¡Hasta cuándo!
Desenlace no convencional
@pabloaure
Así como avanza el 2018, avanza la hiperinflación
devorando todo lo que encuentra a su paso. Lo mismo ocurre con la mala calidad
de los servicios públicos.
Todos sabemos que estamos muy mal, que la situación en
Venezuela cada día es más invivible. Sin embargo, no se puede negar que se
percibe una especie de modorra colectiva, de dejadez, de letargo, de
escepticismo para enfrentar la crisis y tomar la ruta de la prosperidad.
Ante todo esto, dar una respuesta urgente se convierte
en una gran necesidad pero sobretodo, en una inmensa responsabilidad. No es
proponer por proponer, o hacer por hacer. Es organizar las acciones que
realmente vayan destinadas a desalojar la dictadura. En los últimos días han surgido algunas
ideas, desde la creación de frentes que pretenden erigirse como la única cara
visible de la oposición, hasta planteamientos de grupos o individualidades
sobre consultas para definir los pasos que se deben seguir para luchar contra
la tiranía.
Ahora bien, sigo sin entender el empeño de los que han
sido -o se han creído- durante bastante tiempo los acreedores
exclusivos de la vocería opositora, en tratar de invisibilizar- o enmudecer-
las caras, voces y acciones de personalidades que han sido aguerridas,
coherentes y perseverantes lidiando contra este régimen. María Corina Machado,
por ejemplo, es una de esas voces a las que me refiero. También puedo mencionar
a la organización “Soy Venezuela” a la cual ella pertenece, que inclusive ha
dado a conocer los pasos que deberían seguirse no solo para salir de la tiranía
sino también para alcanzar “la tierra de gracia” en que se convertirá Venezuela
luego de conquistar la libertad.
Estas pugnas en la oposición se ubican en el peor
momento, pues todo indica que el desenlace no será convencional. Ya veremos la
razón.
¿Falta de unidad o, complicidad con
la dictadura?
Las rivalidades políticas, entre sectores
que se supone persiguen los mismos objetivos, no deberían impedir que puedan
marchar juntos hacia la misma meta.
Desgraciadamente aquí, en Venezuela, no pareciera que
todos los sectores que dicen ser de la oposición tengan los mismos objetivos,
porque seguros estamos que los métodos son diametralmente diferentes. El asunto
en este momento es poder enganchar la propuesta más creíble o más convincente. Pienso
que para poder aproximarnos a esa propuesta, lo primero que tenemos que hacer
es compararlas con propuestas anteriores y preguntarnos si con esos métodos
hemos logrado algo.
También debemos detenernos en analizar cuál
ha sido el comportamiento del régimen frente a situaciones que lo han hecho
tambalear y quiénes son los que de alguna manera le han dado oportunidad para
que vuelva a tomar cierto respiro en la gobernabilidad. Me explico. Sabemos que el régimen no goza de
popularidad, pero al igual que todos los regímenes como el que azota a
Venezuela, poco o nada le importa ser popular, puesto que se sostiene solo si
se le garantiza la gobernabilidad. Y aquí es donde tenemos que reflexionar.
El comportamiento de una oposición frente a un régimen
tiránico debe y necesariamente tiene que enfocarse en erosionar la
gobernabilidad de Nicolás Maduro, quien está desesperado por la realización de
eventos electorales, en los que, también sabemos siempre resultará favorecido,
como sucede en todos aquellos países dominados por tiranos, donde también se realizan
simulaciones electorales. ¿Cómo poder pensar que quienes se alzaron en armas y asesinaron
para intentar llegar al poder (1992) porque no creían en las elecciones, ahora,
que están mandando y desde allí han operado o se han vinculado con grandes
organizaciones criminales, lo van a
entregar mediante el voto?
Hay que hablar con franqueza. De esto no saldremos con
los llamados a elecciones, al contrario, concurrir a esas farsas electorales es
oxigenar al régimen que está jadeando.
Allí la primera pista del porqué la salida no será
convencional.
¿Ruido de sable?
La poca gobernabilidad con la que cuenta, se la ha
venido proporcionando en los últimos meses el sector militar, y en este
momento, y de acuerdo a lo que leemos en las redes, una inmensa cantidad de
militares está descontento con lo que pasa. Además ha quedado constancia de
detenciones arbitrarias a diferentes miembros de las Fuerzas Armadas,
argumentadas en una supuesta conspiración.
El domingo pasado (11 de marzo) en el editorial de El
Nacional leímos: “Las Fuerzas Armadas se sienten
no solo incómodas sino también prisioneras de un delirio marxista que, en la práctica,
se ha convertido en un gran desprecio hacia las instituciones y, por ende,
hacia las posibilidades de cambiar el rumbo del gobierno en el marco
institucional. Vaya peligro, y vaya aventura la que promueve la negación de la
realidad por parte de la cúpula que estrecha el poder en sus manos y encauza
cualquier crítica hacia el rincón de las deslealtades”
Esta apreciación nos hace presumir que pudiéramos
estar a las puertas de un desenlace, no convencional, y de ocurrir lo que
presumimos, la oposición debe tener muy claro que tendrá que reencontrarse para
constituir un eventual gobierno de transición.
Son posibilidades que están en el tablero nacional.
Si llegare a suceder ese acontecimiento, se iniciaría
una dura etapa de reconstrucción y pacificación, durante la cual
inevitablemente debe involucrarse la comunidad internacional; no solo por el
asunto de la ayuda humanitaria (entrada de medicinas y de alimentos) sino para
combatir los focos desestabilizadores que sin temor a equivocarme intentarán
surgir estimulados por grupos armados del fundamentalismo terrorista que también
le da sustento al régimen castro-madurista.
Por eso, hoy más que nunca urge tener una verdadera
alternativa de poder, y es obvio que el principal trabajo de la falsa oposición
es evitar que ésta se forme. Allí dejo la advertencia.
Pablo Aure
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