¡Hasta cuándo!
La transición
@pabloaure
Es necesario aclarar que cuando manifiesto
alguna observación, lo hago, no para
dividir sino para expresar mi opinión acerca de ciertas acciones de la
oposición con las cuales no me identifico. Por lo general la gente corrige sus
errores dependiendo de lo que dice la mayoría. en estos tiempos es preciso
recordar que, con o sin Constituyente, los enemigos ya están en el poder. Es
hora de actuar en consecuencia y garantizar la transición.
Junta de gobierno.-
Aunque no está contemplado en ninguna
parte, es necesario instaurar un gobierno de transición, donde tengan cabida, tirios y troyanos. Ustedes se preguntarán ¿si
no está contemplado en ninguna parte como lo justificamos? La respuesta solo la
podemos encontrar en la doctrina y en la historia, pronto escribiremos la
nuestra. ¡De las revoluciones emerge el derecho! La Asamblea Nacional debe
convertirse en generador fundamental de la propuesta, tiene que ampararse en la
Constitución que piensan deshacer, muy especialmente en el artículo 333 que
obliga a todos los ciudadanos, investidos o no de autoridad, al
restablecimiento de la efectiva vigencia de la Constitución que ha sido
pisoteada por los actuales gobernantes.
Desde luego, aquí hace falta fuerza
para proteger el derecho. Así como lo leen: ¡fuerza! La actuación de la Fuerza
Armada Nacional debe respaldar al sector civil para restituir el hilo
constitucional vuelto añicos desde hace tiempo. Claro que algunos militares que
han sido las sabandijas de la institución y del país se opondrán, pero
seguramente muchísimos estarían de acuerdo en actuar siempre y cuando las
reglas estén claras. Y si acaso, el temor los paraliza, en algún momento como
ciudadanos responsables sin fingidos sentimientos nacionalistas, tenemos que
recurrir a los organismos internacionales, ya no para mediar sino para que
salven a casi treinta millones de venezolanos que están secuestrados por un
grupete de delincuentes.
Algo muy importante: esa junta de
transición no es para convivir a perpetuidad bajo los designios de quienes la
integren, sino para abrir las puertas a la reinstitucionalización del país; donde
se garantice un sistema republicano en el que exista estado de Derecho, sus ciudadanos
confíen en los poderes públicos y que pronto participemos en procesos
electorales transparentes.
Los chavistas que defienden su “legado”
si quieren que propongan a la Dra. Luisa Ortega para que sea una de las
integrantes de esa “junta de transición”. Ni piensen que la transición sería
solo con la oposición, porque la tumbarían en pocos meses.
Marchar a las cárceles
Basta de enamorarnos de personajes de
momento, es menester defender a quienes luchan desde nuestras filas y con los mismos
fines. Me explico. Casi siempre que hay marchas reprimen y encarcelan, por eso
sugiero que cada vez que se lleven preso a nuestros manifestantes, al día
siguiente y sin convocatoria previa, la marcha debe ir a los sitios de
encarcelamiento para exigir la libertad de los nuestros.
Hay convocatorias que no me gustan,
por ejemplo, la de apoyo a la Fiscal. No es que pretenda lanzarla a los leones,
pero creo que debemos dar prioridades. Para mí, un “escudero” o cualquier
manifestante es más importante que la Fiscal General quien no se ha cansado de
decir que ella defiende el legado de Chávez, olvidando que Maduro y todo lo que
está a su alrededor personifica ese legado, que ella dice defender. Insisto: no
es echarla a los leones, pero que cada
quien entierre a sus muertos.
En lo que no debe haber contrariedad
es en el objetivo que desde el inicio nos hemos fijado. O sea, salir de Maduro
y de todo lo que él representa.
En el camino nos han colocado
demasiados obstáculos y quizá en algunos momentos embestimos trapos rojos que
nos hacen desviar del verdadero objetivo.
