¡Hasta
cuándo!
Devolver a Dios a la
vida pública
@pabloaure
Desde hace mucho tiempo se ha venido diciendo que la lucha
que se libra en Venezuela es la del bien contra el mal. Es una lucha espiritual.
No tengamos ninguna duda de que eso es así.
Hemos visto excesivas acciones del régimen que representan al
demonio mismo. No es normal lo que le hacen a muchísima gente. Sus manifestaciones
abominables, ejecuciones transmitidas en vivo y en directo, como lo que fue la
masacre de “El Junquito” donde acribillaron a Oscar Pérez y a sus acompañantes,
que dicho sea de paso ya estaban rendidos. Ahora, vemos el video que le hicieron
a Juan Requesens que lo presentan semidesnudo y con manchas marrones en el bóxer
para mostrar lo que son capaces de hacer con los presos. Imágenes horrendas,
crueles, inhumanas que impactan a cualquier cristiano. Son imágenes que
paralizan de terror a algunos pero enfurecen a otros. En ambos casos,
entristecen e indignan. La expresión de dolor se ve reflejada en cada
venezolano que no solamente piensa en los torturados sino en sus familiares. La explicación que dio Nicolás Maduro en
cadena nacional sobre el video a Requesens fue ignominiosa, se observa una
amalgama de cinismo con el sadismo regocijante propio de los demonios. Dejó entrever que el valiente Requesens se
puso nervioso y quizá, allí el motivo de las manchas marrones.
Pues, la mancha que hoy el mundo entero observa, es la inmundicia
presente en todas las acciones del “Socialismo del Siglo XXI”
Verdadera intención de
las imágenes.-
No tenemos por qué dudar que dentro del entorno de quienes detentan
el poder pueda existir una conspiración o, la presencia de funcionarios que no
están de acuerdo con las cosas que hacen y, es a ellos a los que se les endosa
el hecho de haberse “filtrado” las imágenes y/o permitido transmitir los
sucesos de El Junquito. Yo tengo mi propia hipótesis. Ya dije, no dudo que
existan personas allegadas a los tiranos que estén descontentos con su
proceder, pero, esas imágenes estoy convencido fueron divulgadas porque el régimen así lo decidió. Subyace
un claro propósito “aleccionador”. Sembrar terror. Desmoralizar y hasta provocar
una reacción violenta de los ciudadanos.
Las confrontaciones “violentas” internas el régimen nunca las
perderá. Ellos tienen las armas y carecen de escrúpulos para utilizarlas cuando
sea y contra quien sea. Esto no quiere decir que no recurramos a la protesta
sin ser temerarios. Llegar hasta donde
el sentido común nos lo permita.
Volvamos a la lucha
espiritual.
No piensen que si el régimen tiene las armas y nosotros
carecemos de la fuerza que imprimen ellas ya todo estaría perdido. Se equivocan
si piensan así. Tenemos que ser ciudadanos de fe, lo cual no contradice para
nada que también actuemos con la razón que nos asiste al querer la liberación
del mal a nuestro país. El diablo existe y deambula por los pasillos de
Miraflores. Ellos, sus instrumentos, han devastado, dividido y arruinado a
nuestra amada Venezuela. Llegó el momento de la oración aferrados a la fe.
Ustedes se preguntarán ¿Orar para qué? Para muchas cosas,
para que Dios proteja a los venezolanos, tenga misericordia con los presos y
con sus familiares, fortalezca el espíritu a los afligidos, le hable a la razón
y al corazón de gobernantes de otros países, para que con la fuerza de la
oración se convoque a la unión para la salvación y liberación de Venezuela. Desde
aquí ´podemos orar y organizarnos para que toda Venezuela entienda que la pelea
que estamos librando es espiritual.
San Juan Pablo II dijo que “La fe y la razón son dos alas con
las que el hombre se eleva a la contemplación de la verdad” Tengamos fe en lo
divino y empleemos la razón. No será con atentados ni tampoco con acciones aisladas
de determinados grupos que lograremos la victoria.
De esto vamos a salir, desde luego, el tiempo en que se
produzcan los acontecimientos dependerá de nuestro comportamiento. El llamado
no puede ser otro sino a la organización de quienes estamos claros que mientras
más rápido salgamos de este infernal régimen más rápido llegará la felicidad.
Que se traducirá en justicia, paz, prosperidad, reconciliación y
reconstrucción.
Importantísimo no perder las esperanzas y que nadie ponga en
duda que de esto vamos a salir. Con las herramientas que estén a nuestro
alcance, que por lo pronto son las protestas no temerarias y la fuerza de la
oración, que es poderosísima e indispensable.
La historia nos muestra varios casos donde se manifiesta el
poder de Dios para vencer lo que humanamente vemos imposible. Recordemos por
ejemplo, el caso de Polonia, el
arzobispo de Cracovia, cardenal Wojtyla, Juan Pablo II fue un hombre clave para este logro, llevó a
esa tierra, su tierra, la convicción y la fe que ese pueblo tanto necesitaba y
tal como lo reseña el ABC de España (28/04/2014), “libró una difícil batalla,
una lucha política para devolver a Dios al centro de la vida pública”, en este
sentido buscó alianzas para alcanzar esto, Ronald Reagan, entonces presidente
de los Estados Unidos. En su liturgia en Varsovia, se inmortalizan las últimas
palabras de su homilía “Padre, ven y renueva la faz de la tierra. ¡De esta
Tierra!
Pablo Aure
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