¡Hasta cuándo!
19 de abril: ¿para la Defensoría?
@pabloaure
“Nunca tantos debieron tanto a tan pocos” Winston
Churchill
Cuando el sábado pasado
leí la convocatoria que algunos sectores congregados en la MUD hicieron para
marchar el 19 de abril hasta la Defensoría del Pueblo, créanme que sentí una profunda decepción.
No puedo entender como en una fecha tan importante, se convocara a marchar
hasta una institución tan desacreditada por su regente. Le pregunto a quienes
me leen: ¿qué tiene
que ver la Defensoría del Pueblo con el acta del Cabildo que originó la
renuncia de Vicente Emparan por los sucesos de aquel 19 de abril de 1810? ¿Qué valor simbólico puede tener
marchar hasta un parapeto que con su silencio ataca al pueblo en lugar de
defenderlo y que está palmariamente parcializado para proteger los desmanes de
la dictadura? El objetivo debe estar claro, y cómo he dicho antes, si estamos
ante un régimen milico-judicial, ¿no sería más coherente exigir de forma
pacífica pero masiva, en las sedes de los cuarteles militares del país, que
dejen de sostener a la dictadura? No se trata de buscar confrontación, por el
contrario, sería enviar un mensaje de apoyo a todos quienes estando adentro de
la institución castrense, saben que seguir protegiendo a Nicolás Maduro y sus
cómplices, será el peor error de toda la historia contemporánea de Venezuela.
El grito libertario debe
sentirse en las calles, esto es, en todos los lugares del país. Mucho cuidado
con caer en la estrategia de desmovilización que se ha dejado correr, la cual
consiste en la aceptación de un cronograma electoral regional, como si el
problema fuera únicamente por malos gobernadores y no por culpa del sistema
comunista y hambreador que ha devastado la nación. Señores, aceptar unas
elecciones regionales y dejar intactas las cúpulas gubernamentales enquistadas
en Miraflores, en el Tribunal Supremo de Justicia y los malolientes Poderes
Moral y Electoral, es simplemente
oxigenar a Maduro y correr la arruga hasta otra oportunidad que será incontrolada
y con resultados impredecibles.
Claridad de los jóvenes.-
Durante la mañana de este domingo 15 de abril me reuní con
varios grupos estudiantiles y me decían que ellos tendrán su propia
planificación para ejecutarla durante la jornada del 19 de abril. Están
definiendo el punto de llegada, pero me decían que existen muchísimos espacios
que sí representan un lugar para exigir libertad y para reclamar justicia.
Tienen muy fresco el allanamiento a la Universidad de Carabobo, decenas de
compañeros que aún permanecen convalecientes con heridas graves que les dejarán
cicatrices e inmovilidad de alguna de sus extremidades de por vida y hoy,
sienten que no ha habido justicia.
Me identifico con los
jóvenes que tienen claro que la calle es la salida. Esos muchachos que
defienden su patria como el que más, que los tildan de anárquicos o revoltosos
que se tapan las caras en determinados momentos para evitar ser identificados
porque en un país donde no hay estado de Derecho serían presa sencilla para ser
detenidos y torturados por los organismos de represión, esos organismos dizque
de seguridad que suelen confundirse entre los regulares e irregulares bajo el
edulcorado nombre de “colectivos”
cuando en realidad son unos asesinos a sueldo.
He visto el arrojo de
sus protestas; ellos son blanco fácil porque sus armas están en la pasión que emerge
de su corazón y de la mente y, como escudos, por qué no decirlo: una que otra piedra o
caucho quemado para evitar el avance de la represión.
Su lucha no es contra la
Policía ni contra la Guardia Nacional, ellos protestan para que se escuche su
inconformidad su descontento. Ellos están convencidos que Venezuela puede ser
un país mejor, claman por justicia, libertad, seguridad. Entienden muy bien lo
que algunos políticos no han entendido: “a
los bandidos no hay que darle más
oportunidades para dialogar” Esos muchachos que hoy
protestan nacieron y crecieron con la plaga roja en Miraflores, quieren
construir un país donde provoque quedarse en lugar de estar pendo en emigrar.
Mi oficio como docente,
hoy Secretario de la Universidad de Carabobo, hace que mantenga contacto
permanente con los jóvenes, los escucho y no tengo ninguna duda de que están
demasiado claros en lo que quieren. Se cansaron de que desde un partido o un
ente externo traten de imponerles lineamientos y, están dispuestos a jugársela
el todo por el todo. A ellos siempre les digo: nunca se enfrenten cuerpo a
cuerpo, porque en las luchas contra policía, Guardia Nacional y malandros no se
ganan con las ideas que ustedes cargan en las alforjas, que recuerden que en el
momento del “combate” quienes dan las
ordenes no están en escena pero, además, es imposible ganar una confrontación
cuando hay armas de fuego y bombas lacrimógenas
accionadas criminalmente por órganos represores. No me cansaré de aconsejar a mis alumnos: “cuando vean que la policía y la GN
vienen a reprimirlos, es obligatorio que salgan de allí y se vayan a otro
sector para continuar sus protestas pacíficas”
Fuerzas del orden ¿Cuál orden?
En la conversación con
bachilleres de la UC, que luego se transformó quizá en una clase de derecho
constitucional y penal, les hablaba de las funciones de los cuerpos de
seguridad del Estado, salió a relucir el artículo 68 constitucional donde se
establece de manera inequívoca el derecho a la protesta, donde está escrito que
en ningún caso las fuerzas del orden público pueden utilizar armas de fuego ni
sustancias toxicas para reprimirlas; o sea, ni balas ni gas del bueno.
Conversamos de lo establecido en el artículo 55 constitucional que cuyo texto
deja muy claro la protección de los derechos de las personas por parte de los
organismos de seguridad, esto es, que se les debe proteger y garantizar el
derecho a protestar, cosa contraria a lo que esos organismos han venido
haciendo, pues sino son los efectivos militares o policiales que evitan las
protestas son los “colectivos”
quienes intentan disolverlas con la inaceptable tolerancia de los que están
obligados a garantizarlas y además, a detener a esos mercenarios catalogados de
“colectivos”.
Cuán hablamos del orden
público, es menester saber quién es
el que ha alterado el orden público. La sociedad civil y los estudiantes cuando
se oponen al golpe de Estado -o la ruptura del orden constitucional en boca de
la Fiscal general- o quienes han mancillado la Constitución. A los militares y
la policía decente –que son la mayoría-, debemos decirle que antes de reprimir
y creer que están reestableciendo el orden público, analicen primero cuál fue
la causa que lo provocó. En este sentido solo bastaría leer el artículo 333 para que actúen apegados a la Constitución
y repriman a quienes verdaderamente deben reprimir. Art 333 “Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de
fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en
ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no
de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su
efectiva vigencia”
Pablo Aure
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