Prisioneros de su maldad
@pabloaure
Resulta imposible hablar de libertad con
una mordaza, por eso sostengo que es falso que el régimen haya concedido
libertad a los secuestrados políticos porque solo los autorizó a estar fuera de
los sórdidos espacios de las mazmorras donde se encontraban depositados.
Desde
luego que me alegra que estén junto a sus familiares, esos ciudadanos, dizque
liberados, su único delito ha sido enfrentarse con ideas a un sistema que ha
enlutado y destruido a Venezuela. Claro que sí estoy contento por lo que significa
reencontrarse con su familia y seres queridos. Lo he experimentado en algunas
oportunidades. Pero de allí a considerarlos libres, sería una gran falacia.
Nadie es libre mientras siga estando vigilado, y muchos menos, si tienes
prohibido hablar o reunirte.
Entiéndase
bien: a ellos solo les han cambiado el lugar de reclusión, y que ahora, gracias
a Dios, podrán dormir en sus hogares y no en pestilentes lugares escuchando los
ronquidos, antojos, necedades o caprichos de sus carceleros. Pues bien, el opresor
ha decidido que estén en sus casas, pero eso sí, calladitos, porque de lo
contrario volverán a los mugrientos lugares donde hasta este fin de semana los
mantenía la tiranía.
Así
opera la tiranía
En una
suerte de bondad desprendida, de sacrificio desmedido, de demostraciones
sinceras de apostar a la paz y a la reconciliación, Nicolás Maduro, recibió la
recomendación de una asamblea nacional constituyente para ‘liberar’ a los
“presos políticos”. Vaya cinismo al extremo. Fue un organismo fraudulento como
la ANC, que acabó con la Asamblea Nacional y se erigió como supra poder el que
determina quién entra y quién sale de la cárcel. Que nadie se llame a
engaños, aquí el Poder Judicial es un parapeto que recibe órdenes del ejecutivo,
lo cual también es otra demostración irrefutable de que en Venezuela no existe la
separación de poderes indispensable para
considerar cualquier sistema de gobierno como democrático.
Temor a la venganza
En Venezuela nadie está en libertad, ni
siquiera los que dirigen las perversas acciones del régimen, porque ellos
también son prisioneros del miedo. Ellos le temen a la venganza de los
oprimidos, ellos le temen al desalojo. Ellos se temen entre si, porque ninguno
de los integrantes de la banda que azota al país se tiene confianza. Les asusta
que los entreguen a cambio de algo. Les asusta un complot para ceder el poder a
cambio de lograr la impunidad de aquellos que se atrevan a negociar la salida
de la tiranía.
Los
tiranos tampoco son libres porque ellos también son presos, pero de su maldad.
Prohibido
afligirse.
He
notado en los últimos días demasiada desmotivación en la gente, y no es para
menos. Se angustian por el presente y mucho más por el futuro. No hay sueldo
que pueda mantenerlos entusiasmados.
Pensar en la comida o en una enfermedad ya
es suficiente para que nazca el temor en el común de los ciudadanos. En el
ambiente hay oscuridad e inconformidad. El quejido es general. Millones se han
marchado del país, otros tantos piensan hacerlo. No emigran, ni se exilian sino
que cruzan las fronteras huyendo despavoridos sin importarles a lo que se
enfrentarán en otras naciones. De lo que sí están convencidos, es de no seguir
soportando la horrible pesadilla de no saber cómo resolver sus necesidades
básicas aquí en Venezuela.
Esa desmotivación, amigos míos, lamento
decirles es una de las más grandes victorias de la “revolución”. Ver un pueblo
desmovilizado y desesperanzado es lo mejor que le puede ocurrir a este tipo de
regímenes de talante comunista. Pues si nos logran mutilar las esperanzas,
habrían alcanzado lo que ellos denominan “la destrucción de la moral burguesa”.
Resistir
y avanzar
Tenemos
que resistirnos a la desesperanza y tenemos que reflexionar en lo siguiente: si
nosotros tenemos miedo ellos también lo tienen.
El
peligro que ellos corren es más grande que el que nosotros padecemos. Aunque
les parezca una contradicción con lo arriba escrito, pero si existiera una
manera de medir el grado de libertad, les confieso que nosotros somos más
libres que nuestros opresores. No lo duden que somos más libres, así nos encarcelen,
nos torturen o nos maten, porque nuestra conciencia es libertaria; mientras que
la de ellos siempre estará nublada por la maldad que permanentemente los
mantendrá encerrados en el entorno del delito y en consecuencia bajo el acecho
de la justicia.
Ellos
saben que tienen los pies de barro, y que en cualquier momento se desvanecerán.
En cambio, los ciudadanos que no comulgan con la maldad del régimen, están
sostenidos en las sólidas bases de la verdad y de la libertad, y esas bases
jamás se hundirán.
Que
nadie se aflija, debemos resistir los ataques para comenzar a avanzar, porque
créanme que de esta, también vamos a salir. Viva Venezuela y vivan los
venezolanos libres.
Pablo Aure
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