La Constituyente: otra perversa jugada
Para cerrar la idea inicial de que
los enemigos ya están en el poder, analicemos un poco la imposición en nuestra agenda
de la infame Constituyente, pues es uno
de los últimos grandes obstáculos con el que hemos topado, ya que nos cambió el
rumbo del discurso que veníamos pronunciando. Ahora con esa “alocada” idea, no
nos enfocamos en la inflación, en el desabastecimiento de alimentos o de
medicinas, en la corrupción o en la inseguridad, sino en defender la
Constitución actual y evitar que el régimen materialice otra fase del golpe de
estado continuado.
Para tales fines, se han juramentado
Frentes de Defensa de la Constitución y la Democracia en cada rincón del país,
y no tengo la menor duda que esa labor ha sido encomiable, por ejemplo acá en
el estado Carabobo lo coordina la profesora Jessy Divo de Romero, rectora
magnifica de nuestra Universidad de Carabobo, de hecho, la hemos acompañado en
muchos actos. Esos Frentes están muy bien, porque desde la academia se hace lo
que estamos obligados a hacer, convertirnos en multiplicadores del
conocimiento. La semana pasada también hice mención al programa “Aula y Constitución”
que de la mano de su decano desarrolla la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
al cual se han sumado muchos docentes y centenares de estudiantes.
No ha quedado ningún lugar del país
donde no se haya explicado lo que significaría la aprobación de una Constituyente
sin el respaldo de la inmensa mayoría de los venezolanos. Hay que entenderlo:
la Constitución es un pacto social de convivencia, en consecuencia, ese pacto
debe partir y ser avalado por las mayorías. No me detendré en disquisiciones
jurídicas para explicar el artículo 347 o el 348 de la Constitución, que conceptualizan
el significado de un proceso constituyente y revelan los entes que tienen la
iniciativa para proponerlo. De los mencionados artículos se deduce que una cosa
es la iniciativa (proponerlo) y otra muy distinta, es convocarlo, que es lo que
a contrapelo de la Constitución y del sentido común, interpretó el Tribunal
Supremo de Justicia.
Aunque pareciera un contrasentido, la
Constituyente no es nuestra enemiga, porque al fin y al cabo el producto de lo
que salga de allí será desconocido. Nadie está obligado a respetar unas reglas
de comportamiento impuestas por una minoría y que además son violatorias de derechos
fundamentales. El pacto se respeta en tanto y en cuanto sea producto del
raciocinio y en cumplimiento de las normas de convivencia de la generalidad.
Esto quiere decir que, ese cliché que a cada rato pronuncia Nicolás Maduro y
los pocos seguidores que les queda en el que trata de hacer ver a la
Constituyente como herramienta fundamental para la paz, es una afirmación
cargada de cinismo. ¿Cómo contribuirá a la paz algo que procuran imponer en
contra del noventa por ciento (90%) de la población?
Acuérdense: las Constituciones son
PACTOS DE CONVIVENCIA. En este caso, repito, una minúscula minoría quiere
despacharse y darse el vuelto. El diez por ciento (10%) de los habitantes
(cuidado si menos) quiere establecer el comportamiento de casi la totalidad.
Eso no cabe en ninguna cabeza cuerda.
El anuncio de la Constituyente y su
eventual imposición no son los verdaderos enemigos, eso no es otra cosa que un
arma que empuña el tirano para seguir cometiendo sus fechorías. Los enemigos ya
están en el poder con o sin Constituyente, son a ellos -y no a sus propuestas-
a los que debemos desalojar. No perdamos el norte, la consigna debe seguir
siendo FUERA MADURO y abajo el régimen de opresión.
Que quede claro: Maduro y sus cómplices
están haciendo lo que les da la gana sin la fulana Constituyente y para ello
goza del incondicional apoyo del TSJ que en una suerte de “interpretar” el Derecho
lo ha torcido hasta más no poder.
Muy probable que faltando algunos
días u horas -si es que todavía Maduro sigue siendo la cabeza visible del
régimen castro-comunista instaurado en Venezuela- suspenden el grosero proceso Constituyente.
Y en ese entonces Maduro y sus secuaces vuelvan con otra de sus perversidades.
Por eso no perdamos el norte de nuestra lucha y repitamos continuamente: ¡Fuera Maduro!
¡Abajo la tiranía!
Pablo Aure
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