¡Hasta cuándo!
El día después
@pabloaure
Ya son las ocho de
la noche del domingo 15 de octubre y no tengo ninguna información veraz sobre
determinada proyección de posibles resultados electorales. He leído lo que se
envía por los chats y lo que escriben de manera irresponsable algunos actores políticos,
pero la experiencia me ha dicho que nada de lo que se diga a esta hora es creíble,
ni siquiera los niveles de abstención, por eso prefiero omitirlos y centrarme
en el país que nos encontraremos después del anuncio oficial por parte del
descalificado Consejo Nacional Electoral; es decir de los boletines. Tenemos
que recordar que esta fue una campaña
muy insípida, ya que no se conoció el programa de gobierno de ninguna de las
opciones y todo se limitó a incentivar la
participación y a demostrar que la oposición es mayoría, todo con
esquemas publicitarios dirigidos a la promoción de una especie de voto castigo
contra la nefasta gestión del régimen que ha
empobrecido a nuestro país.
Siendo esto así,
de ayer a hoy, aún, luego del anuncio de los resultados oficiales,
absolutamente nada cambiará. Por eso le pido a los venezolanos no desgastarnos
en discusiones pasajeras, ni tampoco en la asignación de responsabilidades. Lo que ocurrió ya pasó y punto,
que si de algo nos debe servir que sea de experiencia y nunca para alimentar
rencores, ni mucho menos escuchar a nadie decir “yo te lo dije”
El lunes volverá a amanecer, repito: indistintamente del número de
gobernaciones que se obtengan o, como algunos prefieren denominarlo, el número
de espacios que se hayan recuperado, los problemas seguirán siendo los mismos y
no tengan ninguna duda se le sumarán muchísimos más. Por eso pregunto a modo reflexivo ¿Por qué seguimos haciendo
lo mismo y esperando resultados diferentes?
Los venezolanos
gastamos la vida.-
Pasamos de
disfrutar la vida, con sus dificultades, como es natural, a gastarla. A eso nos
arrastró el huracán chavista junto a la criminal complicidad de muchos que se
dicen demócratas.
El desespero es
enorme en todos los sectores. Nos hemos empobrecido a niveles insospechables;
el terror a enfermarnos es alarmante. No solamente por no poder pagar la clínica
o no tener una cama o falta de insumos en los hospitales, sino que aunado a
esas calamidades han aparecido enfermedades pavorosas que habían sido abolidas
desde los primeros años luego del derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez.
Por ejemplo hay brotes de difteria, enfermedad transmitida por una bacteria que
en esta Venezuela de la destrucción “madurista”, se dice que
quien la contraiga prácticamente está sentenciado a muerte porque no hay los
antibióticos para combatirla. De hecho, en la Ciudad Hospitalaria Enrique
Tejeras de Valencia hay una especie de aislamiento o cuarentena, la semana
pasada se produjo un deceso por esa terrible enfermedad y me informan
lamentablemente, que hay otro paciente que la padece.
Navidad sin hallacas.-
Los días pasan y
los circos se multiplican, llámense electorales o de otras modalidades. Lo que
sí ha desaparecido es el pan. Ya no existe esa consigna de pan y circo, nuestro
país solo quedó para el circo. El hambre se apodera de la gente, todos los días vemos a más personas hurgando de la basura para buscar comida, y es
entendible. El desempleo y el alto costo nos ha llevado a ver esos tristes
espectáculos callejeros. Qué alguien me explique cómo puede alimentarse una
familia con el sueldo mínimo por más que lo aumenten mensualmente. Soy de los
que visito los mercados y hago las compras para mi casa y es casi imposible
hacer las compras que solíamos hacer meses atrás. El tomate a veintisiete mil bolívares, la carne a
cuarenta mil el kilo, el queso a cincuenta mil o el cartón de huevos a cuarenta
y siete mil. ¿Cómo podemos mantener un poder
de compra con estos precios? Y estos son
apenas algunos rubros, porque todos los alimentos seguirán en franco aumento.
Por otro lado, las medicinas no aparecerán, el dinero tampoco aparecerá y si aparece no alcanzará para comprar la canasta básica, el pobre continuará siendo
pobre y el rico mantendrá su riqueza, mientras que la clase media irá desapareciendo
a paso de vencedores.
Muchas veces lo
hemos dicho, el problema de Venezuela no se resuelve con gobernadores que no
gobernarán ni podrán desarrollar políticas que generen prosperidad. Esto es un
problema estructural, más allá del maquillaje que le pueda prometer cualquier
gobernador. Estamos sumergidos en un barrial. Ese mismo charco de estiércol que
ha empobrecido y quebrado la moral del pueblo cubano hoy destruye a los venezolanos.
Podrán seguir vendiéndonos y tratándonos de conquistar con los espejitos de las
elecciones, pero tal y como van las cosas la desesperación ciudadana se
pronunciará antes de que llegue ese ficticio desenlace o cambio, vía
pronunciamiento electoral. Ni el CNE ni mucho menos la FANB serán los que
organicen la sustitución de los empobrecedores, no podemos ponerlo en duda que
será la auténtica expresión ciudadana la que se pronunciará, en su terreno
natural: ¡la calle!
Preocupa la
Universidad.-
Pasada la página
electoral, necesariamente debo volver a pensar en mi Universidad de Carabobo,
en mis estudiantes y en todos mis compañeros de trabajo. También pienso en los
aspirantes a ingresar a la centenaria casa de estudios superiores.
Es común que el régimen
nos impulse a desviar la mirada hacia otros asuntos bajo la creencia que desde
esos asuntos podemos resolver la grave crisis del país. Siento decir que esas
acciones gubernamentales son precisamente las que han contribuido al deterioro
de nuestras instituciones. Nos ahogan presupuestariamente y eso nos conduce
hacia lo incierto.
Con el corazón
arrugado pienso en mi UC, esa que me ha visto crecer y ha sido testigo de mis
tiempos juveniles como estudiante y desde hace más de tres décadas, de mi vida
profesional. La he contemplado en su época boyante cuando nada faltaba, en esos
momentos de los gobiernos que veían el conocimiento como herramienta indispensable
para la prosperidad, conocí las residencias estudiantiles y los autobuses que suficientes
y en buen estado; ahora, me ha correspondido ser parte de su gerencia en estos
tiempos de carencias materiales.
Es menester
repensarla para redefinirla. De no hacerlo, será imposible mantener esta barca
a flote. Por lo pronto es urgente buscar el camino y disposición para lograr
acuerdos con instituciones públicas y privadas con la finalidad de alargar su
vida o evitar el definitivo colapso. Todas las universidades públicas hacen
aguas porque navegan en aguas tormentosas. Nos azota un monstruo que persigue
las casas del saber. Ese monstruo es el Socialismo del Siglo XXI y, para acabar
con esa bestia no hay un modo distinto al del método que se utiliza contra las
culebras: ¡hay que darle en la cabeza! En tal sentido, el compromiso de todos
los universitarios tiene que ser definir estrategias, bajo una perspectiva
unitaria, entendiendo que el enemigo es el régimen que la ha venido
interviniendo a través del recorte presupuestario. Quiero que sepan que lo que
se le ha asignado a nuestra UC para el año 2018 apenas alcanza al 12% de lo
indispensable para mantenerla operativa, sin entrar a considerar que la inflación
prevista para el próximo año superará el 1500%. Imposible mantenerla abierta si la comunidad
entera no asume el compromiso de defenderla.
¡Defender la UC es
tarea de todos!
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