Esto implica que el sistema
judicial esté conformado por ciudadanos probos y capacitados, y que además, no respondan a lineamientos
partidistas sino a su conciencia y a sus conocimientos.
Para
que haya perdón primero debe haber justicia.
Tiempo de extradición.-
Resulta
extraño que escriba de extradición en un país donde el éxodo es lo que está de
moda. Pero eso no será por mucho tiempo más. Desde hace varios años hemos visto
como millones de ciudadanos venezolanos se han marchado del país en búsqueda de
prosperidad, o mejor dicho, de oportunidades de empleo, de trabajo y de
superación. No todos los que se han marchado se encuentran trabajando en el
área para las cuales se prepararon. El exilio exige mucho sacrificio. El
principal es el de tener que abandonar su país, sus costumbres y sus familias
para huir de un régimen que persigue la
inteligencia, la superación, la libertad y la independencia ciudadana. Eso es
lo que tenemos en la actualidad. Centenares de miles de hogares huérfanos por
el exilio obligado de sus hijos, Padres con sentimientos encontrados, el dolor
de tener a sus hijos fuera del país, pero por otra parte, felices porque están
echando raíces y superándose en otras naciones con el convencimiento de que les
irá bien, se alimentarán bien, tendrán atención sanitaria en hospitales dotados
con los mejores equipos y además, gozarán de seguridad en la calle y no estarán
expuestos al hampa como si lo estarían aquí en Venezuela.
Eso
es en cuanto a los que han emigrado, o mejor dicho, huido o echados por un régimen
perverso. Sé que muchísimos regresarán al caer la tiranía, lo cual, estoy
seguro, será muy pronto, la mayoría de ellos volverán a sus orígenes y se reencontrarán
con sus familiares esos seres queridos, hoy llenos de canas y de arrugas pero
con el corazón palpitante al verlos llegar y poderlos besar y abrazar.
Como
contraste a este hermosísimo panorama por el cual trabajamos, nos encontraremos
al opuesto: al caer la caterva de sátrapas que hoy se sienten guapos y apoyados,
estoy convencido que como vulgares cobardes acorralados intentarán escapar, y
quizá muchos lo lograrán. Huirán de la justicia, los que mañana huirán lo harán
atemorizados por la sospecha de que puedan ser presa fácil del arrebato de
intenso dolor de un pueblo sufrido por sus atrocidades. En este particular tenemos
que tener mucho cuidado. Como fiel defensor de los DDHH jamás convalidaría ni
permitiría hechos de venganzas. Estos individuos que hoy están en el poder le
temen a eso, porque están conscientes del gran daño que han ocasionado. Han
encarcelado, arruinado y despojado a familias de sus pertenencias, han asesinado,
robado y destruido en lo material y moral a un país que fue centro de
admiración para el mundo entero.
Los crímenes no quedarán impunes.-
Nunca
abogaré por la venganza, esos sentimientos son reminiscencias de la barbarie.
Si queremos construir un país distinto, lo primero que tenemos que apartar de
nuestras mentes es la figura vengativa. Repito, sé que es muy difícil, por el
daño que estos bárbaros han provocado, pero debemos ser distintos y dejar que ellos
sean juzgados por los órganos de administración de justicia, que sí funcionarán,
porque no estarán al servicio ni de los gobernantes ni de ningún partido
político. Serán autónomos e independientes.
Les
decía que muchos de los que hoy están cometiendo tropelías, mañana será
prófugos de la justicia se irán del país, pensarán que disfrutarán de lo robado
y quedarán sin castigo sus latrocinios e infamias. Pues no. En Venezuela
tendremos la tarea de hurgar en cada rincón hasta recuperar el último centavo
de lo que se han robado y también extraditar a los que se han fugado con las
alforjas repletas del dinero mal habido. Tengan la seguridad que en eso nos
empeñaremos, porque los crímenes no quedarán impunes porque sería un muy mal
mensaje para el futuro.
No
será venganza sino justicia. En ese sentido, se respetará a los familiares de
los hampones que hoy gobiernan siempre y cuando no hayan tenido nada que ver
con el atraco, porque de haber sido cómplices de sus padres, tíos o hermanos,
también deberán ser juzgados por el delito de complicidad o receptación de
bienes provenientes del delito. Esto debe quedar muy claro: a los familiares
que nada tuvieron que ver con las perversidades de sus padres, ni con el pétalo
de una rosa.
Muy
pronto veremos a los malandros que hoy están en el poder desde otras naciones
exhibiendo distintos pasaportes de distintas nacionalidades, aduciendo que ya
no están regidos por nuestras leyes. A ellos les digo: ni que se disfracen ly
ni renuncien a la nacionalidad venezolana se salvarán de la justicia que se fortalecerá
en Venezuela.
El
país que reconstruiremos será de justicia, de educación y de prosperidad, donde
valga por su trabajo y sus conocimientos, que se premie el talento, donde
existan oportunidades para todos, donde quien más trabaje tenga derecho a ganar
más, donde ningún gobierno compre favores con bolsas de comida o con cajitas de
medicinas, que estas sean adquiridas por el trabajo digno que desempeñe cada quien,
en el país que tendremos al caer la tiranía nadie se quiera ir sino que muchos desearán
venir. Donde todos digamos con orgullo: yo también ¡Soy Venezuela!
Pablo
Aure
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