¿Cuánto falta?
@pabloaure
No tenemos por qué ocultarlo,
muchísimas veces nos distraemos luchando entre nosotros mismos en lugar de
apuntar a un solo objetivo.
Es verdad, vemos fantasmas en diversas
partes, enemigos donde quizá no existen, nos ha costado unificar criterios y
acciones. Desde luego, también es cierto que hay personas que han provocado se
genere desconfianza, gente que se mimetiza con la oposición y al mismo tiempo hace
negocios con el régimen. Eso es tan verdad como las diferencias que existen
entre quienes desde las cúpulas representan el Frente Amplio o, lo que es lo
mismo, la MUD, y quienes militamos en Soy Venezuela.
En Soy Venezuela con María Corina
Machado a la cabeza, nos une un solo objetivo: ¡derrocar la tiranía! Estamos
claros que la salida de la tiranía jamás la lograremos por la vía electoral,
esa es una de las grandes diferencias que tenemos con la MUD. Será la fuerza quien
desalojará a los tiranos. Sí, como lo leen: LA FUERZA.
¿Cuál fuerza?
La fuerza es la unidad en el
propósito, la fuerza es la perseverancia y las ideas coherentes. La fuerza es
no aceptar convivir con verdugos, cómplices ni corruptos, la fuerza también
está en el espíritu de lucha, el mismo que no permite caer en la trampa de la
desesperanza, el que nos da la lucidez de entender los riesgos que asumimos y
sin embargo nos alienta a no desmayar.
Esa es la fuerza que nos une a
quienes formamos parte de Soy Venezuela. Obviamente, es necesario seguir
convenciendo a los que hasta ahora están temerosos de enfrentarse a la tiranía.
A esos que no se atreven a levantar la voz por el temor a ser encarcelados. Por
esa razón estamos recorriendo el país para no solamente organizarnos como
movimiento sino para estrechar nuestros sentimientos. En cada rincón que
visitamos la respuesta ha sido confortante, aunque vemos mucha pobreza
material, destrucciones por inundaciones, oscuridad y suciedad en las calles
por la indolencia dictatorial; observamos en la gente mucha esperanza. No me lo
han contado, lo he presenciado muchas veces. Quienes hablan con María Corina
transmiten optimismo, hacen ver que no todo está perdido y que Venezuela
cambiará.
Esas son las cosas que nos
entusiasman a seguir en la lucha.
Gente con esperanza.-
Parece algo imposible pero es una
gran verdad, la esperanza se muestra con más frecuencia en la gente que ha
perdido sus enseres, sus muebles, su casa, o sea, todo lo material. Quizá precisamente
porque ya no tienen más nada que perder, solo aspiran a mejorar.
En San Félix estuvimos la semana
pasada visitamos un campamento donde había varias personas con paludismo, y sin
embargo, quienes allí acampaban y que estaban damnificados por la crecida del
Orinoco, no los veía afligidos, estaban iluminados por una especie de aureola
divina que les reflejaba tranquilidad. Eso lo vi. Que se entienda bien, no era
resignación ni conformismo, en ellos se notaba el desengaño de la falsa
revolución y a la vez, las ganas de trabajar por la prosperidad de Venezuela, razonaban
que bajo este sistema político jamás se lograría el bienestar. Eso fue, en
Bolívar, pero lo mismo vimos en Anzoátegui y en Monagas, antes lo apreciamos en
Yaracuy y Lara, como también lo sentimos en Mérida y Táchira.
Amigos, este modelo político que
encabeza Nicolás Maduro, no tiene pueblo. Eso es una gran realidad. Quienes
acompañan al régimen son una camarilla unida circunstancialmente. Saben que si
separan, el poco poder que todavía les aporta el fuego de los cañones, se verá disminuido.
Por eso gritan y amenazan, encarcelan, enjuician y persiguen. Pero ese tormento
terminará pronto. Créanme que será pronto. Muy pronto.
No habrá lucha de pueblo contra
pueblo, simplemente porque ellos no tienen pueblo. Será la fuerza de la razón
la que se impondrá con los aliados que sabrán persuadir a los persuasibles de
sus filas armadas. No para dar un golpe, sino para que depongan las armas y
dejen de someter a un pueblo hambriento. Sí, con hambre de libertad y
prosperidad.
El pueblo está más
unido que nunca.-
No me gusta cuando veo a gente
desesperanzada y afligida. Hace algunos años estaba lejos el desenlace porque
no había condiciones para que ocurriera, pero hoy, lo siento a la vuelta de la
esquina.
Organización hay, y planes para
reconstruir la nación también los hay. Ese ha sido el trabajo desde Soy
Venezuela. Cuando me hablan que hace falta unidad, les contesto que hoy el
pueblo está más unido que nunca en el propósito de sacar al régimen. Otros me
dicen, que los venezolanos solos y sin ayuda militar jamás lo lograremos; a
ellos les contesto que eso es cierto y que tienen toda la razón, pero al mismo
tiempo les pregunto: ¿quién dijo que estábamos solos? Ya la comunidad
internacional ha entendido lo que ocurre en el país. Muchos “románticos” rojos
rojitos han saltado la talanquera hacia las filas democráticas, mientras que otros,
no tan románticos, están buscando acercamiento para negociar y edulcorar las
sanciones por sus desafueros.
Alcahuetes y compinches de Nicolás
están conscientes que existe una sentencia emitida por el TSJ legítimo, que tarde
o temprano será ejecutada. Escuchan el escándalo de las sirenas internas y externas,
saben que la comunidad internacional está expectante y además, presienten que esos
aliados internacionales que apuestan a la democracia en Venezuela, presionarán para que se cumpla la decisión del
Tribunal Supremo de Justicia.
Hoy hay razones de sobras para
estar más optimista que nunca, porque Venezuela está a las puertas de
enrumbarse por la autopista de la libertad. No puedo ocultarlo y debo ser
responsable en decirlo, sugiero que en los próximos días eviten acciones
temerarias. Me explico. Sin dinero, sin alimentos, sin medicina, con niños, jóvenes,
adultos y ancianos pasando hambre, enfermos y con todo un pueblo que clama
libertad es elemental presagiar que vendrán días difíciles, que pudiéramos compararlos
con esos momentos de contracciones antes de producirse el alumbramiento. Venezuela
está a las puertas del parto de la libertad.
Pablo Aure
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